WASHINGTON (AFP). El presidente ruso, Vladimir Putin, ratificó también, por su parte, el 3 de julio pasado, la suspensión de la participación de Rusia en ese acuerdo.
La retirada de los dos países pone fin al tratado INF que, al prohibir el uso de misiles con un alcance de entre 500 y 5.500 km, había permitido la eliminación de los proyectiles balísticos SS20 rusos y Peshing estadounidenses desplegados en Europa.
Washington denuncia desde 2014 que Moscú desarrolla sistemas que infringen el tratado INF.
Rusia anda “tonteando”
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El misil de la discordia, el 9M729, tiene un alcance de unos 1.500 km según la OTAN, y de unos 480 km según Moscú.
“Rusia ha estado tonteando durante mucho tiempo, primero negando que este misil existe, y luego reconociendo su existencia pero diciendo que respetaba el acuerdo”, remarcó el analista militar Alexander Golts.
Cuando Estados Unidos llevó a cabo sus denuncias, y Trump afirmó su intención de abandonar el tratado, en octubre de 2018, Rusia no hizo nada para intentar retenerlo.
De hecho, altos responsables rusos criticaban desde hacía años el tratado INF. Se impuso en el Kremlin la idea de que Rusia no necesitaba el acuerdo.
En Moscú, el tema volvía siempre a la actualidad en cada nuevo anuncio de despliegue de un sistema de defensa antimisiles estadounidense en Europa o Asia.
Para Washington, estos sistemas son únicamente defensivos, pero para Rusia se trata de una amenaza a sus puertas.
Nuevas armas
Por eso no sorprende que el Kremlin anunciara tan rápidamente nuevos misiles.
“Ahora que el tratado está acabado, vamos a ver el desarrollo y el despliegue de nuevas armas”, asegura Pavel Felgenhauer, para quien “Rusia ya está preparada” .
Estas nuevas armas, mencionadas por primera vez por Putin ya en diciembre de 2018, ante los altos rangos del Ejército, fueron detalladas en febrero, durante una reunión entre el presidente ruso, el jefe de la diplomacia, Serguéi Lavrov, y el ministro de Defensa, Serguéi Shoigu.
Además de la creación de un misil terrestre de medio alcance, Moscú tiene la intención de desarrollar una versión terrestre de los misiles Kalibr, hasta ahora utilizados por la Marina y probados con éxito en Siria, donde el ejército ruso interviene desde 2015 en apoyo al régimen de Bachar al Asad.
Pero Rusia tiene limitaciones: tiene problemas para salir de la crisis en la que está sumida desde 2014 y su presupuesto militar es 10 veces inferior al del ejército estadounidense.
El desarrollo de nuevos misiles tiene que hacerse “sin aumento del presupuesto de Defensa” , precisó a su ministro de Defensa Putin, quien ha criticado varias veces la carrera “frenética” armamentística.
Armamento convencional
Ciertos sectores europeos mostraron preocupación ante la posibilidad de que se inicia una nueva carrera armamentística en su continente.
Por su parte, Washington aseguró que no desplegaría nuevos misiles nucleares en Europa.
Sobre el despliegue de armas convencionales, no realizó ninguna declaración oficial.
La OTAN (integrada por Estados Unidos y sus aliados europeos) apoyó la postura estadounidense, corroborando que determinados misiles rusos violaban el tratado INF.
