La explosión venció a la posesión

MOSCÚ (Federico Arias, especial). Y se terminó el Mundial, majestuoso desde su organización, con grandes y abarrotados estadios, goles de colección, sin un rey consagrado en lo individual pero con figuras superlativas que explican por qué llegaron los que llegaron, con momentos y anécdotas que con el tiempo pasarán a ser leyendas dentro de este bendito deporte.

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El Mundial que exilió en octavos a Messi y Cristiano, los dos mejores del mundo hasta aquí, que sacudió al planeta con la increíble victoria coreana en fase de grupos ante Alemania, entonces campeón vigente, despachando rápidamente al rival al que nadie quiere enfrentar.

El Mundial que cortó las alas a estructuras desorganizadas a pesar de ser grandes potencias, como pasó con la turbulenta Argentina de Sampaoli o la escandalosa España de Hierro, con la insólita despedida a Lopetegui, tras el acuerdo “secreto” de este con el Real Madrid.

El Mundial en el que Mbappé se deslizó como un turbo, en el que Modric dio cátedra, en el que Hazard mostró la mejor versión de sí mismo y en el que los ingleses, sin nombres exultantes pero con mucho empuje, llegaron hasta donde no lo hacían hace casi tres décadas.

El Mundial en el que el gran candidato Brasil no se pudo reponer a los fuertes golpes de una excelente Bélgica y quedó fuera del cuadro de honor, instalándose la polémica sobre las condiciones actorales de Neymar, llamado a ser una de las grandes figuras.

El Mundial del VAR, en el que los árbitros tuvieron un gran guardaespaldas desde la tecnología, minimizando absolutamente el margen de error en toda su disputa.

El 4-3 de los campeones ante Argentina, los penales atajados por el hijo del legendario Peter Schmeichel en Croacia-Dinamarca, el complemento entre belgas y brasileños, con un inmenso Courtois, el vuelco croata ante los ingleses, el hat-trick de Cristiano ante España, los festejos del Maestro Tabárez tambaleando con sus muletas, tantas imágenes...

Un Mundial que desmitifica que la posesión del balón conduce al éxito, ya que la mayoría de los juegos premiaron al que supo cómo llegar al arco contrario y no al que alquiló la pelota sin límite de tiempo pero con ideas muy limitadas.

Francia, el campeón, es el reflejo vivo de esto, porque la explosión desterró a la posesión en Rusia 2018, enterrando por momentos el ejemplo a seguir por casi todos, desde que España hizo un culto de la tenencia, en ese gran logro de Sudáfrica 2010.

Puede ser el inicio de un nuevo orden en el fútbol mundial, en el que el aprovechamiento de los costados, la velocidad y los movimientos trabajados en jugadas de pelota parada les dieron un gran rédito a quienes trabajaron en eso, el resto se volvió pronto.

O que lo diga Francia, aún con apellidos de primer nivel, trabajó para ser un equipo que sepa defenderse y sea letal a la hora de atacar, con movimientos que seguro marcarán tendencia en el fútbol mundial, como pasa cada cuatro años, en que todas las miradas apuntan a la estrategia del dueño de la corona.

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