Añoranzas del Presidente

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A lo largo de la historia, los pueblos han sido víctimas de tiranos que los sometieron con saña y extrema crueldad. Pero cuando esas tiranías son derrocadas y los demócratas asumen el poder, reconocen con humildad los errores que han cometido sus antecesores y realizan constantemente actos simbólicos de disculpas, como ha ocurrido en Alemania después de la Segunda Guerra Mundial. Aunque los nuevos gobernantes no sean responsables de los crímenes, con su actitud buscan construir una nueva forma de entendimiento social. Recordar los momentos nefastos de la historia permite reflexionar sobre aquello que no debe repetirse. Es por eso lamentable que el presidente Mario Abdo Benítez reivindique constantemente la dictadura de Stroessner, y la figura misma del tirano, como un paradigma de su ideal de líder. Es que tiene motivos para agradecer constantemente los favores que recibió su familia de parte del dictador.

A lo largo de la historia, los pueblos han sido víctimas de tiranos que los sometieron con saña y extrema crueldad. Sin embargo, con el tiempo, cuando esas tiranías son derrocadas, los verdaderos demócratas que a continuación asumen el poder reconocen con humildad los atentados contra los derechos humanos de los que fueron responsables sus antecesores. Esta ha sido, por ejemplo, la conducta de los Gobiernos alemanes democráticos respecto de las atrocidades cometidas por Hitler en la Segunda Guerra Mundial. Aunque estos gobernantes no son responsables de tales crímenes de lesa humanidad, realizan constantemente actos simbólicos de disculpas, para construir una nueva forma de entendimiento social, basada en el respeto del ser humano. Recordar los momentos nefastos de la historia de los pueblos permite reflexionar sobre aquello que no debe repetirse.

Es por eso lamentable que el presidente Mario Abdo Benítez reivindique constantemente la dictadura de Stroessner, y la figura misma del tirano, como un paradigma de su ideal de líder.

El martes pasado, en un acto de inauguración, de los que tanto alardean los servidores públicos como si fuera un gesto de generosidad para con el pueblo, olvidando que en realidad hacen su trabajo y con dinero que no les pertenece, el Jefe de Estado dijo: “Hace poco vinimos a inaugurar IPS en el departamento, de acá iremos a 12 Junio a inaugurar otra Unidad de Salud Familiar, vamos a pasar a Santaní y a San José Obrero a inaugurar otra Unidad de Salud Familiar, y después a Capiibary y 3 de Noviembre. Ipu porã 3 de noviembre o nahániri (…)?” (las negritas son nuestras).

El 3 de noviembre, los estronistas radicales como el Presidente de la República celebran el cumpleaños del dictador Alfredo Stroessner. Durante la dictadura, los serviles como el padre del actual Presidente (del mismo nombre, de donde le viene el sobrenombre de “Marito”), a quien se llamaba el “padre espiritual de la juventud colorada”, formaban largas filas sobre la avenida Mariscal López para ingresar al predio de Mburuvicha Róga, para estrechar alegres la mano del general sanguinario. Mientras algunos disfrutaban de este momento de cuasi humillación, esperando en la calle desde la madrugada para ser bendecidos por el dictador, otros compatriotas eran detenidos arbitrariamente, torturados por la policía, y otros desaparecidos. Algunos datos refieren que al menos 423 personas desaparecieron, 59 ciudadanos fueron ejecutados y 3.470 exiliados.

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Pero, indudablemente, para Mario Abdo Benítez (h), es muy tentador agradecer constantemente los favores que recibió su familia del dictador. Específicamente, su padre, quien formaba parte del tristemente célebre “Cuatrinomio de Oro”, junto al tenebroso Sabino Augusto Montanaro, ministro del Interior; Adan Godoy Giménez, ministro de Salud, y J. Eugenio Jacquet, ministro de Justicia.

Estas familias privilegiadas recibieron incontables beneficios a costa del sufrimiento del ciudadano común y de personas ilustres que soportaron tortura y exilio, por el simple hecho de no arrodillarse a los pies de Alfredo Stroessner. Pero esto, en lugar de causarle vergüenza al Presidente actual, lo enorgullece, y desde un desconocimiento lamentable, recuerda supuestas grandes obras del tirano, sin ofrecer ningún dato concreto que sea serio. Curiosamente, el admirador de Stroessner pasa por alto que, luego de la dictadura, salvo un espacio muy breve de tiempo, los Gobiernos sucesivos fueron del mismo signo, el Partido Colorado, que sostenía políticamente a quien se hacía llamar “el primer deportista”, “artillero corazón de acero”, “segundo reconstructor”, entre otras lisonjas de parte de serviles insensibles con el dolor de la mayoría indefensa. Vale decir que la situación lamentable de gran parte de la población se debe precisamente a los Gobiernos de la misma bandera política que lo llevó al poder.

Es por eso que cuando Mario Abdo Benítez y Horacio Cartes coinciden actualmente en un mismo proyecto, lo hacen porque tienen un mismo ADN, la esencia estronista. La última reunión celebrada en Mburuvicha Róga con gobernadores, tuvo como único objetivo mostrar al ciudadano común que ambos están decididos a seguir en la línea de congeniar contra los intereses del pueblo paraguayo. Es la hoja de ruta del Partido Colorado la que están definiendo, usando para eso la estructura y los recursos del Estado. Ese es el criterio mezquino de considerar solo a los amigos y serviles, sin importar las necesidades de las víctimas del sistema perverso que ellos sostienen.

A diferencia de los verdaderos estadistas, que son condescendientes con su pueblo sin importar las diferencias culturales, sociales o políticas, nuestros gobernantes descartan lo que no conviene a sus intereses personales o los de su entorno. Es por eso que el actual Presidente no solo no hizo un mea culpa de los atropellos cometidos por el régimen estronista, del cual formaba parte su padre y que lo benefició directamente, sino que reivindica lo que considera son las “luces” de un tenebroso sistema de opresión: algunos puentes, escasos kilómetros de asfalto, y su mayor orgullo, la hidroeléctrica de Itaipú, la caja de la cual abusan para enriquecerse cuando llegan al poder.

Pero, aunque para Mario Abdo Benítez resulte agradable y “suene bien”, como dijo hace unos días, la fecha 3 de noviembre, nacimiento del más temible dictador que padeció el Paraguay, la historia le tiene reservado un lugar, el que le toca a los antipatriotas que, despreciando el dolor y la pérdida de tantos hombres y mujeres, de niños huérfanos, se enorgullecen de ese denigrante pasado.

Al Presidente de la República le “hace feliz”, le “suena bien”, haber sido uno de los privilegiados de un sistema criminal que condenó a un pueblo, el mismo al que pertenece.