Me refiero básicamente a la inexistencia de información concreta acerca de los cambios que se puede proponer al Brasil en las próximas negociaciones del Anexo C y de artículos clave del Tratado mismo que según algunos expertos serán o son ineludibles.
Le planteé al visitado una entrevista en la que pudiera darnos alguna pista de lo que hay que hacer internamente y que debe terminar, antes de mediados de este año, con algún borrador de propuesta. La inesperada respuesta fue una negativa rotunda, algo que me pareció muy extraño, porque yo entendía que podría aportar ideas muy claras y contundentes.
Tampoco logré que me suministrara datos o alguna información “en off” para ir armando alguna serie periodística que eventualmente sirva de cierta base para los que tendrán la responsabilidad grave de revisar y renegociar condiciones que en estos casi 50 años siempre le fueron muy adversas.
No me quiso explicar los motivos de su negativa, que no la comparto en absoluto, pero la respeto; no obstante, dijo algo que me llamó la atención: “Si yo fuera el responsable de armar el equipo, le podría al frente al mejor jugador de truco (naipes) de Pirayú”.
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Sorprendido por lo que me dijo, le pregunté por qué haría eso con un tema por demás complejo. Me contestó: “La cuestión es simple: El Gobierno, que me imagino que ya sabe de antemano los puntos que quiere plantear a su contraparte, es el que tiene que bajar la línea que debe ser internalizada entre los que estarán en la ‘línea de fuego’, para lo cual no se necesita más que un buen jugador de naipes”.
Sin embargo, lastimosamente tenemos un presidente de la República que al parecer no sabe, no quiere saber o sencillamente no tiene ideas de la posición que tendrá que presentar en representación del Paraguay ante nuestro “socio condómino”.
Está demás decir que eso es sobremanera preocupante, dado que –de alguna manera– todo el mundo sabe (no solamente los liberales) lo que hay que cambiar en ese obsoleto y abusivo Tratado, del que se viene hablando ya hace décadas.
Por otra parte, luego de muchas críticas y una demostración de una increíble indolencia, creó el 30 de diciembre último (por decreto) lo que se ha dado en llamar “Equipo Negociador del Anexo C”, que a simple vista parece ser un pesado esquema burocrático que no va a servir para lograr los resultados que todos esperamos.
Es más, el Poder Ejecutivo ha comenzado a designar como integrantes a figuras muy resistidas por su pasado “entreguista” en Itaipú, como el caso del Ing. Héctor Richer. De acuerdo a los datos, Richer, como miembro del Consejo de Administración de Itaipú, durante el gobierno de Juan Carlos Wasmosy, firmó la Resolución RCA-06/1997, que aprobó la llamada deuda espuria, impuesta por el Brasil, y que en su momento orilló los US$ 4.000 millones.
Podríamos pensar positivamente y decir que en esta oportunidad este compatriota se va a reivindicar y tendrá un comportamiento radicalmente diferente y defenderá “a capa y espada” los intereses del Paraguay, pero persiste la duda, sobre todo cuando defendió y justificó el Acta Bilateral del 24 de mayo de 2019, que había causado una grave crisis que casi acaba con el Gobierno de Marito.
Yo espero estar equivocado, pero la nación necesita tener mayor información. Algunos dicen que por estrategia no la pueden revelar, pero a mi modo de ver, hace casi 50 años que los brasileños manejan todas las alternativas posibles de lo que nosotros les plantearíamos llegado el momento.
Además, deberían informar por una cuestión de transparencia, para que la ciudadanía sepa, debata a profundidad y el tema se convierta en una verdadera causa nacional, y por el bien de las futuras generaciones de paraguayos.