La conversión de un pedazo de tela en un símbolo es una costumbre que viene de antaño. Algunos aseguran que se originó en la tradición medieval de entregar a los guerreros, antes de partir a las batallas, como amuleto de buena suerte, trozos de vestido de las señoras. Así habría pasado a formar parte del atuendo militar.
Se sabe, por ejemplo, que los soldados del ejército puritano comandado durante la guerra civil inglesa (1642-1651) por Oliver Cromwell, que instauró la república en Gran Bretaña, vestían una faja amarilla alrededor de la cintura. Los británicos habrían llevado ese distintivo a Norteamérica y, más adelante, un pañuelo de ese color se incorporó al uniforme de los soldados de caballería.
En la tradición anglosajona, el poema o canción popular She wore a yellow ribbon (Ella llevaba un lazo amarillo) conoce numerosas versiones, desde melodías folclóricas hasta marchas militares, pasando por algún himno futbolístico (el del Arsenal), pero en todas ellas la cinta simboliza la fidelidad de una mujer que espera la vuelta de un soldado que se encuentra lejos.
En los años 70, en los Estados Unidos, atar un lazo de ese color a un árbol del jardín era una forma de dar la bienvenida a quienes llegaban a casa después de una larga separación –como los reclusos recién salidos de la cárcel–, tal como reflejaba la canción Tie a yellow ribbon round the ole oak tree. Esta costumbre –que se había hecho especialmente popular durante la crisis de los rehenes en Teherán entre 1979 y 1981, cuando 52 norteamericanos permanecieron más de un año retenidos en dependencias diplomáticas por el régimen del ayatolá Jomeini– se reavivó a inicios de los 90 durante la primera Guerra del Golfo, junto al mensaje “Apoyo a nuestras tropas”, y luego de Irak, en 1993. Era una forma de mantener vivo el recuerdo de los soldados desplazados.
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Pero las escarapelas, bandas, pañuelos, diademas, fajas militares y otros accesorios no eran aún un símbolo popular. Recién consiguieron incorporarse al vestuario cuando se redujo toda esa tela a la mínima expresión y se logró que una cinta textil de unos pocos centímetros adherida a la ropa se convirtiese en todo un manifiesto.
Un ícono mundial
A finales de los 80 fueron varias las causas que optaron por los lazos como medio de expresión, pero parece que los que estandarizaron el actual formato y lograron convertirlo en un ícono mundial fueron los activistas contra el sida en los Estados Unidos.
En 1991, artistas pertenecientes al colectivo Visual Aids se inspiraron en la tradición de las cintas amarillas y crearon el lazo rojo como emblema de solidaridad con los afectados por la epidemia. ¿Por qué rojo? Cuentan que eligieron el color “por su conexión con la sangre y por la idea de pasión”.
Lo esencial era que su confección no fuera cara y que resultara fácil de usar. Las primeras instrucciones eran “cortar trozos de cinta de 15 cm de longitud –un poco más grandes que los de ahora–, doblarlos por la mitad formando una V invertida y usar un prendedor para adherir a la ropa”. A partir de entonces, los integrantes de distintas asociaciones de apoyo se reunieron para confeccionar cientos de miles de lazos y distribuirlos en todo el país.
Eligieron un día para probarlos: la gala de los premios de teatro Tony de 1991. Consiguieron colocarlos en las solapas y prendas de algunas estrellas para concienciar al mundo del espectáculo de que la epidemia se estaba instalando entre ellos. “Hoy el lazo rojo es un símbolo internacionalmente reconocido de concienciación sobre el sida y un ícono de diseño. Ha abierto camino a otros muchos lazos de colores solidarios”, afirman orgullosos los integrantes de Visual Aids (fotógrafos, diseñadores, artistas plásticos y cineastas), que no lo registraron para favorecer su difusión.
No pasó mucho para que aparecieran el lazo rosa, en solidaridad con quienes padecen el cáncer de mama; el morado, de reivindicación feminista; el blanco, por la paz, y el negro, por las víctimas del atentado del 11 de setiembre. Los pequeños moños se despegaron de las solapas o las camisas y se adaptaron a las antenas de los coches, se agrandaron para tomar las fachadas de los edificios y hasta llegaron a la ropa.
Lazos que cambian
El código de colores está en su mayor parte asociado a la solidaridad con los afectados por enfermedades o injusticias. Que un mismo color sea utilizado para varias causas o enfermedades es habitual. Así, el lazo amarillo, que en Cataluña (España) implica adhesión a la causa independentista, es el emblema más utilizado y expresa unas veinte cosas distintas en otros tantos lugares.
Con el tiempo, el significado de los colores va cambiando. Así, el lazo amarillo empezó como un símbolo de solidaridad con los presos, pero poco a poco se ha ido convirtiendo en el símbolo político del independentismo. Algunos expertos discrepan sobre la eficacia de estos emblemas. El lazo es una forma barata de difundir la causa entre la gente y mantener la visibilidad en la agenda mediática, sobre todo en la televisión. Tiene un efecto multiplicador, pero no significa que la gente se adhiera a una causa por eso. Otros opinan que los símbolos movilizan las emociones y los sentimientos, porque argumentos racionales no hay. Inundando todo de lazos con colores de determinadas causas se ha sabido tocar esa fibra y se han obtenido logros sociales.
¿Qué significan?
• Rojo: lucha contra el VIH y contra las drogas.
• Lila: lucha contra la violencia de género.
• Rosa: lucha contra el cáncer de mamas.
• Azul: lucha contra el cáncer de próstata.
• Blanco: lucha por las víctimas del secuestro y contra el cáncer del pulmón.
• Plata: lucha contra el mal de Parkinson.
• Arcoíris: LGBT.
• Verde: lucha contra la violencia sexual a niños y la destrucción del medioambiente.
• Amarillo: lucha contra la endometriosis y símbolo de los independentistas de Cataluña.
• Marrón: lucha contra el tabaquismo.
Fuentes: https://www.diariosur.es/sociedad/lazos- / https://www.diariosur.es/
• Fotos ABC Color/Heber Carballo.
