TOKIO (AFP). Cansado de incinerar a los muertos, el director de una empresa fúnebre ha elegido como animal de compañía a Bon-chan, una tortuga gigante, símbolo de la inmortalidad en Asia, que pasea con correa por las calles de Tokio.
Cuando Hisao Mitani camina a diario por el barrio de Tsukishima en Tokio con este reptil de 70 kilos, la imagen no pasa desapercibida. Desde niños a ancianos, todo el mundo quiere ver de cerca a Bon-Chan, un ejemplar macho de tortuga de espolones africana (Geochelone sulcata).
