En esta entrevista el autor habla del libro y de la personalidad del llamado “Sargento de Hierro”.
–¿Por qué escogió escribir la biografía de Heriberto Herrera?
–Porque Heriberto fue un líder cuya memoria se proyecta más allá de lo futbolístico, y su historia contribuye a elevar nuestra autoestima de paraguayos. Mucha gente que no lo conocía hoy podrá saber que fue entrenador nada menos que de la Juventus de Italia, club al que llevó al campeonato, y del Inter de Milán.
–No le habrá sido tan fácil imponerse en el fútbol italiano.
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–Todo le fue doblemente difícil, más en Italia. Cuando llegó a Turín para entrenar nada menos que a la Juventus, no lo conocían. Había sido exitoso entrenando en la Segunda División española y luego dirigiendo al modesto Elche en la Liga Mayor de España. Pero aquel salto a la élite italiana fue para él una prueba extrema.
–¿Qué ambiente encontró en Juventus?
–Llegó en 1964. Juventus era un conglomerado de estrellas que no ganaba nada desde 1961, debido a la indisciplina del grupo. El presidente del club, Vittore Catella, había ido a España justamente a buscar a Heriberto, a quien llamaban ya el Sargento de Hierro, para que hiciera eso que nadie pudo: poner orden.
–Tuvo un célebre enfrentamiento con Sívori. ¿Quién era Sívori?
–Enrique Omar Sívori, argentino, era un jugador fantástico, idolatrado por los juventinos. Un genio; se lo podría comparar con lo que hoy es Messi en el Barcelona. Sin embargo, también era célebre por su indisciplina y por constituirse en un líder negativo.
–Y vino el choque con Heriberto.
–Era inevitable. Sívori había mandado echar a varios entrenadores. Los dirigentes le temían. Él se “lesionaba” de martes a sábado y el domingo jugaba. Con Heriberto no pudo hacer eso. Pese la furia de la afición, a la larga lo borró del equipo y Sívori terminó vendido al Nápoles. El presidente Catella y Gianni Agnelli, capo de la Fiat y verdadero dueño de Juventus, lo sostuvieron al entrenador contra la ira de las gradas.
–Hasta que llegó el título.
–Debieron pasar primero dos temporadas en las que Heriberto aguantó tormentas, sostenido por Catella y Agnelli, hasta que llegó el campeonato 1966/1967. La puja con el Inter fue tremenda y se definió a favor del equipo de Heriberto.
