Dominguín, el pequeño mundialista

Este artículo tiene 5 años de antigüedad
Dominguín, el pequeño mundialista
Dominguín, el pequeño mundialistaArchivo, ABC Color

En Escocia se persignó frente a un público protestante que quedó enardecido por su gesto. En Indonesia tomaba tereré y sus compañeros creían que la yerba era droga, porque se hacía del loco. En ese mismo país, mientras dormía, un enorme ratón con tamaño casi de un gato caminó frente a su pecho y del susto saltó hasta el techo. La imperdible historia de Dominguín, dos veces mundialista con la Albirroja juvenil.

Miguel Ángel Domínguez nació el 30 de setiembre de 1979. Es de Hernandarias, Alto Paraná y cuando tenía seis años, se mudaron a la capital departamental, Ciudad del Este. Su madre es Ilda, a su padre no lo conoce. Todo bien con ellos, pero las personas más importantes de su vida, con quienes se crió, son sus abuelos Eladio y Elsa. “Tienen 81 y 75 años, respectivamente”, comentó el pequeño de 1,65 m, quien consultado sobre su progenitora mencionó: “Vive aquí cerca y todos los días voy a su casa”.

Dominguín está casado son Dalila. Sus hijos son Sol Mariana, Lucas Miguel y Elías Alessandro.

En el deporte se inició con su tío-hermano, quien fundó la escuela de fútbol DC1, al más puro estilo de formación militar. Su fichaje inicial fue en el Boquerón esteño, desde donde pasó a Cerro Corá de Campo Grande. A nivel profesional debutó en filas de Tembetary, en un duelo contra Humaitá de Roque Alonso. Un habilidoso volante izquierdo que recorrió el mundo.

Guaraní, Estudiantes de La Plata, Cerro Porteño, en 1998, fueron sus elencos posteriores. “Hice un recordado gol por Copa Libertadores frente a Peñarol en cuartos de final, tiro libre”, en referencia a su paso por el Ciclón.

Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy

Valladolid de España, Barcelona de Ecuador, Cerro Corá, Al-Shaab Club de Arabia Saudita, Sol de América, Sportivo San Lorenzo, Arturo Fernández Vial de Chile, PSIS Semarang de Indonesia, Alianza de El Salvador y 12 de Octubre de Itauguá, otros de sus elencos a nivel profesional.

Todo pasó de manera vertiginosa, entre un club y otro, pero su presencia en el gran ruido del fútbol fue corta, ¿por qué? “Una vez vine a jugar partido so’o en Ciudad del Este y sufrí una grave lesión en la rodilla. No choqué con nadie, pisé mal, solo me lesioné. Nunca pude recuperarme bien. En mi mejor momento me pasó, cuando estaba en Sol”, comentó.

Después, ya casi con “media pierna”, actuó por Nueva Esperanza de Choré, Acosta Ñu de Ciudad del Este, Nanawa y el Independiente de Hernandarias.

“La verdad que en mi época poco era el dinero que se ganaba. Siempre iba a préstamo y así el ingreso no era significativo. Donde más gané fue en Arabia, 9.000 dólares mensuales, pero otros manejaban mi plata”, puntualizó en mundialista con la selección Sub 20 en Malasia 1997 y Nigeria 1999.

“Tuve la satisfacción de jugar con grandes futbolistas, como César Ramírez, Justo Villar, Paulo Da Silva, entre otros, en el primer grupo y con Cristian Florentín, Nelson Cuevas, ‘Mono’ Brítez, Elvis Marecos, Éver Giménez, Salvador Cabañas, Roque Santa Cruz, en el otro”, consignó.

En su época juvenil, se paseó por el Viejo Continente. “Recorrí toda Europa prácticamente haciendo pruebas, con Epifanio (Rojas) y Ocampo (Francisco). Estuve en el Boro de Inglaterra (Middlesbrough) y fuimos a Escocia para un amistoso contra Rangers, en Glasgow. Me avisaron bien que no tenía que hacer la señal de la cruz, porque el rival era un club de protestantes. Hice un partidazo, el primer tiempo excelente, en el segundo también y de repente me sale una gran jugaba y meto un golazo de tres dedos. Demasiado feliz me sentí que le bajé el ‘nombre del padre’ y el estadio se me vino encima, 70 a 80 mil personas ahí. Cada vez que tocaba la pelota era un abucheo impresionante que jamás olvidaré”, comentó.

Heerenveen de Holanda y Racing de Estrasburgo, Francia, son otras instituciones por las que tuvo pasantía, además de una corta y valiosa experiencia también en Grecia. “Me paseé mucho, no me quejo”, mencionó.

“En Arabia nos fuimos a la casa de un príncipe, dueño del club. Solo tres extranjeros se admitían en cada plantel y estaba con dos brasileños. Tembi’u (comida) a cacharrata, pero en el piso se comía y sin cubierto además. Y eso nos parecía raro, pero era la costumbre de ellos. Había comodidades, utensilios, por lo que recurrimos nomás a la opción B, que era alzar la comida e ir a mesa con los cubiertos”, porque de lo contrario hubiese sido incómodo, por más que para este caso, su baja estatura le ayudaba.

“Una vez le dije a mi ‘socio’ (compañero) para irnos a un centro comercial gigante. Apenas entramos y nos sacaron de fino. Nos dieron así las explicaciones, pero no entendíamos nada. En el entrenamiento comentamos lo que nos pasó y el traductor nos dijo que habíamos ido a un shopping exclusivamente para mujeres”.

Las anécdotas continúan. “A Indonesia llevé yerba para el tereré. En la concentración, que era una casa y cada uno tenía su pieza, empiezo a tomar después de la práctica y movía toda mi cabeza, ‘añemboloco’ (me hacía del loco). Pasaban los muchachos en fila y me miraban raro, les decía que era droga. Dos compañaros argentinos tuvieron que explicarles que era una broma nomás, que no pasaba nada”, afirmó.

“Indonesia-pe ndojukái hikuái anguja ha mbarakajáicha tuicha”, dijo Domínguez en relación a que no matan los ratones y que terminan siendo tan grandes como gatos. “Una vez ‘che kéra’ (durmiendo) sentí caminar encima de mi pecho y salté del susto”, apuntó.

“El fútbol me dio buenas amistades principalmente. Gracias a Dios recorrí bastante y pude entender cómo se vive en este mundo y dimensionar la vida del futbolista. Hice grandes amigos como César Cáceres Cañete, Héctor Blanco, Darío Caballero, Hugo Ovelar, Richard Gómez, solo por citar a algunos”.

El club del cual es hincha. “Siempre fui cerrista y me gustaba mucho cómo jugaba Sotelo (Gustavo), que es mi ídolo. Tenía póster suyo y pegaba en mi pieza. Tuve la fortuna de tenerlo como compañero en Guaraní y allí le dije cuánto lo admiraba”.

“Como fanático me duele mucho que Cerro esté en esta situación. Que los dirigentes se pongan las pilas y contraten buenos jugadores. Ahora por ejemplo cambió mucho, se tiene muy en cuenta la cuestión económica. Antes se sentía el amor por la camiseta, se cobraba seguido, pero no era prioridad la plata. Llegué a tener vehículos de grandes marcas, como Toyota y Honda”.

En la actualidad, vende artículos electrónicos en Computech y compite a nivel senior, “porque los jóvenes te patean mucho”. Y sigue teniendo un vehículo de la prestigiosa marca japonesa, con la pequeña variación que no vino precisamente directo del Asia, sino de Iquique, Chile.

vmiranda@abc.com.py