WASHINGTON (AFP). Se cree que su plan para poner fin al conflicto gira en torno al fomento de la inversión económica masiva. Después de muchos aplazamientos, la iniciativa de paz se esperaba hace varios meses.
En junio se presentó el capítulo económico, un llamado a inversiones internacionales para invertir US$ 50.000 millones en los territorios palestinos y los países árabes vecinos a lo largo de diez años.
Pero los líderes palestinos, que se han negado a discutir con el gobierno de Trump desde que el presidente estadounidense reconoció a Jerusalén como capital de Israel, han rechazado de antemano el plan estadounidense que parece enterrar la solución de dos estados hasta ahora sostenida por la comunidad internacional.
Las negociaciones israelo-palestinas llevan décadas de lentos avances y acelerados retrocesos.
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Se trata de uno de los conflictos de más larga data del mundo. El estatus de Jerusalén es uno de los principales escollos en las negociaciones de paz y de establecimiento de un futuro Estado palestino.
Mediante el voto paraguayo, nació el Estado de Israel y luego, en el 2011, reconoció como estado independiente a Palestina.
Nace muerto
La Autoridad Palestina reiteró su rechazo categórico al plan de paz de la Casa Blanca, y destacó el hecho de que Donald Trump haya reconocido a Jerusalén como la capital de Israel.
Los palestinos quieren hacer de Jerusalén Oriental la capital del Estado al que aspiran, pero Israel considera que Jerusalén es su capital “unificada e indivisible”.
El pasado miércoles, el presidente Abbas subrayó “la importancia del papel de Francia y Europa para salvar el proceso político” durante una reunión con el presidente francés Emmanuel Macron que visitó Ramala, sede de la Autoridad Palestina.
“Cualquier proceso de paz solo es posible si las partes implicadas quieren construir la paz, entonces Francia ayudará”, dijo Macron en Jerusalén.
Trump llegó al poder en 2017 prometiendo negociar la paz israelí-palestina, con lo que denominó “el último acuerdo”.
Pero desde entonces ha tomado una serie de decisiones que han indignado a los palestinos, incluyendo el recorte de cientos de millones en ayuda y la declaración de que Estados Unidos ya no consideraba los asentamientos israelíes en Cisjordania como ilegales.
