Poner nombre a la ciudad o a una calle es, también, imponer una identidad a la persona que en ella nacerá, creará su posesión o establecerá su domicilio. Ese nombre, más allá de figurar en la cédula o pasaporte, estará ligado a la persona y formará parte de su estado emocional, pues en el momento de mencionarlo, inconscientemente se elevará o descenderá su autoestima. Está más que demostrado el hecho de que no es lo mismo decir: “Nací en Tuyukua o Hugua Ñarõ”, que “Soy de Villa Jardín”. O, decir: “Yo vivo sobre la calle General Patricio Colmán”, que “Vivo sobre la calle Manuel Ortiz Guerrero”. Asimismo, para los prejuiciosos, no será lo mismo decir: “Yo vivo sobre la calle De los Indigentes” que decir “Yo vivo sobre la calle De la Fortuna”.
Coqueta ciudad
En el departamento de Guairá hay una coqueta localidad llamada José Fassardi y, como ocurre en casi en todas las localidades, pocas personas o nadie conoce al personaje cuyo nombre fue utilizado a la hora de crear el distrito o la circunscripción y como hay un dicho que dice: “Nadie puede amar o valorar lo que no conoce”, hoy, dentro de lo que permite este breve espacio, procuraremos dar a conocer a este hombre que, a principios del siglo XX, fue todo un ejemplo de emprendedor.
Giuseppe Fassardi, también conocido como “José”, fue uno de los tantos inmigrantes italianos que, llegando con lo puesto logró hacer fortuna en el país, que de modesto carpintero llegó a fundar una industria forestal que le llevó a convertirse en uno de los más importantes empresarios.
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Don José nació el 4 de diciembre de 1866 en Ottaviano Lomellina, provincia de Pavia, Italia. Hijo de Doménico Fassardi y Antonia Gallazzi. Económicamente, su familia era de clase muy modesta, razón por la que Giuseppe, de muy joven, tuvo que trabajar duramente en una carpintería.
Carta a don Carlos Gatti
A los 25 años de edad, Giuseppe escribió a su amigo, el ingeniero Carlos Gatti (padre), quien se había radicado a finales del siglo XIX en Asunción, Paraguay. Conmovido por la situación de su amigo de infancia, don Carlos le costeó el pasaje para que cruzara el mar rumbo a América. Así, seis años después de su carta a don Carlos, sin más que lo necesario para el aseo personal, había llegado al Paraguay en el año 1897 e inmediatamente trabajó como operario de la empresa de don Carlos Gatti. Tres años después, en 1900, don Giussepe se había casado con la italiana Amalia Carolina Constancia Vaccarelli, con quien llegó a tener cuatro hijos.
La oportunidad
Un día caluroso, huyendo de un gran aguacero, otro italiano amigo de don Carlos Gatti, llamado Andrea Scala, llegó al taller comunicando que había decidido vender su aserradero situado en Arsenal cue, nombre que viene de la época de don Carlos A. López. Ante tan drástica decisión, don Carlos le preguntó la razón y don Andrea le dijo: “Vendo porque cada día que sale el sol, pierdo dinero”. Pocos días después, alentado por don Carlos Gatti, don José corrió el riesgo de comprar el aserradero de don Andrea.
Al poco tiempo, doña fortuna le sonrió al nuevo dueño del aserradero con un pedido de provisión de pilotes para el muelle del puerto de Rosario, República Argentina. Así, don José logró consolidarse como empresario y en vista de la gran cantidad de maderas de alta calidad en el país, como el kurupa’y, cuyo tronco era el utilizado para los pilotes de los puertos, decidió montar un gran aserradero cerca de la cordillera del Yvytyrusu, fijando oficina en Chararã, actual Gral. Eugenio A. Garay, departamento de Guairá.
Un ambicioso proyecto
Ante la prodigiosa cantidad de materia prima en la serranía del Yvytyrusu, especialmente de kurupa’y, lapachos y urunde’y, alrededor de 1910, don José firmó contrato con el Ferrocarril Central del Paraguay para construir un ramal que partiría de la estación Borja (hoy San Salvador) hasta el Yguazú. El ambicioso proyecto iba a cruzar los grandes bosques vírgenes del Alto Paraná hasta llegar al río Paraná. Él pondría el capital y el FCCP, a cambio, le haría un precio especial por el transporte de los rollos que empezaba a enviar al mercado argentino. En el año 1914 se inauguran los primeros 30 kilómetros del ramal al Yguazú, llegando la punta de riel hasta Chararã, con estación en Ñumí y, parada en el Km 22. En 1915 se amplía el ramal pasando por las estaciones de Km 37, Tacuara y Pindoju, hasta llegar a Ava’i, donde –lamentablemente– el ambicioso plan quedó varado sin poder avanzar.
Obrajes y obrajeros
La explotación forestal por la empresa de don José Fassardi fue tan intensa que empleaba en los montes a miles de obrajeros y unos 800 carros de alzaprimas operadas por unos 5.000 bueyes. En un momento dado, los trenes tuvieron que hacer dos viajes por días, los convoyes iban llenos de rollos y durmientes calculándose en unas 50.000 toneladas por año. La empresa de don Fassardi fue, también, pionera en la fabricación de madera terciada, para lo cual construyó un gran aserradero en el kilómetro 37. Además, don José, aprovechando la gran cantidad de mano de obra de prisioneros bolivianos, construyó una vía para tren de trocha angosta desde el Km 37 hasta San Agustín, conocida como Punta Vía.
También construyó una fábrica de aceite en el Botánico y adquirió un molino harinero en Encarnación con una capacidad de producción de 50 toneladas por día.
La fábrica de terciada y aserradero del kilómetro 37 funcionó desde 1925 y, ya bajo otra administración, hasta la actualidad. El Estado había concedido a la empresa de don José Fassardi unas 200.000 hectáreas de tierras para plantar eucaliptos y cedros, esta última especie debió plantar 35.000 plantas. Sin embargo, en el año 1964, la propiedad cedida por el Estado se había traspasado a la compañía Matiauda-Battilana Peña, que la loteó y colonizó en 1980.
Don José Fassardi falleció en Asunción el 8 de enero en 1940, a los 73 años de edad. Hoy, la gente del Km 37, sitio donde don José Fassardi cimentó su imperio industrial, lleva con ferviente efecto su nombre.
Texto y fotos: Catalo Bogado catalobogado@gmail.com
