Después dijeron que caerían los que están luego ya enfermos, y yo tampoco nada hice por cuidarme porque yo no era uno de ellos.
Luego dijeron que podían caer los médicos, las enfermeras, el personal de blanco, los camilleros, los técnicos radiólogos, los que manejan ambulancias, los policías, los militares, y yo tampoco nada hice por cuidarme porque yo no era uno de ellos.
Ahora me toca a mí, y no queda nadie para atenderme porque yo nunca me cuidé ni cuidé de nadie.
En estos días del covid-19, me acordé del poema del alemán Martin Niemoller. Su poesía hablaba de la cobardía de los intelectuales alemanes que nada decían mientras Hitler mataba y reprimía sin piedad. En esta época de desolación, sigue habiendo gente que no se compromete con nada. Pelotudos y pelotudas importantes que azuzan redes sociales con sus mentes enfermas, que no solo no ayudan, sino que estorban. O peor, no solo no ayudan y estorban, sino que además usan sus mentes primates para incitar a la violencia e inventar falsedades.
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Apedrearon la casa de una señora por sospecha de coronavirus. ¿Qué te pasa, Paraguay? Este es momento de pelear contra el virus y no contra otros seres humanos que están más muertos de miedo que nosotros, que no saben si engrosarán la lista de curados o muertos.
Este es el momento de la solidaridad y de la EMPATÍA. Hoy te toca a vos, mañana me puede tocar a mí, con casi total seguridad. Empatía, identificarse con algo o alguien, capacidad de compartir sus sentimientos. Saber que hoy es otro, saber que mañana podés ser vos.
En 1932 hubo una terrible época de ignorancia y desconocimiento en la cual unos paraguayos cazaban y metían a otros paraguayos enfermos en un tren y los confinaban donde nadie pudiera verlos, entre las colinas de Sapucái. No importaba la edad, si eran hombres, mujeres, niños, ancianos, lo que fuera. No dejaban que se despidieran ni de sus familiares.
Los tiempos han cambiado, las luces se han encendido, el miedo ya no está agazapado. Ya no hay tren y esperemos que tampoco pelotudos que ordenen violencia como respuesta a la enfermedad. Es la hora de TODOS, inclusive de quienes creen que nunca nada les pasará. La realidad nos muestra que el virus no respeta credo, dinero, fama ni poder. Es tiempo de ocuparnos más que solo preocuparnos. Es tiempo de acción y no solo de reacción. Es tiempo de informarse sin amplificar los miedos. Es tiempo de arrimarnos a la verdad de la ciencia, a la disciplina de los acatamientos sin perder la mirada en la esperanza.
Capitán Mazzoleni (como acertadamente lo llamó Euclides Acevedo): Cuando un General va a la guerra, lleva consigo sus mejores guerreros. Ningún líder deja atrás a sus hombres más brillantes por reclamar pertrechos para enfrentar la muerte. No permita que nadie –ni a nivel local ni internacional mucho menos– excluya de su equipo a quienes debieran estar a su lado. Los doctores Shuji Okinaka y José Ortellado son de esos soldados que ningún comandante debiera dejar atrás. Son los mismos que lideraron otras guerras, son los que deberían estar acompañándolo otra vez ahora.
¡ARRIBA, PARAGUAY! ¡EPYTAMÍNA NDE
RÓGAPE! ¡QUEDATE EN CASA!