La vida con alegría

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LA VIDA CON ALEGRÍA
LA VIDA CON ALEGRÍAArchivo, ABC Color

Hombre de campo, funcionario militar, futbolista, peluquero en una situación límite y músico. Las distintas facetas de Marino Floro Duré, que vive el día a día con alegría. Tras un anuncio del cobro de un millonario premio por la clasificación a la Copa Libertadores con Atlético Colegiales, ladrones ingresaron a su casa, revolvieron todo, generaron un descomunal desorden y como no encontraron absolutamente nada de valor, tuvieron que conformarse con robarle su televisor de 14 pulgadas.

Marino Floro Duré Benítez nació el 26 de marzo de 1976, en San José de los Arroyos. Es hijo de don Floro Duré y doña Lidia. Sus hermanos son numerosos, Patricio, Adela, Rosalía, Dionisio, Bienvenido, Carlos, Olga, Gladys, Antonio, Eladio, Rossana y Néstor. De un kilo de coquito lanzado al aire, ninguno cae al piso, por lo muchos que son. Su esposa es Alicia Arévalos y sus hijos David, Marly, Luana y Florencia. A esta última “le quería poner Flora, pero no me aceptaron”. Menos mal.

Carrera futbolística. Sport Paraguay de su ciudad, selección juvenil sanjosiana, Humaitá de Atyrá, Colegiales, Luqueño, Recoleta, 12 de Octubre de Itauguá, Nacional, Choré Central, Rubio Ñu, River Plate, Sportivo Iteño y Silvio Pettirossi, cuando el elenco verdolaga estuvo en Primera. Sufrió la rotura de ligamentos cruzados y prácticamente colgó los guantes, pero su recuperación fue efectiva y volvió a jugar, en 5 de Abril de Atyrá, 4 de Octubre de Caacupé, San Blas de Piribebuy y Loma’i de Caraguatay.

La Albirroja. Fue convocado por Sergio Markarián para integrar la selección para un amistoso contra Australia. Era el suplente de Justo Villar y tenía un cupo asegurado, hasta que sobre la hora le llamaron “a un tal” José Luis Chilavert y no pudo viajar.

Chico travieso. “En la escuela era akã hatã, quería jugar pelota nomás luego. En el sexto no pasé de grado. El lema de papá es el que no quiere estudiar, tiene que quedar a carpir un año en la chacra. Cuando eso era mitã‘i y no me alcanzó todavía el castigo y tuve que repetir. “Terminé la primaria y no quería entrar en el colegio, quería trabajar en la chacra nomás, plantar takua re’e, melón, sandía, todo lo que sea agrícola”.

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De nuevo con la mochila. “Mis hermanos estaban en la facultad, se opusieron y tuve que ir al colegio. En cuarto curso, ya cerca de cumplir 17 años, de 11 materias solo pasé dos. Artística y educación física todo exhonerado y las otras dejé para febrero. Llegó fin de año y papá me dice ‘ha la nde libreta’. Se fue a la casa del director y se dio cuenta que nueve materias dejé. Y bueno, como ya tenía la edad me dijo epytata este año che ajuda kokuepe y cuando eso ya no quería trabajar en la chacra, me quería ir nomás ya al pueblo porque nosotros vivíamos en Colonia Presidente Franco, a seis kilómetros de San José, entre Itacurubí de la Cordillera”.

Sanción. “Me castigó, quedé a caranchear como se dice con mis bueyes, a carpir, papá tenía 20 hectáreas más o menos de caña dulce y tenía que mantener todo dulce. Llegada a las 05:00 de la mañana me levantaba, preparaba la comida para mis bueyes, tenía que ordeñar cuatro vacas por ahí, ha upe’i katu ahama hese. Ponía mi carreta, llevaba mi arado y me iba a la chacra”.

Importante paso. “Al cumplir 17 le dije a mis hermanos para que le diga a papá para ir al cuartel. Me envió al Regimiento Guardia Presidencial, che letra porã‘i voi y salí sargento segundo de la remesa 93, reserva 94, infante de corazón”.

Residencia capitaliana. “Vivíamos en el barrio San Pablo en la casa de mi papá. Los que se iban al cuartel se quedaban ahí para no pagar alquiler. Terminé mi colegio en el Pablo L. Ávila y trabajaba en la Digreten como empleado militar durante nueve años”.

Hecho curioso. “Me fui el primer día a la escuela y era de tarde. Mi maestra, señora Nélida, en la salida nos dijo ‘hasta mañana alumnos’ y al día siguiente yo me fui llegando a la mañanita. Me pregunto por qué iba esa hora y le dije ‘ndengo ere orevee curi hasta mañana’ y por eso vine de mañana”.

El fútbol. “Empezaba a practicar en Colegiales, me agarró Juan Zacarías y me preguntó de dónde venía, le expliqué, me hizo la prueba en esa arenera y empecé a quedarme. En 1998 jugué en la Reserva y en el 99 debuté antes de la liguilla contra Luqueño en la cancha de Cerro Corá. Destacados periodistas me vieron, hablaron muy bien de mí y surgí”.

Lindo recuerdo. “Entramos a la liguilla sin ningún punto de bonificación, empezamos a ganar, a Guaraní, 12 de Octubre y llegamos a jugar la final contra Olimpia, en la serie en la que se despidió Roque Santa Cruz para ir a jugar al Bayern Múnich”.

Un logro. “Jugamos un partido extra contra Cerro Corá por un cupo en la Libertadores y ganamos 2-1. Y en el 2000 nos volvimos internacionales. Gracias a este deporte viajé a Cali, Rosario, Lima. Al año siguiente fui a Luqueño y llegué a jugar otra vez una final, contra Cerro Porteño, de titular”.

Momento frustrante. “Jugamos la final con Cerro Porteño en Ciudad del Este, perdimos 3-1 y perdimos en el Feliciano Cáceres por un marcador similar. Francisco Ocampo me había dicho que un empresario portugués iba a llevar a Arístides Masi y Víctor Quintana; de paso se fijaron en mí y también me pusieron en la lista. Me iba a ir a Salgueiro, con 500.000 dólares de prima, 25.000 mensuales. Salí sorteado para el control del doping, fui el primero en orinar, dejé mi frasco sin lacrado ni nada. El jueves tenía que viajar, el miércoles salió fenmetrazina, una sustancia que no consumí. No sé que pasó. Al final se fueron los muchachos y me quedé con boleto en mano, me bajoneó bastante porque era el momento de ganar plata. Tres meses después más o menos se resolvió el tema, le castrigaron al médico por seis meses y me dejaron absuelto, me liberaron, pero ya perdiendo todo, sin viajar. Iba a ganar mucha plata y al final me quedé sin nada”.

Impensado oficio. El cierre de su carrera profesional fue en Pettirossi, por una lesión. “Darío Núñez no nos pagaba luego” y tenía que pagar el alquiler del departamento céntrico en Zodiaco. “Waldemar Maciel le dio trabajo de peluquera a mi señora y yo de ‘prepo’ agarré la tijera empecé cortar a los canilillatas. Al primero ambo pere paite, después fui mejorando y el jefe me puso al pelo, pero si cortaba a 10 recién iba a cobrar. En una de esas vino llegando un tipo que me reconoció y me animé a cortarle, tenía cabello escobillón. Me hablaba de partidos, de jugadores y mi corazón palpitaba fuerte porque no quería cortar mal y una hora por ahí duró mi trabajo. Cobré 20.000 y la mitad era para mí. Valoré muchísimo esa plata que encuadré el billete de 10.000, mi primera ganancia en peluquería, le puse fecha y todo eso. Puse en la pared y al día siguiente ya no encontré la plata. Mi señora había usado ra’e, demasiado me enojé”.

Tijerazo. “Seguí cortando a los compañeros de plantel. Al ‘Alemán’ Bernal le hice un peinado tasa. Son cosas imborrables que te marcan que el fútbol es momento, hay que aprovecharlo, hacer trabajar la plata, cuidar lo que gana porque muy rápido se va lo y cuando uno ya tiene compromisos, se desespera”.

Actualidad. “Mi agradecimiento a la Gobernación de Cordillera por haberme rescatado después de no haber jugado más al fútbol, poder hacer mi casa, mis hijos nacieron en Caacupé, gracias a las autoridades. Llevo 12 años trabajando en la secretaría de Deportes sin ser nombrado y no me animo a pedir. Qué bien me vendría un nombramiento, porque hasta ahora sigo siendo personal contratado”.

Una lección. “Estudié licenciatura en educación física, soy licenciado, técnico superior en fútbol. Después de no querer estudiar llegué a eso, como dice, nunca es tarde para aprender”. Promueve cursos en el tercer departamento mediante un convenio entre la Gobernación y la ENEF. “Me enorgullece ver a la gente que tenga la posibilidad de titularse y trabajar en el deporte. Varios profesionales de Primera estuvieron con nosotros. Gracias al fútbol gané muchas amistades y con los compañeros de Fudelpa estamos luchando para tener una sede propia”.

La música. “En Colegiales empecé a tocar cachacha a los muchachos, antes no había whatsapp. Nos reuníamos bajo el mangal y le metíamos cachaca piru y eso. Era nada más de hobby tocar el teclado, en la concentración, para hacer ambiente, hacer grupo y después me esforcé para poder cantar, por más que no canto tan bien, amo pa’a chupe. Al dejar el fútbol me invitaban los muchachos así de onda nomás, llevaba mi teclado y empezaba a cantar, hacíamos peña”.

A facturar. “Un compañero, Juan Ramón González, un pa’i, me dijo por qué no cobrás para salvar tu combustible y empecé a cobrar G. 250.000 para ir actuar en los cumpleaños. Ahí ya daba gusto, algunos ya me daban más. Con el transcurrir en el tiempo empecé a equipar más, comprar bafles, amplificador y llevaba a amigos a cantar. Ahora se sumó una chica, Carolina Báez, que le baja música romántica y Víctor Bobadilla, polquero. Che, cachaca piru. Alzamos un poco más el precio. G. 800.000, 1.000.0000, por dos horas de actuación. Y racaudamos, osalva paite”.

Un caacupeño más. “Síí, estoy en Cabañas. Número uno en Cordillera en cuanto al teclado. Estoy así rebuscándome, dando valor a la vida que no es fácil. Muchas veces cuando estamos bien, ganamos buena plata, con buen sueldo, no valoramos, porque no tenemos tanta responsabilidad. Ahora, al formar una familia, tener un hogar, pensás en muchas cosas. No hay que decaer ni estar de brazos cruzados, ese es mi mensaje”.

Anécdota imperdible. “En Atyrá concentramos para un partido por un cupo en Libertadores. Ellos (los Zacarías, directivos) tomando whisky, nos levantaron a las 03:00 de la madrugada y nosotros, todos con anatómico. Mba’e la oikova, dijimos. ‘Pe ganaro 100.000 dólares de premio’ nos dicen y después ya no pudimos dormir”, por la alegría y porque cortaron el sueño en un inusual horario. “Ganamos, era un viernes y al día siguiente salió en ABC la noticia del millonario premio. Ese sábado llegué a casa y había sido que entraron dos ladrones a revolver todo, a buscar plata. Nosotros 2.000.000 de guaraníes nomás ganamos esa vez, si la plata no se desembolsaba como ahora. Echaron todo, hicieron un desastre y llevaron mi televisor de 14 pulgadas”. Claro, para no retornar con las manos vacías.

vmiranda@abc.com.py