En la más reciente medida de presión, como en tantas otras oportunidades, realizaron cierres intermitentes de rutas durante varios días hasta la víspera de las elecciones del 15 de noviembre. Centenares de labriegos fueron movidos por las falsas propagandas; dejaron sus chacras, perdieron tiempo y dinero en pasajes, combustibles y colaboración para la olla popular y “gestiones dirigenciales”. Aguantaron el calor de noviembre para responder a los manipuladores, que acostumbran buscar tajadas económicas, y hasta votos para ciertos candidatos.
Entre las peticiones de los manifestantes del grupo liderado por Ángel Caballero, que buscó una banca en la Junta Municipal de Acahay, figuró un monto de G. 7.500.00 para cada familia campesina socia de la organización que encabeza. El argumento es que registraron pérdidas en las cosechas de 2014 y 2015.
También exigieron créditos accesibles, tractores, semillas, condonación de deudas y otros varios. En forma paralela, los auténticos productores, liderados por un labriego de nombre Eustacio Curtido, se encontraban cosechando tomates y cebollas. Otros tantos forzaban que en la frontera haya un control más estricto para mermar las “transadas” con los contrabandistas.
Asimismo, 70 alumnos de una escuela de la compañía Ybyraity estaban dictando cátedras a los mayores sobre cómo triplicar el capital produciendo tilapia, con una inversión de solo G. 5 millones. Tanto estudiantes como los auténticos productores disfrutan del dinero alcanzado mediante sus cosechas, mientras los “piqueteros” se quedaron con las manos vacías.
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Es muy necesario que el Gobierno incentive los emprendimientos productivos y deje de otorgar regalías a los agitadores y “compañeros”, acostumbrados a exigir migajas del Estado. Es hora de que se les enseñe a pescar.
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