Presupuesto privilegia gastos corrientes y superfluos, según sector empresarial

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El presupuesto general sigue dirigido a gastos superfluos y privilegia los gastos corrientes, donde la parte salarial es un ejemplo muy claro, de acuerdo a conclusiones de la asesoría económica de la Cámara de Anunciantes del Paraguay (CAP). El proyecto presupuestario, presentado hace unas semanas por el Poder Ejecutivo, se estudia actualmente en la Comisión Bicameral del Congreso.

El presupuesto nacional, así como está de nuevo el proyecto para el 2017, no busca satisfacer aquellas necesidades que sí son importantes para la ciudadanía, como salud, educación, seguridad, infraestructura, que son roles fundamentales de un Estado moderno, cual es proveer servicios públicos, según el análisis de Luis Saguier Blanco, asesor económico de la CAP, sector que sostiene que sin una profunda reforma del presupuesto no va a haber un cambio estructural en el país, porque siempre se van a destinar muchos más recursos al clientelismo, al nepotismo, etc., porque siempre ese presupuesto privilegia los gastos salariales y superfluos, cuando que para la ciudadanía en general eso no tiene valor agregado alguno.

Al respecto, Saguier alegó que el pago de impuestos, que financia esta “pesada carga estatal”, debería estar reorientado hacia aquellos servicios públicos que sí valora la ciudadanía. Consultado cuáles son las medidas que hay que adoptar frente a esta situación, se expresó a favor de “reformar profundamente el presupuesto”, porque “tuvimos un carnaval de gastos públicos, particularmente en salarios y mayor cantidad de funcionarios entre el 2010 y finales del 2012. Fue un descontrol total del presupuesto en materia de gasto salarial, y eso nos está costando muy caro hoy”.

Agregó que ante ese hecho, el presupuesto debería tener algunas restricciones al incremento populista que se quiera hacer en el futuro, determinando, por ejemplo, que los gastos corrientes no pueden crecer más que el producto interno bruto. “Entonces, si el PIB crece 3% o 4%, todo lo que representa el costo del funcionario no debería sobrepasar ese nivel. De 2010 a 2012, los salarios y la cantidad de empleados públicos se incrementaban entre 22% y 30% al año, y hoy estamos pagando las consecuencias”, insistió.

Preguntado si este Gobierno da señal de que quiere cambiar algo, Saguier contestó: “Por el crecimiento que se tiene, hay mucho más mayor prudencia hoy en cuanto al manejo de los gastos estatales de lo que hubo en periodos anteriores. No obstante, el punto central es que bajo ningún gobierno se ha podido avanzar en la reforma del presupuesto, que es lo que necesita el país”.

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Acotó que si el presupuesto sigue siendo un “saco roto”, cualquier incremento en la recaudación impositiva va a ir a parar a más clientelismo y populismo, porque el presupuesto está hecho de manera “injusta” para los ciudadanos, privilegiando gastos superfluos antes que inversiones, “que es lo que realmente necesita el país”.