Nueva arremetida del cartismo contra el pueblo

Este artículo tiene 5 años de antigüedad

El Partido Colorado, la denominada Asociación Nacional Republicana, ha sido históricamente un factor de desequilibrio en la sociedad paraguaya, y sus protagonistas, salvo excepciones que no inciden en la regla, se valieron del sistema electoral perverso para acceder a distintos cargos, mediante maniobras oscuras y compra de voluntades. Una de las violaciones preferidas de estos usurpadores es la de la Constitución. En ese tren de pisotear nuestra Carta Magna, han desempolvado una vez más la intención de que el expresidente Horacio Cartes preste juramento como senador activo, aún cuando ella es categórica respecto a la imposibilidad de que un ciudadano que ejerció la primera magistratura ocupe un escaño como tal. De más está decir que, para Cartes, conseguir la coraza protectora del fuero en este momento es fundamental, a raíz de los problemas judiciales derivados de su relación con su “hermano del alma” Darío Messer. Los paraguayos y las paraguayas deben estar alertas para defender con toda firmeza la democracia y el Estado de Derecho en peligro.

El Partido Colorado, la denominada Asociación Nacional Republicana, ha sido históricamente un factor de desequilibrio en la sociedad paraguaya, y sus protagonistas, salvo excepciones que no inciden en la regla, se valieron del sistema electoral perverso para acceder a distintos cargos, mediante maniobras oscuras y compra de voluntades.

Esta conducta delincuencial, como todo comportamiento ilícito, hace que sus autores carezcan del más mínimo pudor frente a las normas jurídicas que rigen la vida de nuestro país. En efecto, una de las violaciones preferidas de estos usurpadores es la de la Constitución, que perpetran todo el tiempo, burlándose de todo el pueblo, acaparando los beneficios mientras la mayoría empobrece, o muere por atención humillante en los centros de salud, volviendo letra muerta aquello de la “igualdad ante la ley”.

En ese tren de pisotear nuestra Carta Magna, han desempolvado una vez más la intención de que el expresidente Horacio Cartes preste juramento como senador activo, aun cuando ella es categórica respecto a la imposibilidad de que un ciudadano que ejerció la primera magistratura ocupe un escaño como tal.

La Constitución reza: Artículo 189 - DE LAS SENADURÍAS VITALICIAS. Los expresidentes de la República, electos democráticamente, serán senadores vitalicios de la Nación, salvo que hubiesen sido sometidos a juicio político y hallados culpables. No integrarán el quórum. Tendrán voz, pero no voto.

Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy

De acuerdo con el texto constitucional, e incluso, con el testimonio de connotados convencionales constituyentes de reconocida vocación democrática, no existe margen de interpretación: quienes fueron presidentes de la República no pueden ocupar cargos electivos. Pero cuando se trata de políticos sin escrúpulos, y con ningún apego a la democracia, sin importar cuan claras sean las reglas de un Estado de Derecho, siempre tendrán una interpretación torcida, para saciar su ambición desmedida y perversa.

La nueva arremetida contra el pueblo viene de la mano de los monjes negros de siempre, los acólitos del cartismo, como el diputado Basilio “Bachi” Núñez –del clan Núñez–, uno de sus voceros en el Congreso, quien porta negros antecedentes, con denuncias por enriquecimiento ilícito. Asimismo, se le atribuye haber montado un negocio en plena plaza pública y esquilmado las arcas de la Municipalidad, en su época de intendente en Villa Hayes.

El otro eslabón en este engranaje, el actual presidente del Senado, Óscar “Cachito” Salomón, quien aparentemente está dispuesto a responder a los compromisos delincuenciales escritos en la ya tristemente conocida “operación cicatriz”. Debe recordarse que este logró ubicar a su hijo Felipe Salomón en la Secretaría de la Juventud, a pesar de no contar con mérito alguno para ello, y sin que exista hasta ahora ningún aporte desde ese lugar del Estado para la población joven. “Cachito”, sin embargo, es obediente a los deseos de Mario Abdo Benítez y Horacio Cartes, a quienes poco les importan los intereses generales, sino más bien los propios y los de sus respectivos grupos. Debe recordarse además que, demostrando su escaso apego a la Constitución, el titular del Senado se manifestó partidario del juramento como senador electo de Cartes y del otro expresidente, Nicanor Duarte Frutos, durante el tratamiento de ese tema en el Congreso en 2018.

En caso de que el presidente Abdo Benítez acompañe la proyectada violación de la Constitución, y no se desmarque claramente de ella, lo llevará inexorablemente a un intrincado laberinto, del que ya no podrá salir. El expresidente Cartes ha venido dando pasos concretos para recuperar el poder, y de hecho, proyecta la sensación de que es él quien viene disponiendo, por ejemplo, movidas en la Justicia, a pesar de no tener “la lapicera”, y ha concedido migajas a Abdo Benítez y su movimiento “Añetete” en el pacto “cicatriz”. Si llegara a instalarse en el Congreso, volverá a tener el control absoluto del poder, y, con más razón, desde allí mantendrá permanentemente en línea al actual Presidente con la espada de Damocles del juicio político pendiendo sobre su cabeza.

De más está decir que, para Cartes, conseguir la coraza protectora del fuero en este momento es fundamental, debido a los fantasmas que merodean a su alrededor a raíz de sus problemas judiciales derivados de sus vínculos con su “hermano del alma”, Darío Messer, hoy preso y procesado en Brasil en el marco de la escandalosa operación “Lava jato”.

Puesta en la balanza la responsabilidad que corresponde a ambos personajes en el nuevo escenario que se está gestando, el actual Presidente es quien lidera esta puja. Es Abdo Benítez quien tiene la obligación de hacer respetar la Constitución, manifestándose con toda firmeza al respecto, y no acompañar con su silencio o reunirse con quienes están embarcados en planes conspiraticios contra nuestra ley fundamental. Es hora de que ejerza con personalidad de estadista la magistratura, y demuestre que es él y no otro quien tiene en sus manos “la lapicera”. Hasta ahora, sus dubitativos y contradictorios actos no permiten suponer que cambiará su forma de gobernar, para satisfacción de quienes, con dientes afilados, se proponen asaltar el Estado de Derecho.

Los paraguayos y las paraguayas deben estar alertas para defender con toda firmeza la democracia y el Estado de Derecho en peligro, como ya ha ocurrido en otras memorables ocasiones.