El primer testigo fue Rubén Darío Aguirre, yerno del acusado López, quien habló maravillas de las condiciones de trabajo. Fue secundado por su esposa Karen López.
Consultado por el Tribunal por qué le parecía que las demás personas que fueron dijeron lo contrario, dijo que creía que “no querían trabajar”.
También declaró ayer Gabriel Zárate, uno de los paraguayos que se escapó y presentó la denuncia. El testigo explicó que se fue con la promesa de ganar de G. 2.500.000 a 5 millones , pero allá le informaron que el salario sería menor. Al llegar al alojamiento, los obreros que ahí estaban le recomendaron volver, porque llevaban dos meses sin cobrar y el régimen era tipo “cuartel”.
“Agua solo había hasta las 10 de la noche y la luz se cortaba también” dijo, tras indicar que recibían una sola comida al día (almuerzo) y debían pagar por la ropa de trabajo, pese a que le habían dicho que estos rubros serían gratuitos.
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