Los tentáculos del “Pulpo”

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Los tentáculos    del “Pulpo”
Archivo, ABC Color

Trabajó en la cerámica, luego se dedicó al deporte y fue campeón con Cerro Porteño y la selección paraguaya. Andrés “Pulpo” Duarte ofrece en la actualidad servicios de traslado, comentando graciosas anécdotas durante el viaje en taxi. Tras los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, quería traer recuerdos a sus familiares, pero no tenía un peso. Luego de “un susto y una corrida”, retornó al país con dos bolsas llenas.

Origen. Andrés Duarte Villamayor nació el viernes 4 de febrero de 1972. Es de Areguá, capital del departamento Central, uno de los cuatro hijos de Eusebio y Anselma. Sus hermanos son Alejandro, Javier y Liliana. Está casado con Rosalina y producto del amor vinieron al mundo Andrés, Alexis (futbolistas profesionales), Juan Ángel y Ahinara.

Carrera. En 1987 empezó a jugar en el Tapaicuá, en su ciudad, como volante izquierdo. Al año siguiente fue a Cerro Porteño, mediante la recomendación de su entrenador Leoncio Valiente a Juvencio Osorio, técnico de las formativas del Ciclón. “Directo me vinieron a buscar”, es decir que no necesitó pasar prueba alguna, como se estilaba.

A Primera. En 1990 pasó a integrar la dotación principal azulgrana, porque los zagueros centrales importantes se habían lesionado, César Zabala y Blas Cristaldo. A esa altura ya era considerado como defensor por el profesor Sergio Markarián, que lo alzó, pero con el que no pudo debutar.

Esperado estreno. En el ‘91 sentó plaza en la escuadra superior de la mano de Paulo César Carpegiani y se consagró campeón del torneo República. “Debuté como central contra Luqueño y tenía que marcarle a Arsenio ‘Chiquito’ Benítez, un gigante. Me anticipé en casi todas las jugadas; salí prácticamente la figura”.

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Un año inolvidable. “El ‘92 para mí fue lo mejor. En febrero salimos campeones del Preolímpico y fuimos a Barcelona. Estuve presente en todas las presentaciones, en distintos lugares de la defensa, marcador central, lateral derecho, izquierdo. Fue mi mejor momento, jugué la Copa Libertadores”.

Gran evento. “Estar en los Juegos Olímpicos fue lo máximo, porque te encontrás con los mejores deportistas del mundo, como Steffi Graf, Rossana de los Ríos, estaba Arnold Schwarzenegger, fisicoculturista en su momento, el basquetbolista Michael Jordan. Lástima que no pudimos superar la segunda ronda para estar por más tiempo ahí”.

El torneo local. “En las últimas fechas de ese mismo año tuve una fractura del quinto metatarsiano frente a Luqueño y no pude estar en las finales contra Libertad, donde nos consagramos campeones con dos goles del ‘Chiqui’ Arce”.

Premio. “Ese era el momento de agarrar un poco de plata, pero a los que jugaron las finales nomás les tocaba el dinero grande, a los demás no. Los titulares y los suplentes ingresados por ejemplo recibieron 35.000.000 de guaraníes y a mí me dieron apenas G. 3.000.000”.

Pasos posteriores. “En el ‘94 fui transferido al Argentinos Juniors, estuve dos años ahí. Después milité en Ferro Carril Oeste y tuve que rescindir por una lesión en el empeine que me jodió todo el tiempo. Posteriormente estuve en Deportivo Italiano y en 1997 vine a Cerro Corá, donde tuvimos un gran equipo, con Eumelio Palacios, ‘Tigre’ Ramírez, ‘Metalero’ González y demás”.

Porcentaje de su transferencia. “En aquella época se vivía bien, pero no había mucho dinero. Cuando fui a Argentinos me tocaba el 20 por ciento de la operación, pero Raúl Doutreleau no me dio nada. Tuve que demandar y al final fui yo el malo de la película. Tuve que negociar con el siguiente presidente, Luis Domingo Lezcano, quien me dio G. 5.000.000 mensuales hasta alcanzar 40.000.000, cuando en realidad me correspondía 100.000 dólares”. Perdió lejos.

Molestia en el pie. “Paré un año para operarme, porque ya no podía correr, caminar. En el 2000 volví a River Plate, el Kelito y en el 2001 fui a Venezuela, al Mineros de Guayana, donde permanecí por cuatro temporadas”. A nivel profesional, era el cierre de su ciclo, pero la Liga Aregüeña requería de su concurso y actuó por Tapaicuá, 16 de Agosto, 4 de Agosto, Unión Paraguaya e Independencia. En el 2013 colgó definitivamente los botines.

Actualidad. “Estoy en una parada de taxi aquí en el centro de Areguá, cerca de la Cooperativa. Empiezo a las 07:00 y voy hasta las 14:00, 15:00, dependiendo del movimiento. Algunos conocidos tienen mi número y me llaman para llevarles a algún lado a cualquier hora. Es un buen trabajo, para no estar de balde”. La media de sus ingresos es de 200.000 guaraníes diarios; con esta crisis, a lo sumo llega a la mitad. Lo importante es que no solo depende de su máquina amarilla. “En casa, detrás de la comisaría (barrio San Roque), tenemos un almacén; atiende mi señora con mis hijos”.

El apodo. “Me dicen así desde la escuela. En el recreo jugábamos partiditos y al que me quería pasar (eludir) le agarraba con mis brazos. Un compañero me dijo una vez ‘parecés pulpo’ y quedó. Un conocido aregüeño viajero, que vende cerámica, plantera, alcancía, me gritó ahí en Cerro ‘haupéi Pulpo’ y como los muchachos escucharon, ya me bautizaron también con ese sobrenombre en el club”.

Sueño cumplido. “Siempre fui cerrista, crecí con mi abuela. Me gustaba ‘valita’ y jugábamos con los caramelos culturales que venían con la foto de los jugadores más destacados de la época. Una vez le dije a un amigo ‘algún día van a jugar con mi foto’ y se dio. Parecía solo un sueño”.

Merecía más. “Haciendo un análisis, creo que pude haber llegado mucho más lejos, ganar muchas cosas, porque era un tipo que se cuidaba. Pero no me quejo, gané muchas amistades, el respeto de la gente. Aparte jugar en una selección es lo máximo y yo estuve en todas las categorías”.

Prestigio. “Entre 1993 y 1994 me tocó estar al lado de grandes estrellas, como Romerito, Roberto Cabañas, José Luis Chilavert, Jorge Amado Nunes, Carlos Gamarra, entre épocas. Grandes estrellas de nuestro fútbol. Dios me dio la satisfacción de estar con ellos, compartir, aprender, bromear y eso tiene un enorme valor”.

Antes del fútbol. “Era ceramista, hacía la imagen de la Virgencita de Caacupé, alcancía, de todo, desde los 10, 12 años. Con eso ganaba mi platita, juntaba para mi pasaje, porque tenía que ir al Mercado 4 y de ahí a pie a la Olla azulgrana. Al término de la práctica tenía que hacer de nuevo la caminata para tomar el ómnibus. Se hace un enorme sacrificio; algunos nomás nacen en cuna de oro”.

Estudios. “Hice solo hasta el sexto grado. Tenía que dedicarme de lleno al deporte. Mi recreo era de 10 guaraníes y comía tortilla con pan, mi palo. Cuando jugábamos ‘balita’ y ganaba, comía algo más caro, pero a veces también perdía y... ‘asó’. Entonces, ‘py’a kororõ’”.

“Bautismo”. “En la primera concentración de Cerro tenía que compartir la habitación con otros tres jugadores que eran ‘monstruos’, Justo Jacquet, César Zabala y Pedro Garay. Tenía 19 años y en ese momento eran pocos los jóvenes que subían. Me mantenía calladito nomás hasta que venía la orden ‘andá traé agua’, para el tereré. La consigna que me daban era apagar la tele y como no había control remoto, tenía que levantarme únicamente de mi cama y esperar la culminación de la película para cumplir con la orden para evitar el castigo. No paraba de bostezar y ellos no tenían sueño luego, ya pasaba la medianoche. ¡Por fin! dije, al ver que se ubicaban para dormir”.

Directo al piso. “Me hicieron una broma Melanio Villalba y ‘Chiqui’ Arce. Entré y encontré la sábana lisa, perfectamente ubicada. Me tiré de lleno; había sido que quitaron la parrilla de la cama y me caí. Se rieron de mí y me quedé con rabia por lo que me había pasado, por no pillar. Cada cosa que te hacían”.

Sin plata en España. “Nuestro viático en Barcelona era apenas 15 dólares, casi no cobrábamos y encima nos eliminamos en la segunda fase contra Ghana. Unos compañeros fueron al shopping y los retornaron con cuatro, cinco paquetes llenos. ¿Mba’e pio la oikóva? decíamos nosotros los que nos quedamos, porque nadie tenía un peso. ‘Vayan nomás a traer que ahí no se paga luego’ nos dijo alguien, que mostraba remeras, bolsones, championes de grandes marcas”.

La segunda tanda. “Por lo menos con un recuerdo quiero llegar a Paraguay decía. Tomamos coraje también con ‘Chiqui’, Ricardo Sanabria y nos fuimos, era un enorme negocio de 10 pisos más o menos, con artículos deportivos. Empezamos a cargar y como tenía miedo, solo dos bolsones llené. Ganamos la calle y empezamos a correr (ombovu kamisa lómo). Es que nadie revisaba, no había alarma, ‘ndaipóri control’. Como había gente como hormiga, respetuosa, escogía los artículos y formaba fila para pagar en la caja. ‘Ore rojupa hese’ y tomamos el tren. No podíamos dormir, teníamos miedo que la policía viniera a nuestro hotel a revisarnos. Era prácticamente un robo el que hicimos”. En realidad, la palabra prácticamente está absolutamente de más.

vmiranda@abc.com.py