En el caso de sus misiles balísticos, cuyo alcance permitido se amplió de 300 a 800 km tras un acuerdo con EE.UU., el portavoz de Defensa aseguró que Corea del Sur “acelerará el desarrollo” de proyectiles de máximo alcance que abarcarían todo el territorio norcoreano.
Por su parte, el presidente de EE.UU., Barack Obama, indicó ayer en su discurso anual sobre el estado de la Unión que “fortalecerá la defensa de misiles” del país y “liderará al mundo en la toma de medidas firmes” en respuesta a las “amenazas” de Corea del Norte.
El posible refuerzo militar de Corea del Sur y EE.UU. estaría orientado a evitar futuras “provocaciones” del régimen norcoreano, que aludió a la posibilidad de nuevas “medidas de mayor intensidad” si Washington persiste en lo que considera “políticas hostiles”.
Tensión
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El Ministerio de Defensa de Corea del Sur cree que Corea del Norte podría preparar un nuevo test nuclear y “varios tipos de provocaciones, como un bombardeo de artillería, infiltraciones a través de la frontera y ataques contra instalaciones gubernamentales importantes”, según su portavoz.
En todo caso, después de la prueba atómica los esfuerzos de Tokio, Washington y Seúl se centran mayoritariamente en analizar la naturaleza de la prueba atómica y hallar indicios sobre la posibilidad de que se repita en un futuro próximo.
Barcos y aviones surcoreanos, así como cazas japoneses, partieron ayer hacia áreas cercanas a Corea del Norte para recoger muestras de aire que permitan determinar datos relevantes sobre la detonación norcoreana.
Una de las incógnitas que Washington, Seúl y Tokio pretenden despejar es si el régimen de Kim Jong-un empleó plutonio en su tercera prueba nuclear o si en su lugar utilizó uranio altamente enriquecido.
