Este grupo paramilitar está formado por fanáticos del chavismo, organizados para mantener el poder con la fuerza, si la lealtad del Ejército fallase, aunque los oficiales militares también están todos alineados con el régimen, y los mandos medios y tropa, vigilados por agentes de la dictadura cubana, que formó los cuadros represores chavistas, usando sus 70 años de experiencia.
Además, una nueva disposición gubernamental permite mayor discrecionalidad a estos “camisas pardas” para no obedecer un mando institucional, sino exclusivamente partidista.
“En un momento determinado ellos (los milicianos) podrían decidir no hacerle caso al comandante estratégico de la FANB sino al presidente (Nicolás) Maduro porque esa es la disposición de esta ley”, advierte a la agencia EFE el profesor Pedro González Caro sobre una reforma a la norma castrense que entró en vigencia esta semana.
Acatando los deberes militares de obediencia y subordinación que fueron incorporados en la nueva ley, el texto fue aprobado sin discusión ni objeciones en la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), un organismo inventado por el régimen para utilizarlo como “congreso popular”.
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La Milicia, en esta nueva norma, adquiere atribuciones especiales en materia de inteligencia y contrainteligencia, en tanto que tiene la misión de “registrar, organizar, equipar, adiestrar y adoctrinar al pueblo”.
“Van a recibir un entrenamiento para ser como espías del Gobierno en los lugares donde trabajan (...), lo que podría desatar una cacería de brujas y de elementos disidentes que permitan al Gobierno mantenerse en el poder”, explica González Caro, capitán de navío retirado.
Este propósito, prosigue el analista, lo ha conseguido la llamada revolución bolivariana luego de cinco reformas a la ley militar en los últimos 15 años, sin que ninguno de esos cambios estuviese jamás bajo el control del Parlamento, sino que fueron implementados por la vía de decretos ejecutivos.
Una misión tácita de los milicianos es llenar el espacio dejado por las miles de deserciones dentro de las Fuerzas Armadas de militares que no querían formar parte de la dictadura chavista.
Estos fanáticos se dicen dispuestos a defender al régimen de cualquier “enemigo”. Y es ese propósito, de garantizar que el chavismo siga gobernando, la razón de ser de cada miliciano.
Fuerza bien adoctrinada
Desperdigados en hospitales, escuelas, en casi todas las instituciones públicas, y en la Fuerza Armada; los milicianos son los más grandes ojos del chavismo en el país.
“Son sueños del comandante Chávez que quedaron allí escritos”, dice el miliciano Nataniel Vásquez, en alusión al fallecido expresidente Hugo Chávez.
Este hombre relata que en el último trienio ha aprendido “algunas artes militares” como saber la forma en la que “actúa el enemigo” o “de qué manera quiere confundir”.
