Chile, sacudido y perplejo por vandalismo en protesta

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Las protestas por la suba de pasajes del metro, en Chile, fueron aprovechadas por grupos radicales, con disturbios violentos signados por actos vandálicos, saqueando y quemando locales comerciales, estaciones del metro, iglesias y, ayer, el incendio de una prestigiosa universidad.

SANTIAGO (AFP, EFE). Los incidentes violentos, liderados por encapuchados que se suceden desde el 18 de octubre han desinflado las convocatorias a manifestaciones pacíficas de protesta contra las medidas del Gobierno.

Las protestas han sido dominadas por grupos radicales (anarquistas y filocomunistas) que alegan que debe ser destruido lo que consideran contrario a sus ideas.

Desde aquel viernes 18 de octubre, cuando el aumento en la tarifa del metro destapó ira en las calles de Santiago, los chilenos reclaman contra diversas situaciones.

El país goza de las mejores condiciones económicas en la región, y es uno de los países con mayor bonanza económica del mundo, pero ciertos grupos reclaman que el gobierno debe hacerse cargo de ciertas ramas, que ahora están en manos privadas, como la educación, salud y pensiones.

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Felipe Berríos, sacerdote jesuita, fundador de la ONG Techo y referente de opinión pública, dijo que cree que el gobierno de Sebastián Piñera, uno de los hombres más ricos de la región, ha sido muy lento para reaccionar.

La crisis se alarga, los reclamos de un movimiento sin líderes identificables suben y bajan al ritmo de likes y ‘trending topics’ en las redes sociales, y Piñera luce desorientado para calmar la calle.

Berríos cree que la dictadura dejó un “cierto complejo” y por mucho tiempo se descuidaron grupos de anarquistas que se fueron desarrollando en la sociedad frente a una policía de inteligencia débil.

“Han sido muchos factores que han incidido en estos desmanes que no los quiere ni acepta las mayorías” que piden un país más justo, dice.

Convencido que de esta crisis se sale solo por la vía política, Berríos se aleja de cualquier opción de “iluminados” y de aquellos que piden la “renuncia Piñera” .

“Yo nací y crecí con pañales de tela y distinguí desde niño que una cosa era el pañal y la otra era la ‘caca’, y cuando olía mal había que sacar la caca para volverlo a usar. El pañal son las instituciones y sirven para que no se nos desparrame la caca”, dice.

“Las nuevas generaciones han crecido con pañales desechables y cuando huele mal el pañal, botan todo (...) creen que es refácil decir que renuncie el presidente o decir que traigan a alguien de afuera que no pertenezca a ningún partido político”, agrega.

Para Chile, que estuvo 17 años bajo una dictadura –que dejó 3.200 muertos y más de 1.000 desaparecidos–, significó un gran desafío unirse para sacar al dictador a través de un plebiscito, en 1988.

A medida que el país crecía afrontó retos para instaurar derechos civiles, pero ahora “tenemos un desafío que es más complejo, porque tiene que ver con un mejor trato entre los chilenos, que no haya un chileno de primera ni de segunda clase”, agrega.

Evaluación de los DD.HH.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha solicitado al gobierno del presidente Sebastián Piñera que le permita hacer una “visita de trabajo” para evaluar la situación sobre las garantías civiles en el marco de las protestas que sacuden actualmente a Chile.

“Hemos hecho una invitación a Chile” para “poder tener una visita de trabajo” con el objetivo de “evaluar en terreno la situación” de los derechos humanos en ese país, declaró la panameña Esmeralda Arosemena, quien preside el 174º periodo de sesiones de la Comisión, que se inauguró ayer en la capital ecuatoriana.