Mirar para adelante y traer vacunas

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Hay una certeza en medio de la gran incertidumbre por la que atraviesa la República. Sea que Mario Abdo Benítez siga o no en el Gobierno, sean cuales sean los relevos que haga en su gabinete, más allá de cualquier cambio que se pueda intentar en las políticas públicas, hay un factor que sobresale sobre todos los demás para dar soluciones y tranquilidad a la población y para normalizar el funcionamiento del país: las vacunas. La vacunación no solo es importante para reducir los contagios y, con suerte, interrumpir la circulación del coronavirus, sino también para la reactivación económica, la recomposición de las relaciones sociales y el restablecimiento de las libertades ciudadanas. Allí deben estar concentrados todos los esfuerzos de ahora en más, tanto por parte del Estado como por parte del sector privado, así como de la sociedad civil y de las fuerzas políticas. Es necesario mirar para adelante y enfocarse en ese objetivo. De lo contrario la crisis continuará y se agravará, no importa quién esté al frente.

Hay una certeza en medio de la gran incertidumbre por la que atraviesa la República. Sea que Mario Abdo Benítez siga o no en el Gobierno, sean cuales sean los relevos que haga en su gabinete, más allá de cualquier cambio que se pueda intentar en las políticas públicas, hay un factor que sobresale sobre todos los demás para dar soluciones y tranquilidad a la población y para normalizar el funcionamiento del país: las vacunas. La vacunación no solo es importante para reducir los contagios y, con suerte, interrumpir la circulación del coronavirus, sino también para la reactivación económica, la recomposición de las relaciones sociales y el restablecimiento de las libertades ciudadanas. Allí deben estar concentrados todos los esfuerzos de ahora en más, tanto por parte del Estado como por parte del sector privado, así como de la sociedad civil y de las fuerzas políticas.

La crisis que hace tambalear al Gobierno se debe principalmente a lo que la gente percibe como una inaceptable ineptitud en el manejo de la pandemia. Por supuesto, los escándalos de corrupción producen una profunda indignación al poner de manifiesto la insensibilidad y la falta de patriotismo de las roscas que siguen enquistadas en la administración pública y en círculos cercanos al poder de turno, que de manera repugnante lucran o intentan lucrar indebidamente a costa del sufrimiento de los demás. Sin embargo, la gota que rebasó el vaso fue la evidencia de que fueron incapaces de preparar el sistema sanitario para afrontar la emergencia pese a contar con todos los recursos y las herramientas necesarios a su disposición, tras un año de durísimos sacrificios exigidos a la ciudadanía y después de haber endeudado al país a un ritmo sin precedentes.

El detonante fue que, con poco más de mil internados por covid a nivel nacional, es decir, el 0,01% de la población, con unos 250 en terapia intensiva (0,003%), en el Ineram no quedaban siquiera sedantes para intubar a los enfermos graves. Y se trata del hospital público insignia en la lucha contra el virus, ni hablar del resto. Pero si el Gobierno mostró estas graves falencias en la contención del problema, donde realmente fracasó fue en la solución estructural que todos estábamos esperando, la que, por el momento, solo puede venir a través de las vacunas.

Contar de manera oportuna con suficientes vacunas debió ser el objetivo estratégico más prioritario de la política sanitaria, pero la gestión para obtenerlas fue tremendamente decepcionante, por decir lo menos. Jactanciosamente establecieron como meta inmunizar al 50% de los habitantes en 2021, lo que cubriría prácticamente a toda la población adulta y el total de los requerimientos inmediatos, ya que la vacuna no está indicada para menores de 18 años. Pero estamos en marzo y solo llegó una primera insignificante partida de 4.000 dosis más otra de 20.000 donada por el Gobierno chileno, cuando se necesitan 7.000.000 de aplicaciones para cumplir la meta (dos dosis por persona).

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Pecaron al mismo tiempo de soberbios e ingenuos. Apostaron todas sus fichas al “Mecanismo Covax” y a la burocracia multilateral de la Organización Mundial de la Salud, cuando todos los países de la región pusieron a trabajar su diplomacia y recurrieron a lo que estuvo a su alcance para asegurarse de no quedar al margen en algo tan importante, con resultados muchísimo mejores que los de Paraguay. Las autoridades nacionales pagaron por adelantado a Covax por la provisión de 4.300.000 dosis y creyeron que con eso estarían resguardadas, pero a la hora de la verdad solo consiguieron la promesa de recibir 36.000 dosis para fines de este mes, de un total de 304.800 hasta fines de mayo, un volumen absolutamente insuficiente. Tal fue el fiasco, que se niegan a divulgar el texto de la comunicación enviada por Covax después de haberla anunciado con bombos y platillos.

Paralelamente, en vez de facilitar la importación privada, pusieron trabas en la tramitación de los registros sanitarios, probablemente para dar lugar a jugosas coimas, y hasta llegaron a amenazar con confiscar el material traído por los laboratorios. Al desatarse la crisis, rápidamente buscaron recomponer la situación y prometieron allanar el camino para la participación de las empresas del sector, lo cual no hace más que confirmar que ya antes era posible y no lo hicieron.

Como sea, dadas las circunstancias, todo esto debe quedar atrás o, por lo menos, postergado en aras de ocuparse de lo perentorio. El país necesita millones de vacunas para poder dar respuestas a la gente. En este momento es necesario mirar para adelante y enfocarse en ese objetivo. De lo contrario la crisis continuará y se agravará, no importa quién esté al frente.