“La cocina es mi pasión, es un arte”, es lo primero que dice Maru Botana, poco antes del postre, en la mesa del Chef Papá Marcos. Es que Marcos Ismachowiez fue el elegido para agasajar a la famosa cocinera y conductora de TV argentina. El menú elaborado, guiso koygua con mandioca, llamado así porque la carne se esconde bajo los ingredientes avergonzada. También se sirvió sandía con queso paraguái, pesto y brotes de remolacha; garbanzos, lentejas y porotos rojos; sopa paraguaya con cascada de frutillas en salsa de limón; ensaladas y el infaltable chipa guasu con cebolla caramelizada al vino tinto, entre otras delicias que Maru Botana disfrutó en un ambiente distendido.
Sencilla y muy auténtica, tal como se muestra ante cámaras, la gente, con los suyos, aceptó conversar con ABC Revista para hablar de la persona antes que la profesional. “Soy yo misma en todas las circunstancias de mi vida. No podría ser de otra manera, la misma como mamá, persona, la de la tele, la del libro. No necesito hacer un papel”, reafirma en la terraza del edificio Vivendi, donde también dijo que no puede creer tanto cariño que recibe de la gente. “Jamás me imaginé vivir una vida así, tener la familia que tengo, el cariño de la gente; no puedo creer tanto afecto y lo retribuyo de la misma manera. Nunca imaginé que iba a vivir todo esto y es un premio de la vida. Cuando alguien viene y te marca lo que representás para él, eso es muy importante para mí; es como ¡wow!”.
Está contenta con esa aceptación. “Que la gente me acepte tal cual soy, con mis locuras, ¡es maravilloso! Trabajo con jóvenes de 20 años; y el otro día les contaba sobre mi vida y quedaron todos azorados porque me puse de novia con todos los chicos de la cocina. ¡Las hojas de mi vida están pintadas, sucias, tienen de todo! Tuve una familia tradicional: papá médico, mamá ama de casa, salí adelante sola, y sola soy lo que soy. Pasé una juventud muy independiente, siempre tuve claro que quería una familia numerosa”.
Es madre de Agustín, Lucía, Matías, Sofía, Santiago, Facundo, Juan Ignacio y María Inés. El mayor tiene 20 años y la más chica, 6. Dice que su casa es como un club y ese ambiente genera ella. Le gusta ser anfitriona. “Estoy feliz y muy agradecida, poniéndole un grano de arena a la vida todos los días. Siempre lo hice y lo sigo haciendo. Mi vida está completa”. ¿La sal de la vida? “La familia”.
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy
Calor de cocina
Para ella, la comida es esencial. “No hay nada mejor que los chicos lleguen de sus actividades y encuentren una comida caliente o que podamos charlar alrededor de un buen plato de comida. Me pasa con todos los chicos, tienen horarios diferentes y van llegando a su ritmo preguntando: ‘Ma, qué cocinaste’ y así van surgiendo charlas que por ahí duran media hora, pero que para mí son mágicas. Eso es lo bueno de las comidas, las conversaciones, las sobremesas, alrededor del café y los postres. Rescato esta sana costumbre que considero un valor importante y esencial en las relaciones con los demás. No es lo mismo pasar por un restaurante o un lugar de comidas rápidas que esperar con comida caliente y mimar a los nuestros. En mi casa es muy importante la comida, que le gusta a uno y que le gusta a otro. ¡Es impresionante lo que sale de un plato de comida, se abre el corazón; me impresiona!”.
A la chef y conductora de TV argentina se le fue marcando un camino sin diagramar. “Nací con la cocina, con la abuela primero. Me encantaba ir a cocinar a la casa de mis abuelas, era un programón. Mi abuela paterna hacía unas bombas de profiteroles con crema pastelera al oporto y caramelos de chocolate. Mi otra abuela era especialista en ñoquis, en tallarines; hacía unos panqueques de espinaca riquísimos, además de una torta que se llama Charlotte, que la sigo haciendo. También cociné en casa de mi madre, aunque cuando terminé el colegio quería ser maestra jardinera y me dice papá: ‘No sé’; entonces fui a administración de empresas, luego surgió lo de cocina y justo se combinó todo. A veces, la vida te sorprende y hay que dejarse llevar por ella”.
Comenzó trabajando en la señal de cable Utilísima conduciendo un programa de repostería llamado Todo dulce. Más tarde, condujo el programa de cocina Sabor a mí. Luego vino Maru a la tarde. Botana comenzó a hacerse famosa por andar en patines por el estudio y nunca terminar de decir las recetas que cocinaba, ya que siempre se ponía a contar anécdotas y reírse, al punto que en su programa era más popular por su comicidad que por la cocina.
En el 2002 hizo Sabor a mí. A fines de este año terminó su programa Maru a la tarde, luego de dos temporadas de éxito. Dos años después condujo Planeta Disney. En el 2005 se mantuvo alejada de la televisión y, al año siguiente, volvió con un nuevo programa llamado Cocina rodante.
En el 2011, Maru retorna después de mucho tiempo a la televisión por cable, tras recibir la oferta del canal de televisión Elgourmet.com para conducir un programa de especiales navideños, de estilo reality show desde su propia casa, para cocinar junto con sus hijos. En el 2017 regresó a la pantalla de la televisión con el programa Cocinando para vos, en América.
¿Los premios? “Son importantes, pero me parece más importante un abrazo. En Casa Rica una de las chicas me abrazó, y eso no tiene precio. Que alguien te selle es muy importante y que pidan sacarse una foto contigo es un premio”.
Maru Botana nunca se levantó sin ganas de cocinar. “La cocina es parte de mí, es como un imán que tengo dentro”, admite.
Pasa a contarnos que en su casa se come de todo. “Los lunes almorzamos de todo un poco. Los martes, salmón, con una mesa de verduras de todo tipo. Me encantan los platos coloridos. Los miércoles resultan variados, lo que surge; a veces, carnes diversas y, otras, pastas. Los jueves son las clásicas milanesas con puré o ensalada, y los viernes son de mucho tráfico de chicos, así que hay empanadas y las milanesas salen de vuelta. El sábado es de fiesta, hay de todo un poco: tartas, salmón ahumado, rissotto, pasta; el domingo, el asado familiar. Todo el tiempo hay un centro de cocina que está tipo volcán ¡buuuu! Nunca está apagada”, expresa riendo.
Ella cierra una mesa con una isla flotante, llena de sabor y textura, muy elegante, hecho a base de claras con azúcar que termina con una crema inglesa.
Toda su sabiduría está plasmada en 10 obras. Su nuevo libro, Las recetas de mi vida, está relacionada con sus vivencias y recetas. Es un texto muy amado y sentido para ella.
¿La fama? Ya tuvo suficiente. Es feliz con todo lo que tiene, como la persona honesta que es, de bien, constante, guerrera que sigue aceptando desafíos y se siente agradecida con la vida. Hoy mira atrás y dice ¡wow! Aunque fue un poco turbulenta, todo se le dio como quería. Como diría Amado Nervo: “¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!”.
