Silvia Gil es Lic. en Administración de Empresas, actualmente directora de Potencial Humano, profesional en coaching e inteligencia emocional; creó hace 3 años una campaña nacional para ser aplicada en grupos laborales, que consistía en aceptar el desafío de no quejarse durante 7 días. “Fue un trabajo muy lindo, con las llamadas ‘macateras’, al desafío le añadía de obsequio una pulserita indígena (a la que cada una le dio un significado especial) y en 7 días tenían que evitar toda queja inútil. De esta manera elevaban su consciencia y entonces estaban listas para reemplazar la queja por pensamientos positivos, buscar oportunidades”.
Silvia ha dado estos talleres a más de 20 mil personas. La capacitadora califica a nuestra cultura como “quejosa” e interpreta su misión para cambiarla. “Hay gente que con este ejercicio ha ido evolucionando, salió de la pobreza, remodeló su casa, compró una camioneta, cambió a sus hijos de colegio, es decir, consiguieron cambiar su calidad de vida”.
Cero Queja en versión libro (se adquiere en su oficina de Potencial Humano) comenzó hace un año. “Una amiga colaboró conmigo grabando y transcribiendo y yo validaba. Y también contraté una editora, porque el libro quiero repartirlo en toda Latinoamérica. Por supuesto que hay libros con temas similares, pero creo que tenemos cada uno abordajes diferentes”.
A pesar de ser un país con poca cultura de lectura, Silvia no cede: “Utilizo un lenguaje sencillo, pero el lector puede captar su lado científico (me baso en psicología positiva, coaching, programación neurolingüística, medicina, entre otras ciencias). El libro trae una pulserita indígena y una calcomanía para poner en algún lugar visible. Más que vender el libro, me interesa que la gente lleve a la práctica el desafío de no quejarse”.
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Para Silvia, leer es un hábito que puede adquirirse a cualquier edad; “en mi casa nadie leía, yo aprendí de grande, me hice un método, empecé con 3 páginas por día y hoy leo 10 a 12 libros por año”, resume.
Su pasión por encaminar a la gente hacia nuevos horizontes tiene que ver también con su propia experiencia “Después de un quiebre económico grave en mi vida –hace ya varios años– decidí dejar de sentirme víctima y empezar a mirar mi vida de manera diferente. Hoy soy especialista en inteligencia emocional, formada en la escuela de Daniel Goleman, quien decía que somos analfabetos emocionales porque no nos enseñan a expresarnos, pero no significa que no seamos capaces de desarrollar esa inteligencia. El 85% del éxito depende de cómo administremos nuestras emociones”.
La propuesta
Prohibido quejarse durante 7 días. “Si te equivocás, volvés a empezar. Es sencillo pero requiere esfuerzo, a mí me llevó 3 semanas lograrlo. Y en mi empresa tardamos 3 meses. Más allá del ejercicio consecutivo es el tomar conciencia, darse cuenta. La queja daña el cerebro, la energía, las relaciones. La queja no es gratis, inhibe el hipocampo del cerebro (la persona no acciona, no decide). Aunque quejarse da gusto porque libera tensiones, nos lleva a la inacción”, explica Silvia.
–¿Es un experimento con nosotros mismos?
–Es un autodescubrirse, autoconocerse, y entonces autorregularnos, autocontrolarnos y así evolucionar, ser conscientes. Es un ejercicio para un desarrollo personal, es sencillo, rápido.
–¿Se puede hacer solo?
–Puede ser más eficiente con un tutor-sombra que te diga cuando emitís una queja, entendiendo que la queja es un mecanismo inconsciente.
–¿Se sostiene con el tiempo?
–Si no generaste el hábito, podés volver a caer en la queja e inacción, por eso tiene que ser un estilo de vida. Muchos hacen de la queja un deporte. Mi invitación es mirar el lado positivo de la vida. No más quejas, no vale la pena vivir siempre las mismas penas.
–En tu observación, ¿de qué más nos quejamos?
–De todo, escucho máster en queja: fin de mes, tráfico, de su jefe, de los hijos, de la pareja… es como que esa persona crea los caminos neuronales del pesimismo, hizo de la queja una adicción. El latino en sí es muy de quejarse. Aprovecho para contar que tuve un éxito espectacular en Perú y que voy a tener facilitadores de Cero Queja para que se pueda extender.
–¿Aplicás personalmente tu método?
–Sí, y claro que a veces caigo, solo que tengo la capacidad de tomar conciencia. En mi casa, con mi marido usamos mucho el humor.
–¿Cuál es el resultado de tu propuesta una vez lograda?
–Aunque te suene cliché: ser nuestra mejor versión o, en todo caso, ser mejores personas y así mejores profesionales.
–¿Qué frase positiva guía a una mujer positiva?
–Hay una estadística con la que yo me abanderé. La OMS dice que para el 2020 el 30% de la población mundial sufrirá una enfermedad mental, y creo que eso es porque perdimos la gratitud en lo simple, vivimos en estado de ansiedad y cada vez somos menos felices. Por eso: despertar la conciencia para ser más felices y más sanos.
–¿Por qué va la gente?
–Yo trabajo mucho a nivel corporativo. Yo desarrollo el potencial de su equipo. Vivir un duelo pero sin anular, todo está interrelacionado, la persona que está frustrada a nivel personal no funciona en lo laboral.
