TORONTO, Canadá (EFE). El accidente, en el que murieron los 176 ocupantes del avión, se produjo poco después de que Irán lanzase decenas de misiles tierra-tierra contra dos bases militares en Irak utilizadas por Estados Unidos en represalia por el asesinato del general iraní Qasem Soleimaní en una operación militar de EE.UU.
A bordo iban 82 iraníes, 63 canadienses, 11 ucranianos, 10 suecos, cuatro afganos, 3 alemanes y 3 británicos.
Trudeau añadió que las autoridades canadienses creen que el supuesto derribo del avión ucraniano “puede haber sido no deliberado”.
“Tenemos inteligencia procedente de múltiples fuentes, incluidos nuestros aliados y nuestra inteligencia. La evidencia indica que el avión fue derribado por un misil tierra-aire iraní”, explicó Trudeau.
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Funcionarios estadounidenses no identificados dijeron que los sistemas de defensa aérea iraníes probablemente derribaron por error la aeronave.
Por su parte, Ucrania pidió a sus aliados occidentales que le proporcionen “pruebas” que ayuden en la investigación del siniestro.
En tanto, las autoridades iraníes afirmaron que no tienen “ningún sentido” los rumores de un ataque con misil contra el avión ucraniano.
Los primeros datos de la Organización de la Aviación Civil iraní apuntan a que el avión sufrió un incendio antes de caer. También, barajan otras hipótesis: ataque terrorista, colisión con un dron o explosión del motor por razones técnicas.
Trudeau se limitó a señalar que la información preliminar que poseen “refuerza la necesidad de una profunda y completa investigación” del accidente.
Además, confirmó que la República fundamentalista no está permitiendo que investigadores canadienses participen en las labores para esclarecer las causas del accidente.
Existe cierta confusión sobre la suerte de las cajas negras, cruciales para las investigaciones futuras.
La agencia iraní Mehr citó comentarios de Ali Abedzadeh, presidente de la Organización de Aviación Civil iraní (CAO) según los cuales Irán no entregaría las cajas negras a los estadounidenses. Solo unos pocos países, entre ellos EE.UU., Alemania y Francia, tienen capacidad técnica para analizar cajas negras.