Margarita Bendlin, muy cordial, nos permitió una vez más conversar libremente con su madre. “Mamá es un caso de longevidad que sorprende. Nuestros amigos cuando vienen no se animan a preguntar por ella porque piensan que ya nos dejó, y de repente la ven tan vital”, cuenta con una sonrisa. Tota sigue entre los suyos, ya con sus olvidos y cansancios lógicos, pero siempre con buen ánimo y sentido del humor. “Ella desayuna y merienda 2 o 3 veces. El médico viene a verla cuando tiene algunos problemas de pulmón. Cuidamos mucho todo el ambiente de la casa por las enfermedades, incluso la familia sabe que con gripe nadie puede venir”. Nos despedimos de esta mujer admirable y cariñosa, quien en su historia asumió dos muertes dolorosas: la de su hijo Gustavo (“Chino”) y su marido Gustavo Bendlin, y supo continuar sin decaer. Se despide invitando al que quiera pasar “para compartir un jugo y algunas ideas. Me gusta saber qué pensamos unos y otros”. Doña Tota Bendlin, 108 años de sencillez y fortaleza que nos dejan pensando, siempre e inevitablemente, en nosotros mismos.
19 de marzo de 2016 - 22:03
El amor, sostén de la familia
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