El PCC impide revisión de la celda de extorsionadores en Tacumbú

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Karen Andrea Benítez Villalba, detenida en Zeballos Cue.
Karen Andrea Benítez Villalba, detenida en Zeballos Cue.

Una vez más, los miembros del PCC recluidos en la cárcel de Tacumbú frustraron un procedimiento fiscal-policial al encerrarse en su pabellón con un candado cuya llave solo manejan ellos. De ese modo, evitaron que los investigadores llegaran a la celda del asaltante Juan Rafael Chávez Zárate (27 años) y el homicida Luis Ramón Alarcón Ortega (36), quienes en los últimos meses habrían recibido giros por valor de unos G. 50 millones en los celulares que utilizan dentro de la prisión.

Otro supuesto integrante del esquema ilegal, Iván Esteban Fernández Romero (24), salió en libertad hace tres meses, pero sería recapturado en el marco de esta investigación de una modalidad conocida como sexting.

El infructuoso allanamiento se inició ayer a las 05:00, cuando policías de Antisecuestro y los fiscales Joel Cazal y Javier Ibarra intentaron llegar al pabellón 5 Alta de Tacumbú, con apoyo de fusileros y antimotines de la Agrupación Especializada. Sin embargo, cuando fueron detectados por los reos, estos se encerraron, iniciaron una especie de motín y no dejaron entrar a los efectivos a su pabellón, por lo que la comitiva abortó el operativo.

Según los datos, la prioridad era recuperar los teléfonos de los convictos extorsionadores, de modo de dar por esclarecidas al menos seis denuncias hechas ante los fiscales Joel Cazal, Javier Ibarra, Silvana Otazú y Néstor Cañete.

Este último, justamente, lideró otro allanamiento simultáneo en el nuevo barrio San Francisco de Zeballos Cue, en Asunción, donde fue apresada Karen Andrea Benítez Villalba (25), quien por orden de su pareja Juan Rafael Chávez Zárate se encargaba de cobrar los giros de dinero enviados por las víctimas.

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Otra mujer que cumplía el mismo rol era supuestamente Yéssica Soledad Vera López (25), quien cayó a la tarde en la Chacarita.

La extorsión bajo la modalidad de sexting funciona al crear perfiles falsos en Facebook, con fotos de mujeres atractivas, que a su vez sirven como gancho para solicitar amistad a hombres incautos. Después, ambas partes entran en confianza e intercambiaban fotos íntimas.

Al final, esas imágenes son usadas para obligar a las víctimas a hacer los giros de dinero a cambio de no viralizarlas o enviarlas a sus familias.