Una pandemia en tres actos: China, la Unión Europea y ahora América

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BALANCE Y PROPAGACIÓN DE LA PANDEMIA DE COVID-19
BALANCE Y PROPAGACIÓN DE LA PANDEMIA DE COVID-19Archivo, ABC Color

China comienza a ver la luz en medio de la epidemia; la Unión Europea (UE) muestra una respuesta tardía y América, hasta ahora espectadora lejana de la pandemia, reacciona entre medidas firmes y otras irresponsables.

PEKÍN, MADRID, BOGOTÁ (EFE, AFP). China, la UE y América son tres escenarios distintos, tres actos diferentes (pasado, presente, futuro) de un acontecimiento de consecuencias imprevisibles para un planeta cuya globalización ha facilitado la rápida propagación de las enfermedades.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 160 “ países, regiones o territorios ” del mundo han diagnosticado ya casos del nuevo coronavirus, causante de la neumonía covid-19 y que ha dejado más de 10.000 muertos en todo el globo.

El mundo tal y como se conocía empezó a cambiar finales de 2019 en el centro-este de China, donde se detectaron los primeros casos de una extraña neumonía en la capital de la provincia de Hubei, hogar de unos 11 millones de personas: Wuhan.

China, el encubrimiento

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La dictadura comunista china intentó en un principio ocultar la epidemia, incluso castigando al médico que intentó alertar a la población sobre ella.

Posteriormente, dicho profesional terminaría falleciendo, precisamente de esta enfermedad.

A partir de ese primer intento de encubrimiento, pasó a las medidas de restricción más rígidas, con aislamientos de ciudades enteras, pero ya no se pudo frenar la propagación.

Esa ha sido, a grandes rasgos, la evolución de la epidemia en China, cuyo Gobierno ya conocía hacia fines del año 2019 la existencia de la enfermedad pero no actuó hasta la cuarta semana de enero de 2020.

Y lo hizo con el criterio habitual de un régimen cuyas decisiones saltan del blanco directamente al negro: cuarentena para millones de personas, y la paralización casi total de la actividad.

Esas drásticas medidas lograron ir frenando el contagio dentro del país, pero ya no impidieron que la enfermedad se propague por el resto del mundo.

Este jueves, por vez primera, no se registró ningún contagio local, según las cifras oficiales.

Esta mejoría de los números ha servido para que, muy poco a poco, las restricciones a la movilidad se hayan ido levantando en algunas ciudades de Hubei e incluso algunos restaurantes y comercios de todo el país hayan retomado la actividad.

Europa, descoordinada

Dado que la enfermedad presentaba bajos índices de letalidad (aunque un significativo nivel de contagio), y el foco parecía muy lejano, Europa, como el resto del mundo, comenzó a reaccionar tardíamente.

Un retraso fruto de algunos gobiernos indecisos.

Como el gobierno socialista de España, que insistió en la marcha del 8M, con objetivos ideológicos y partidarios, cuando ya la epidemia estaba en el continente, y ahora es el país con mayor índice de propagación de la enfermedad, y con más de mil muertos.

Esta semana, casi un mes después de que el brote sumiera en la oscuridad a Italia, la Comisión Europea determinó durante treinta días, se prohibe la entrada en el espacio común europeo a los ciudadanos extracomunitarios, e impone estrictos controles a las personas que, de manera excepcional, puedan cruzar la frontera durante ese período.

Supone el fin temporal de cualquier viaje no imprescindible sea por tierra, mar o aire a la Unión Europea.

Los países más grandes del bloque han empezado a sacar la artillería financiera para frenar el impacto que la pandemia: Alemania ha movilizado medio billón de euros (el 15% de su PIB); Francia, 300.000 millones (el 12% del PIB) y España, 200.000 millones (el 20%).

América, reacción dispar

Un presidente en cuarentena, países en aislamiento completo, casi todas las fronteras cerradas y miles de estudiantes sin clases: así se enfrenta América a la pandemia que llega ahora a la región.

Las calles se vacían con cuentagotas mientras el continente se prepara para cerrar sus puertas: ya lo hicieron Perú –donde el Gobierno de Martín Vizcarra decretó la cuarentena general– y Venezuela, que este lunes extendió a todo el país la cuarentena parcial que había declarado previamente en siete estados. Este viernes, Argentina entra también en aislamiento “preventivo y obligatorio” hasta el 31 de marzo.

De puertas hacia afuera, las ciudades siguen funcionando a un ritmo desacelerado, pero se les ha impuesto cuarentena a viajeros procedentes de lugares con altos contagios y en casos excepcionales como en El Salvador, donde el presidente, Nayib Bukele, ordenó el aislamiento obligatorio de mujeres embarazadas y ciudadanos mayores de 60 años desde varios días antes de registrar oficialmente su primer caso, este miércoles.

En Estados Unidos, su presidente, Donald Trump, recomendó evitar las reuniones en las que participen más de 10 personas y restringir al máximo sus viajes, pero descartó, por ahora, declarar una cuarentena general.

Por su parte, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau –único mandatario de la región en cuarentena después de que su esposa diera positivo en una prueba de coronavirus–, ordenó el cierre total de las fronteras y sugirió a los ciudadanos permanecer en casa mientras sea posible.

Presidente de México, irresponsable actitud

Mientras que en Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, Honduras, Paraguay y Uruguay, los gobiernos ordenaron el cierre total o parcial de sus fronteras, en México, el presidente filocomunista Andrés Manuel López Obrador, continuaba hasta hace pocos días sus giras por el país e ignoraba las recomendaciones sanitarias de la OMS repartiendo besos y abrazos entre una multitud de seguidores.

Incluso, en un acto toma en brazos a una niña, quien intenta aleja su cara de él, pero éste la sostiene durante varios segundos, posando para las fotos, y termina besándola y mordiéndola con los labios la mejilla.

El hecho causó indignación generalizada, pero sus partidarios intentaron minimizarlo.

El primer caso de contagio en América Latina se registró en Brasil el 26 de febrero, cuando en el resto del mundo la pandemia ya había matado a casi 3.000 personas.