Una “intro” algo confusa. “Nació con una carisma muy especial. Tiene voz de barítono piernera aceitunada y tiene tanta afinidad con el fútbol que muchos están convencidos que si no hubiese nacido humano sería un balón. Así era en principio y así continuará siendo durante toda su carrera futbolístico”.
Continuidad también desordenada. “Era un niño que hacía saltar, gritar y llorar de alegría a su pueblo jugando por una pelota. Su técnica individual sorportaba hasta lo más feroz mirada del mejor crítico del fútbol. Dominaba la bola con naturalidad y perfección usando cualquier parte del cuerpo. Pero no solo eso, es un mito viviente comparable con el juego vistoso y alegre como lo de Garrincha. Prácticamente no debe haber un habitante en nuestra ciudad que alguna vez en su vida haya oído pronunciar su nombre”.
Intervención del protagonista. “Soy Juan Carlos Benítez, nací en Cruce Liberación, pero prácticamente me crié en Coronel Oviedo, donde considero a Oviedo mi ciudad y oportunamente se va a ver otra versión más, otro CD o casete de los goles que mi amigo Lugo les va a mostrar, gracias”.
De nuevo, la participación del notero. “A fin de cuenta no es más que un jugador de fútbol. Objetivamente su mérito consiste en golpear un esférico de cuero inflado con mayor y menor precisión dentro de un espacio de 2,34 por 7,32 metros. Ni un malabarista de circo podría hacerlo mejor. Él no ha aportado el conocimiento humano, tampoco desarrolló ciencia, no contribuyó a que el hombre sea mejor. Corriendo por el campo de juego, pisando la pelota, esquivando rivales ha curado más depresiones que una legión de psicoanalistas”.
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Mágica exposición. “Varios miles de niños desesperanzados solo quiere vivir el día siguiente solo por soñar jugar al fútbol. Sin proponérselo dignificó la cancha de fútbol. En ella ensayaba los límites de la búsqueda de la perfección. Creció pobre, aprendió la humildad de jugar al fútbol. Tuvo dos apodos; entre sus amigos es conocido como Tape’i, pero en el mundo futbolístico es conocido como El Soldadito. Espiritualmente era un niño humilde e ingenuo, con apenas la malicia para burlar a sus adversarios”.
Inspirado cierre. “Ninguna persona que le conoció en su niñez puede olvidar cómo después de tomar el balón encaraba a la defensa, le demostraba el esférico y de pronto regateaba con quiebre inexplicable. Hoy en día se convirtió en el delantero más veloz del fútbol paraguayo y que convirtió el gol más tempranero en la historia del clásico”.