No se visualiza más allá del presente, será porque “en el largo plazo estaremos todos muertos” como decía John Maynard Keynes. La sustentabilidad a futuro no interesa, dado que se asume que el Estado pagará todo, quizás cargándole a otros con más impuestos.
El trabajo de Garri, publicado en la revista Elección Pública, brinda una explicación sobre las políticas cortoplacistas, indicando que las mismas ocurren en un contexto de información imperfecta donde los agentes solo visualizan el aparente beneficio a corto plazo y no el bien público a largo plazo que podría resultarles invisible.
Este sesgo cortoplacista va delineando las reglas de juego en la sociedad, reglas no escritas que guían el accionar de las organizaciones y las personas, lo que va configurando una sociedad con instituciones extractivas, como lo explicaron Acemoglu y Robinson en su libro “Por Qué Fracasan los Países”.
Abundan ejemplos donde quedamos presos en esta trampa cortoplacista, una trampa que va perjudicando las iniciativas de políticas públicas.
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Todos los años la discusión del presupuesto se inclina en asignar más recursos para salarios, que no son otra cosa que gastos corrientes o de consumo. Esta práctica recurrente resulta en un sesgo contra la inversión en el presupuesto. En los últimos 10 años (2010-19), tras la discusión parlamentaria, el Presupuesto General de Gastos de la Nación se ha elevado cada año en 1,1% del PIB en promedio, con más de la mitad de esa suba explicada por mayores servicios personales.
Recientes proyectos en el ámbito de la seguridad social, como los nuevos regímenes especiales de jubilación y la universalización de las transferencias para la tercera edad, lo único que hicieron es otorgar más beneficios, es decir más haberes jubilatorios y más transferencias sin financiamiento. Esto que también significa más consumo y un desincentivo al ahorro, resultará inevitablemente en un mayor déficit. Con estos proyectos el déficit actuarial y financiero adicional llegaría al 14% del PIB en los próximos años.
La propuesta de control de alquileres es otro ejemplo donde solo se visualiza la ganancia de corto plazo sin cuantificar el efecto de largo plazo. Diamond, Mc Quade y Qian brindan evidencia sobre los efectos de la expansión del control de rentas en inquilinos en la ciudad de San Francisco, EE.UU. Estos autores concluyeron que estos esquemas de control de precios de los alquileres pudieron beneficiar solo a corto plazo a los que accedieron, resultando en una baja de la oferta de departamentos a largo plazo.
Superar la trampa cortoplacista es un imperativo para lograr la prosperidad y el desarrollo inclusivo. Tenemos que levantar la vista hacia el largo plazo, entendiendo que no hay atajos ni recompensas sin esfuerzos.
(*) Viceministro de Economía del Ministerio de Hacienda.