HONG KONG (AFP). Con niños de todas las edades, en carritos o a pie, portando balones, cientos de familias salieron a la calle ayer.
En coloridos folletos distribuidos entre los asistentes, un abecedario explicaba el movimiento de protesta de forma lúdica a los niños: A de “Angry” (Enfadados), D de “Demonstration” (Manifestación), o P de “Protestation” (Protesta).
Faye Lai, empleada de un teatro local que había acudido con su sobrina de tres años, confiaba en que la concentración ayudara a los más pequeños a entender la crisis que sacude Hong Kong desde hace semanas.
“Tenemos que explicar a los niños la situación en que actualmente se encuentra Hong Kong y enseñarles cómo es una buena sociedad”, señaló. “El futuro pertenece a los niños. El futuro de Hong Kong les pertenece”.
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Sentada en el aeropuerto
“Llegados a este punto debemos participar en todos los eventos, especialmente aquellos centrados en las futuras generaciones, no solo las manifestaciones y marchas”, consideraba Roger Cheng, empleado de oficina de 50 años también presente en la concentración de familias.
Horas antes, un grupo de personas mayores habían organizado otra concentración bautizada como “Cabellos plateados” para entregar peticiones al cuartel general de la Policía y a la oficina de la jefa del Ejecutivo, Carrie Lam (funcional a Pekín), con el objetivo de mostrar su apoyo a la contestación.
La concentración de las familias había sido autorizada, a diferencia de otras manifestaciones previstas para el fin de semana.
Los manifestantes pretenden intensificar la movilización con acciones como una sentada de tres días en el aeropuerto internacional, que comenzó el viernes y reunió a miles de personas.
Su objetivo es sensibilizar con su causa a los visitantes extranjeros que llegan a Hong Kong.
Nacida del rechazo a un proyecto de ley para autorizar las extradiciones a China continental, donde rige una dictadura comunista, la movilización se ha convertido en una verdadera lucha por mantener la democracia de esta región autónoma, acosada por el régimen totalitario de Pekín.
Los militantes prodemocracia exigen la retirada definitiva de la ley de extradiciones, así como la dimisión de Carrie Lam y la designación de un sucesor por sufragio universal, en lugar de los actuales nombramientos a dedo desde Pekín.
Lam excluyó el viernes hacer concesiones al movimiento democrático.
