Prepararse para pasarla bien y encontrarse con un mozo antipático, que desconoce la carta y demora puede ser una experiencia frustrante. Los clientes paraguayos son cada vez más exigentes y saben reconocer a un buen mozo.
José Oviedo (70) es hace 30 años mozo en el emblemático bar San Roque. Comenta que el cliente que acudía al bar en 1983 no tiene el mismo perfil que el de hoy. “Hoy, el cliente conoce y viaja mucho, sabe cómo se atiende en otros países y compara, es exigente. Hay muchas ofertas y un mercado competitivo”, expresó. El restaurante donde trabaja capacita a sus mozos dos veces al año, con profesionales internacionales.
La propietaria Katy Mirret de Knapps señaló que a la hora de contratar un empleado tiene en cuenta la experiencia y la capacitación. “Antes solo el SNPP hacía capacitaciones, pero hoy hay clases hasta en los institutos de gastronomía y de protocolo. Algunas son gratuitas. Hay mucha variedad de ofertas”, comentó.
Rodrigo Nogués, propietario de Grupo 5, integrado por Faces, Velvet, Indigo, Kilkenny, Cover, Sky, entre otros, reconoció que la mayor queja de los clientes es la demora y la falta de atención de los mozos.
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“Las personas comparan mucho con Argentina, donde el mozo es más despierto, atento y sabe vender, está pendiente y ofreciendo productos al cliente”, afirma.
Indicó que al recibir postulaciones, tiene más en cuenta la capacitación que la experiencia. “A mucha gente le cuesta conseguir trabajo por no tener experiencia, pero si tiene capacitación pesa más, significa que está preparado”, añadió.
Sus nuevos empleados reciben capacitación dos días antes de empezar, a cargo de la empresa Más Paraguay, de Jens Naumann.
Francisco Lugo, del SNPP, señaló que también hay mayor demanda de cursos, porque para contratar, las empresas exigen certificados.
“Si no atendemos bien, el cliente no vuelve”, afirma
Luis Gauto presta servicios en el bar San Roque. Reconoce que los mozos son la imagen del restaurante donde trabajan y que si no atienden bien y el cliente no se siente cómodo, no regresa al restaurante.
“Es todo un conjunto, desde la calidad de la cocina hasta la atención al cliente. Si la comida llena las expectativas, pero fue excesiva la demora o el mozo no atiende bien, el cliente no vuelve”, expresó.
Por ejemplo, cuenta, si a la preparación le falta sal, pero la atención le pareció muy buena, el cliente retorna.
Gauto es paraguayo, pero trabajó varios años en Argentina y Brasil, donde adquirió experiencia. Hace una década regresó al país y reconoce que el cliente es muy exigente y deja buenas propinas si es bien atendido.
ggonzalez@abc.com.py
