Artista de película

En su tercera entrega como cineasta, Enrique Collar propone, a partir de su tierra natal, Itauguá, una nueva manera de reflejar una mirada sobre el universo urbano y rural del Paraguay hasta llevarla al mito.

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El reconocido artista visual y director compatriota Enrique Collar completa la trilogía paraguaya iniciada con Miramenometokéi (2002) y Novena (2010) con el estreno nacional de Costa Dulce, su último trabajo como cineasta. Collar nos abre una puerta para hacer un recorrido por los lugares que ha transitado para llegar a ser quien es como persona y como artista.

El audiovisual, que hizo su debut en sociedad en el festival de cine de 2013 en Mar del Plata (Argentina), también participó en festivales de Rotterdam (Holanda), Unasur de Argentina y AFI de los Estados Unidos; se estrenó días pasados en nuestro país. Collar trabajó con el mismo equipo con el que realizó los dos audiovisuales anteriores, que llevan recorriendo numerosos festivales internacionales y poniendo al Paraguay en el mapa del cine internacional, principalmente, con una producción artística de calidad.

Collar nos revela más detalles de su producción, una interesante fusión pictórico-documental.

-Primero fue Miramenometokéi; luego, Novena, y ahora, Costa Dulce. ¿Hay un hilo conductor entre las tres obras?

-Existen varias conexiones o entrelazamientos entre las tres películas, pero lo que inmediatamente viene a mi cabeza es la idea de transición de lo complejo hacia lo simple, de lo urbano hacia la realidad rural, para luego elevar esto al nivel del mito. De esta manera, propongo un recorrido sobre aspectos sociales, culturales, poéticos y antropológicos del Paraguay contemporáneo.

-Sus realizaciones son impresionistas, una fusión entre la técnica de la plástica y el documental, con una visión muy particular de la vida, de nuestro país y su gente. ¿Por qué elige para sus personajes a gente del campo y, principalmente, resalta la lengua guaraní?

-El documental me permite acercarme al cinéma verité, o a la simple y antigua relación entre el pintor y sus modelos. Y los modelos de mi pintura paraguaya durante mucho tiempo posaron para mí. Más tarde, la hoja y el lápiz se transformaron en cinta VHS, y cuando llegó la era digital, comencé a hacer cine en el Paraguay. El guaraní de Novena y Costa Dulce surge por la naturaleza de mis modelos-actores que son elegidos en el pueblo a través de un casting. El pueblo es riquísimo en personajes auténticos.

-Sus trabajos se destacan por no recurrir a actores profesionales. ¿Por qué?

-En Miramenometokéi el guión planteaba una historia coral con personajes y diálogos complejos y específicos. Así y todo logramos equilibrar el casting con actores profesionales de teatro, como Humberto Gulino, Ramón del Río, Calolo Rodríguez y Miriam Sienra, con gente que no había tenido ningún tipo de experiencia, como Katherine Catolino y José Pérez Chaves. Es decir, la elección del tipo de actor ya aparece en la escritura de la historia. En Novena escribí pensando en Juan de Dios; no me cabía la idea de que otra persona pudiera interpretar el personaje.

-¿Por qué motivo eligió esta vez la ciudad que lo vio nacer, Itauguá?

-Muchos creadores han hecho su obra a partir de un lugar concreto. Dalí, con Cadaqués; Buñuel, con México; Jan Vermeer, en Delft. Y yo nací en Itauguá y gran parte de mi obra paraguaya está inspirada en su gente, sus personajes y su atmósfera. Mis dos últimas películas son una extensión de estas pinturas. Itauguá es para mí una fuente inagotable de inspiración.

-En cada historia, los protagonistas huyen de algo o están en buscan de algo. ¿Tienen algo de autobiográfico?

-Toda mi vida fui extranjero y siempre estuve yendo y viniendo; es parte de mi historia. El irse es para mí un estado de transformación, y como dice Fernando Moure: “El nomadismo es oxígeno”, refiriéndose a mi obra pictórica reciente, que está en exposición en Hepner galería de arte. Casi siempre me siento extranjero, incluso entre mis colegas locales. Es en Rotterdam donde me siento menos extranjero, porque hay una gran mayoría de artistas de todas partes del mundo.

-¿Qué significan para usted los premios?

-A veces, son un estímulo; otras, son un clavo.

-¿Cuáles son sus próximos proyectos?

-Estoy muy satisfecho de haber concretado el milagro de hacer una trilogía cinematográfica en el Paraguay. Ahora me interesa disponer de mayor tiempo para dedicarme más a mi familia y a mi pintura.

Enrique Collar, un artista completo, pero sobre todo, alguien que no olvida sus raíces ni su identidad, que definieron lo que él es hoy como persona y como artista.

Equipo técnico

Dicen que si una fórmula ha resultado un éxito, no debe ser cambiada. Tal vez por ello, volvió a trabajar con el equipo conformado por Christian Núñez, en la dirección de fotografía; Juan Carlos Careaga, en sonido; Luz Marina Servín, en la producción de campo; Nelson de Santaní, en la asistencia de dirección y casting; Christian Acosta, foquista; Steven Báez, asistencia general; Walter Jara, distribución, y Celso Chamorro, en la producción ejecutiva.

Argumento

Protagonizada por Christian Riveros y Eladia Velázquez, Costa Dulce trata precisamente de la leyenda de la plata yvyguy (tesoro oculto o escondido). Y aunque el título de la obra lleve el nombre de una de las calles de Itauguá Guazú, narra la historia de un joven de Itauguá Guazú, David (Cristian Riveros) quien, al quedar al cuidado de una casa con el objetivo de repararla, se obsesiona con la búsqueda de plata yvyguy —creencia popular que se originó terminada la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870)—. Luego de la llegada de una misteriosa encomienda para el dueño de casa, se inquieta y es preso de irrefrenable curiosidad.

El mito de plata yvyguy envolverá a David en una historia de codicia, obsesión y muerte, poniendo en peligro hasta lo que una persona posee como más preciado: la libertad.

mpalacios@abc.com.py

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