“Decidimos juntos dejar a un lado las divisiones y enfrentarnos a los desafíos que la pandemia nos plantea en materia de salud, economía y sociedad”, declaró Netanyahu en su discurso ante el Parlamento israelí (Knéset) entre interrupciones de la oposición y acusaciones de corrupción.
El nuevamente primer ministro afronta en una semana un juicio en el que está procesado por delitos de cohecho, fraude y abuso de confianza en tres casos separados.
Netanyahu presentó un gobierno centrado en la activación del empleo por la crisis del coronavirus, que ha causado 1,2 millones de parados en el país.
También adelantó que ha llegado el momento de iniciar la anexión de parte del territorio palestino de Cisjordania, “como un nuevo capítulo de la historia del sionismo”, y prometió “liderar este proceso histórico”.
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Tras largas negociaciones, el singular acuerdo de Gobierno consiguió una mayoría parlamentaria que da apoyo a Netanyahu como jefe de Gobierno durante el primer año y medio, tras lo que Gantz le sucederá automáticamente.
Gantz defendió la formación de este Ejecutivo para evitar unas cuartas elecciones después de tres comicios en menos de un año, aunque había basado sus campañas electorales en desbancar a Netanyahu al negarse a gobernar con un acusado por corrupción.
La oposición criticó duramente el alto coste del amplio Gobierno y acusaron a Netanyahu de mostrar miedo por la futura decisión de la Corte Penal Internacional que estudia avanzar hacia un procesamiento por “crímenes de guerra”.
