Autoridades del Poder Ejecutivo, del Partido Colorado y ciertos analistas privados festejaron como el gol de la victoria de un partido final de campeonato la última colocación de bonos realizada por el Estado en los mercados internacionales por valor de US$ 450 millones. Este “logro” fue muy promocionado vía redes sociales, a tal punto que los referentes del propio Gobierno viralizaron una publicación del diario Clarín de la Argentina que ponderaba los números de nuestra economía y destacaba la venta de papeles a 30 años de plazo y a una baja tasa del 4,45%. Es evidente que este “éxito” en materia de colocación no debería traernos mucha alegría en momentos en que trasciende que la deuda pública se ha duplicado en menos de una década, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) nos enrostra un despilfarro del presupuesto público de US$ 1.500 millones anuales y el propio Ministerio de Hacienda admite que el año pasado el 97% de los tributos recaudados fueron englutidos por los gastos rígidos.
Tanto el presidente de la República, Mario Abdo Benítez, como su hermano el ministro de Hacienda, Benigno López, y el titular del Partido Colorado, el cartista Pedro Alliana, han salido a aplaudir públicamente la última gestión de gobierno. Los dos primeros alabaron la solidez de nuestras instituciones y los números de nuestra economía como fundamentos para ganar la confianza de los inversionistas. Referentes del sector privado han destacado que la demanda de estos papeles superó casi ocho veces el monto ofertado y la tasa ha sido la más baja desde que el país decidió volver a los mercados mundiales. El dinero, conforme se ha explicado, servirá en un 67% para el “bicicleteo” de deudas ya existentes, y el resto de contrapartida a empréstitos internacionales de organismos multilaterales e inversiones en infraestructura en obras viales, viviendas, entre otros. Más allá de la certeza de una parte de estas consideraciones y de otras medias verdades, lo cierto es que no hay mucho que festejar, y el elogio del medio argentino más bien debería servir de advertencia a las autoridades de los diferentes poderes del Estado, y de alerta a la ciudadanía toda, a fin de no bajar la guardia para impedir cualquier retroceso en los logros obtenidos.
Casi en simultáneo a esta noticia, el BID ha difundido un interesante estudio que coloca al Paraguay entre los países con peor gasto público de América Latina y el Caribe, conforme a un artículo publicado por el Foro Económico Mundial. Nuestro país aparece en el noveno lugar del ranking con un malgasto del 3,9% del Producto Interno Bruto (PIB), equivalente a US$ 1.560 millones anuales. Este concepto abarca derroches en obras públicas, despilfarros en remuneraciones a empleados y filtraciones en transferencias. A fin de tener una comparación, la reforma tributaria que rige a partir del 1 de enero pasado pretende recaudar US$ 300 millones al momento de su total implementación. Esto no hubiera sido necesario con solo aplicar un “tijerazo” parcial a esos derroches.
El Ministerio de Hacienda ha publicado la semana pasada las estadísticas de cierre de la ejecución presupuestaria 2019. Un dato alarmante: El 97% de los ingresos tributarios fue destinado a financiar los denominados gastos rígidos como remuneraciones a funcionarios, jubilaciones, pensiones y parte de la deuda. Durante el 2018 estas mismas erogaciones habían absorbido el 91% de los tributos, con lo cual se aprecia que este indicador se ha deteriorado, principalmente fruto del fuerte crecimiento de los gastos salariales (aumentos para determinados sectores) y el estancamiento de las recaudaciones impositivas a causa de la caída de las importaciones y la retracción de la economía. Esto explica de alguna manera la necesidad de engordar el endeudamiento a fin de cubrir los demás gastos del Estado.
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy
No hay dudas que la colocación de bonos del Tesoro ha posicionado al país en el mercado internacional, aunque a un alto costo para la ciudadanía. La primera oferta se había concretado en el 2013 al término del mandato del liberal Federico Franco. Desde entonces la deuda pública ha pasado de US$ 3.591 millones en 2012 a US$ 8.745 millones al cierre del 2019, con lo cual la relación respecto al PIB ha avanzado del 10% al 22,6%, respectivamente. En otras palabras, desde que aparecieron los bonos, la deuda pública se ha duplicado. Algún organismo debería realizar un estudio más detallado sobre los supuestos beneficios que ha traído al país esta hipoteca del futuro de nuestros hijos, porque hasta ahora se desconoce un análisis estadístico serio y profundo.
Recientemente el exministro de Hacienda César Barreto advirtió que de nada servirán las reformas tributarias que se realicen si no se pone freno al malgasto estatal y llamó a un pacto político amplio para imponer un tope al endeudamiento público del mediano plazo. Por ello, antes que celebrar el mayor endeudamiento del Paraguay y viralizar publicaciones del vecino país, las autoridades gubernamentales deberían hacer un profundo análisis de cómo y el porqué la Argentina desembocó en una calamitosa situación económica. Es imperioso reflexionar si no estamos siguiendo el mismo derrotero por vía de un incremento desmedido del endeudamiento, un populismo barato, el prebendarismo en el manejo de la cosa pública y la expansión de una corrupción rampante, factores fundamentales para ese declive.
Queda claro que los ciudadanos nada tenemos para festejar.