Ab Ovo, tres décadas

Tres amigos, tres décadas y millones de historias es el resumen más “sencillo” para hablar de un grupo que hizo reír a los paraguayos en cada punto del mapa nacional. Ab Ovo es sinónimo de comedia, pero también de protesta social y de un humor que apunta a despertar al pueblo guaraní ante las injusticias de su día a día.

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Albert Benítez, Tito Ibarrola y Tony Apuril; esos nombres de por sí dicen algo para cualquier paraguayo, pero cuando se agrega Ab Ovo, todo cobra sentido y surge una sonrisa. El patio trasero del pub Vinicius, en la zona de Lambaré, les sirvió como primer escenario, un 5 de febrero de 1988. Llenos de nervios e incertidumbre, se lanzaron a una aventura que, a pesar de haberlo soñado, nunca imaginaron que se concretaría.

“Lo primero que hicimos fue conseguir un lugar para actuar. Después vimos qué era lo que íbamos a hacer, qué nombre le íbamos a poner y, como siempre, a última hora estábamos tratando de conseguir cosas para la producción, incluida una gallina que compramos del Mercado 4”, dice Albert.

“Nos habíamos hecho amigos del dueño de Vinicius, que en ese entonces era un pub de moda. Ahí cantaban Menchi (Barriocanal) con un grupo que se llama Cantamérica, entre otros varios artistas; era una especie de peña, pero más top (…). La primera noche nosotros llenamos el patio. Cuando llegábamos, veíamos la cantidad de autos afuera y no entendíamos si era por nosotros o no, así que tuvimos que probar un par de veces más”, dice.

Tenían 20, 21 años; estaban empezando la facultad, comenta Tony. Todos en distintas áreas de trabajo. Él se inclinó en arquitectura, Albert en medicina y Tito no estuvo en el arranque del grupo justamente porque había ido a estudiar Administración de Empresas al exterior. Pero fue parte del numeroso público que los observó de pie en su primera presentación porque ya no había asientos. “Al terminar, la gente pedía bis, pero como no estábamos preparados, repetíamos los chistes que más les gustaban. La gente alzaba la mano y pedía ‘cuenten otra vez el de tal cosa’, y nosotros volvíamos a hacerlo con la mejor onda, felices porque se reían y se notaba que les gustó”.

Vinicius fue sede de sus primeras cuatro presentaciones. Hasta que un día llegaron al teatro y descubrieron un mundo completamente diferente. “Eso era lo que nosotros necesitábamos para poder hacer los shows y montajes como correspondía, así que nos propusimos eso y resultó todo un éxito. La gente seguía llenando. La primera vez que alquilamos un teatro, para probar, la idea fue una función el viernes, dos el sábado y una el domingo, pero como todas fueron con sala llena, tuvimos que hacer una función más el domingo e inmediatamente alquilar nuevamente para el siguiente fin de semana con igual éxito”, recuerda Albert.

Ab Ovo empezó por las ganas que tenía de hacer música, pero, desde sus inicios, en el difícil final de la dictadura de Alfredo Stroessner, salieron del molde y se volcaron a la crítica social. “Hacíamos bromas esperando abrir un poco la mente de la gente, tratando de que se despierte e hiciera algo por cambiar la realidad de nuestro país. Y bueno, todavía seguimos esperando”, dice Tony.

De aquella época, cuenta Albert, una de las cosas que más extrañan es la sorpresa de la gente, una mezcla de inocencia y expectativa que se generaba en cada minuto de sus presentaciones. “Hoy en día es como que la gente ya sabe que alguna cosa vamos a hacer, ya no resulta una sorpresa como antes. Pero entendemos eso y tratamos de generar nosotros otras sensaciones”, dice.

Para Tony, el tipo de humor que proponen fue siempre para una brecha cultural media que actualmente se redujo en una medida que a veces resulta triste. “Antes podíamos hacer bromas por ejemplo de Bach (Johann Sebastian) o de Homero, u otros personajes históricos, pero con el paso del tiempo nos dimos cuenta de que cuando incluíamos eso en nuestros relatos muchos quedaban colgados, no sabían de quienes hablábamos. Eso nos resulta triste y lo que entendemos es que se debe a la pobre oferta televisiva en nuestro país, que copia los productos argentinos de pésima calidad. Es lo que la gente consume en toda la región, respondiendo a intereses políticos para quedarse en la ignorancia”, dice con el tono más serio de toda la entrevista.

En este tiempo hicieron radio, escribieron columnas de opinión en medios escritos y, también, pasaron por la televisión; tal vez no todo fue como hubiesen querido, coinciden todos. Pero el solo hecho de cumplir 30 años de carrera y que la gente les siga “dando su voto”, pagando las entradas a sus shows es la mayor muestra de que su forma de hacer arte, humor y música sigue vigente y de que el paraguayo continúa con una tremenda sed de cultura.

Para celebrar estas “primeras” tres décadas de trayectoria, planean un show especial para mayo. Además, siguen haciendo planes como en los inicios, solo que optimizando más el tiempo e intentando ser más puntuales, dicen entre risas. Así, entre los mayores sueños está la realización de una película o la transmisión en vivo de sus espectáculos con cámaras de 360º para todos los paraguayos que estén en el exterior. “Esperamos seguir vivos para ver eso hecho realidad”, dice Albert entre risas.

mbareiro@abc.com.py

Fotos: ABC Color/Javier Cristaldo/Archivo.

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