Para empezar, en el Congreso, en mayo pasado, fue despojado de su investidura y expulsado el colorado cartista Víctor Bogado y en junio le siguió el liberal llanista Dionisio Amarilla, dejando a ambos fuera del ring político por un buen tiempo.
Entre julio y agosto, la crisis por la firma del acta “entreguista” de Itaipú se cobró de un plumazo los cargos de Luis Alberto Castiglioni, entonces canciller nacional y José Alberto Alderete, director de Itaipú. De yapa, se fueron el embajador en Brasil Hugo Saguier Caballero y el presidente de la ANDE Alcides Jiménez.
El episodio del Acta resultó también un severo akãpete al presidente Mario Abdo Benítez cuya gestión ya era (y si sigue siendo) motivo de muchos cuestionamientos. El Mandatario agregó a la lista de sus marcantes en las redes sociales el de “vendepatria”.
El caso de Itaipú hirió con sus esquirlas a varios. Fue un “estate quieto” al vicepresidente de la República Hugo Velázquez, que venía cobrando un gran protagonismo político y que, a partir del vínculo surgido entonces con el abogado Joselo Rodríguez, debió optar forzadamente por un riguroso segundo plano.
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En julio también, el senador colorado (ahora excartista) Enrique Riera atropelló a su colega Paraguayo Cubas (Cruzada Nacional) y ambos fueron suspendidos por 60 días sin goce de dieta.
Cubas sería definitivamente expulsado del Senado en noviembre, tras protagonizar su enésimo bochorno público.
Riera dio la nota recientemente, al renunciar al movimiento Honor Colorado, porque “descubrió” ndajeko, que estaba rodeado de políticos de mala imagen. Su destino parece ser el mismo en el que estaba antes de que lo rescatara, hace seis años, Horacio Cartes: el ostracismo.
El expresidente Cartes también recibió lo suyo en este 2019, con un pedido de captura desde Brasil el mes pasado, que luego se levantó pero que dejó instaladas definitivamente las dudas (o las certezas) sobre sus relaciones con su “amigo del alma” Darío Messer.
Además de las individualidades, la imagen de algunas instituciones quedó este año embarrada severamente. La Cámara de Diputados, por ejemplo, con la tenaz protección que dio a personajes cuestionadísimos, como Ulises Quintana (ANR), Carlos Portillo (PLRA), Miguel Cuevas (ANR) y Tomás Rivas (ANR), por nombrar solo a los más notorios.
También el Ministerio Público, con su responsable principal Sandra Quiñónez, quedó en entredicho por su inacción y las sospechas de parcialismo en algunos hechos puntuales que tocaron a sus “amigos” políticos.
La reciente decisión del Gobierno de los Estados Unidos de prohibir la entrada a su país a los procesados Óscar González Daher, exsenador colorado, y Javier Díaz Verón, exfiscal general, además de ser un epitafio político para los dos, fue otro tiro por elevación que recibieron Cartes y su entorno. Uno de los afectados fue el exministro de Hacienda y exprecandidato presidencial Santiago Peña (mencionado cada tanto como aspirante a algo), a quien se le recordó su afamada frase sobre “el árbol que da frutos”.
La clase política paraguaya, luego de este año, parece uno de esos equipos de fútbol que llegan maltrechos a fin de temporada, jugando desesperados para evitar el descenso, con lesionados graves que difícilmente se recuperen de nuevo y con unos cuantos que deberían pensar seriamente en el retiro, antes que, desde las gradas, la ciudadanía los eche a patadas.
mcaceres@abc.com.py