Audios cloacales que confirman la podredumbre de la Justicia

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Hoy se cumplen 1.069 días de aquel jueves 14 de diciembre de 2017 en que estallaron y retumbaron en todo el Paraguay los audios del #SePudreLaJusticia, y se debe decir que hay algo que NUNCA pasó en estos casi tres años: NI UNO solo de sus protagonistas salió a desmentir que fueran sus voces. NI UNO SOLO. Ya ni se diga que ni UNO solo de los entonces miembros del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados (JEM), jueces, juezas y fiscales a los cuales se llama o se menciona en diversos casos, salió a rebatir que se estuviera hablando de ellos. No solamente NO han negado que fueran sus voces, sus pedidos, órdenes, instrucciones, matufias y componendas de cloaca. Lo peor de todo es que hay testigos que confirmaron posteriormente los episodios de la mayoría de los audios. Hasta donde se puede ver, ni la Fiscalía ni los jueces necesitan de dichos audios para hacer justicia.

Hoy se cumplen 1.069 días de aquel jueves 14 de diciembre 2017 en que estallaron y retumbaron en todo el Paraguay los audios del #SePudreLaJusticia, y se debe decir que hay algo que NUNCA pasó en estos casi tres años: NI UNO solo de sus protagonistas salió a desmentir que fueran sus voces. NI UNO SOLO. Ya ni se diga que ni UNO solo de los entonces miembros del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados (JEM), jueces, juezas y fiscales a los cuales se llama o se menciona en diversos casos salió a rebatir que se estuviera hablando de ellos.

Peor aún. En el caso de Jorge Oviedo Matto, el exsenador admitió en entrevista a ABC Cardinal que no entendía cómo, pero que era su voz la que se oía en el audio del famoso “Casse, amanecé mañana en el banco”. Y en el repugnante caso de los aprietes del abogado, ex fiscal y ex ministro del interior Carmelo Caballero, la mañana del 13 de noviembre de 2017, cuando se difundieron sus primeros audios, él fue llamado por la producción de la radio, permaneció escuchando los mismos y luego de oírlos, dio la cara. Tampoco negó que fuera su voz la que se oía en el caso de la Secta Moon donde él iba a intervenir; al contrario, aclaró de qué caso se trataba, y fue más lejos aún explicando de qué le hablaba al secretario de González Daher: unos imperdibles e irrebatibles 14:53 minutos usó para confirmar que era él quien hablaba y hacía arreglos alrededor de un caso judicial. Posteriormente se lo habría de oír en más audios, sobre más casos judiciales, jactándose de aprietes a la exfiscala Teresa Rojas, traficando influencias para el cargo del Fiscal General, pidiendo imputaciones a los fiscales a cambio de dinero y contando cuánto dinero pedían algunos de ellos.

No solamente NO han negado que fueran sus voces, sus pedidos, órdenes, instrucciones, matufias y componendas de cloaca. Lo peor de todo es que hay testigos que confirmaron posteriormente los episodios de la mayoría de los audios. Desde ex y actuales miembros del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados (JEM) como Óscar Tuma, Cristian Kriskovich o Adrián Salas, pasando por jueces, fiscales y abogados de los casos que se iban ventilando. Un largo rosario de víctimas de estas componendas judiciales también contaron sus versiones: estafados, padres de jóvenes víctimas de golpizas, gente que había sido violentada judicialmente. Las voces de los entrevistados confirmaban fechas, datos, testimonios y escándalos irrebatibles; esta vuelta, no se podía culpar a los “mafiosos” que habían decidido intervenir “ilícitamente” el celular de Raúl Fernández Lippmann. Eran voces oficiales, dando la cara, en entrevistas voluntarias, testigos que lacónicamente –uno tras otro– iban confirmando los sucesos.

Uno de los peores casos fue el del fiscal Ángel Ramírez. Antes de que estallaran los audios, en mayo de 2017, el JEM presidido por Óscar González Daher suspendió al mencionado fiscal que investigaba la firma de la esposa escribana de OGD, Nélida Chaves, en un conflicto entre el grupo Favero y un matrimonio que había sufrido un despojo; el fiscal investigaba además las firmas fantasmas de la ANR para la enmienda pro reelección presidencial de Horacio Cartes. El citado agente del Ministerio Público cometió el “sacrilegio” de pedir el peritaje de la firma de la escribana Chaves y le cayó encima la guillotina. Cuando estallaron los audios, uno de los casos que tangencialmente se ventilaron fue justamente el suyo.

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El fiscal Ramírez se animó a confesar al aire que el abogado de la esposa de González Daher, Pedro Cano (posteriormente también secretario del JEM), se arrimó a su propia oficina a “recordarle” que la señora era la esposa del mandamás del JEM y que podía terminar suspendido. Y, efectivamente, terminó suspendido; al día siguiente de su suspensión y sin coraje para confesarle a su familia que lo habían cesado por intentar hacer justicia, se puso su mejor traje y con el poco dinero que le quedaba fue a un supermercado a comprar un cartón de leche. El fiscal Ramírez también dio la cara públicamente, confirmando estos sucesos.

“Para mostrarles a estas juezas que son unas mierdas, entendiste”, se le escucha socarronamente y muerto de risa a Óscar González Daher en una llamada del exdiputado y también exmiembro del JEM, abogado Óscar Tuma. Este último confirmó la existencia del llamado y su reclamo por una nota que le había hecho firmar el capitoste: “¿Qué lo que me hiciste firmar? Todo el mundo me llamó”. El caso tenía que ver ni más ni menos que con Ramón González Daher, el hermano, quien hoy día se devela que llegó a meter más de medio millar de demandas penales en la fiscalía por temas vinculados a la usura. Un mecanismo perfecto de apriete, sospechas de adulteraciones y falsificaciones que terminaban en grandes despojos de bienes de compatriotas; sus bolsillos crecían evadiendo al fisco y chupando propiedades. Ambos hermanos se fagocitaron patrimonios de ciudadanos que, lejos de ser amparados por la justicia, eran violados nuevamente en los estrados de Astrea.

Hasta aquí se puede ver que ni la Fiscalía ni los jueces necesitan los audios para hacer justicia. Desde el 17 de diciembre de 2017, hay varias decenas de audios legales con confesiones, confirmaciones, casos judiciales, investigaciones abiertas y concluidas, sumarios, averiguaciones, decisiones que fueron revertidas por injustas y un largo listado de testigos que avalan cada una de las trapisondas que se oyen. Si el caso de los audios, como se conoce popularmente a esta cloaca destapada, no llegara a castigar a todos y cada uno de los responsables de las aberraciones que se oyeron y de los casos que se consumaron, estaremos dejando firme la más abyecta de las sentencias: la de que Paraguay es una cadena eterna de infortunios.

Nuestra nación no puede ni debe olvidar nunca el descubrimiento de este cáncer que le brotó de la mano de una gavilla siniestra y que aún no consigue extirparse. Durante aquellos días, una ciudadanía enmudecida tuvo que confrontar la amarga realidad y convencerse por qué algunos casos se daban vuelta; por qué algunos fiscales que eran atropellados y denunciaban cómo los sometían se quedaban indefensos. Por qué muchos denunciados con serios indicios de culpabilidad se salvaban y por qué investigados con presunción de inocencia terminaban con la soga al cuello.

Los habituales murmullos en pasillos de Tribunales dan cuenta de que todo podría estar preparado para caer sobre un chivo expiatorio: el “partner” Fernández Lippmann, alguien que NUNCA pudo haber movido el engranaje que movió sin el respaldo de su jefe Oscar González Daher, un hombre al que se lo escucha alto y claro llamar a Jueces y Fiscales. El “patrón” que le pagaba sobresueldos en su casa, con fajos de billetes sacados de enormes tortas de dinero con los cuales costeaba, centavo sobre centavo, el ultraje inmisericorde al Paraguay.