De acuerdo con la denuncia de los pobladores, el predio no supera media hectárea de extensión y está ubicado cerca de dos pozos que surten a dos aguaterías que operan el sector y a unos cien metros en línea recta de la naciente del arroyo Potrerito, que hasta la fecha se ha mantenido cristalino y libre de contaminación. Sin embargo, lo más grave es que en las inmediaciones del terreno están afincadas innumerables familias que todavía beben de aljibes.
El temor de los vecinos es que las impurezas que generen los restos humanos que se depositen en lo que sería el futuro camposanto, a la larga terminen contaminado el lecho del arroyo, los pozos artesianos y sus aljibes.
La mayoría de los pobladores de la compañía se dedican exclusivamente a la agricultura y dependen de la pureza del agua para realizar sus labores.
Actualmente, un grupo de vecinos está acampanado frente al lote, debido a que el jefe comunal aparentemente ya les aseguró que no cambiará de opinión y a envió hombres y máquinas para limpiar y acondicionar el lugar para erigir el cementerio.
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Pero lo más grave es que los afectados no saben si la Municipalidad cuenta con la aprobación del Ministerio del Ambiente, que tiene un protocolo específico para la instalación de los camposantos.