Entre boinas y alpargatas

Una de las nacionalidades arraigadas entre los paraguayos, desde los más remotos tiempos, es la vasca. Su presencia en nuestro país es tan antigua como nuestra misma historia. Hernán Zubizarreta, un vasco-paraguayo, se tomó el trabajo de buscar a sus coterráneos en nuestro país y sus pesquisas derivó en un interesante opúsculo.

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Existen muchos elementos que forman parte de nuestra cultura que nos unen con los vascos, una nacionalidad unida a la nuestra por medio de diversas expresiones: desde apellidos famosos hasta utensilios cotidianos, como las boinas de nuestros abuelos y las alpargatas de nuestras abuelas, confeccionadas en suela de cáñamo y tela, muy apropiadas para los bailes ágiles y ligeros a los que eran muy afectos los vascos en su tierra de origen.
La presencia de los vascos en el Paraguay arranca en el mismo momento de la llegada de los europeos al Río de la Plata y el Paraguay. El mismo "fundador" de la nacionalidad, don Domingo Martínez de Irala era vasco de pura cepa.

Una vez establecidos los peninsulares en el Paragua-y, y consolidado el asentamiento denominado Asunción, al que aquél otorgó su condición de ciudad, cuando estableció el Cabildo, Justicia y Regimiento, el 16 de septiembre de 1541, los españoles comenzaron las fundaciones de otros centros poblacionales. Uno de ellos, Buenos Aires, con el transcurso de los siglos se convirtió en la principal orbe de la región, llegando incluso a opacar a la ciudad que le dio existencia, Asunción del Paraguay.

Y fue también un vasco el que realizó la fundación, en 1580: don Juan de Garay.
Como ellos, numerosos fueron los próceres de aquella época de nuestra historia, provenientes de aquella región de la península ibérica: los Ortiz de Zárate, Ortiz de Vergara..., etc.
Ni qué decir de los gobernantes que tuvo nuestro país en su historia independiente: vascos fueron don Higinio Uriarte (apellido originario de Oñate, Guipúzcoa y extendido a Ispaster Vizcaya; significa "helechal"); Juan Bautista Eguzquiza Isasi, de ascendencia vasca, tanto por la rama paterna como materna, cuyo primer apellido procede de Guipúzcoa y significa "lugar de salicarias", que es una planta semejante al sauce. Su apellido materno, Isasi, es originario de Eibar, en la misma región; es equivalente a "retamal" o lugar de retamas.

También don Emilio Aceval era de ascendencia vasca, aunque originalmente se escribía Acebal o Azebal. Otro presidente de origen vasco fue el coronel Juan Antonio Escurra, apellido escrito originalmente como Ezkurra y significa "encinal". Por su parte, la familia de don Juan Bautista Gaona provenía de la villa de Gaona en Alava, y de Azkoitia, Guipúzcoa, y su significado es "pastizal".

Don Manuel Gondra también llevaba sangre vasca en sus venas y su apellido, como Gaona, también significa "pastizal". Otros presidentes vascos fueron los Ayala: Eusebio, vasco por ambas ramas: Bordenave, apellido de su padre, es vasco francés, de Laburdi y su apellido significa "caserío nuevo". Ayala, apellido de su madre, es originario del valle de Ayala en Alava, y significa "pastizal". El otro Ayala, también vasco por ambas ramas; Sisa, apellido de su padre, don Mariano y Ayala, por lado materno.
José Félix Estigarribia Insaurralde, también era vasco por padre y madre. Su apellido paterno significa "lugar de tilos". El otro presidente de origen vasco fue Juan Manuel Frutos Escurra, vasco por línea materna. Era sobrino del presidente Juan Antonio Escurra. La lista culmina con don Federico Chaves Careaga, vasco por línea materna, cuyo apellido, al igual que otros del mismo origen, significa "helechal", y es proveniente de Xemein, al noreste de Vizcaya.

Además de aquellos vascos de la primera hora, en la primera mitad del siglo XIX, muchas fueron las familias vascas que vinieron a Sudamérica huyendo de las guerras carlistas. La mayor parte se radicó en la Argentina. Una cantidad menor pasó al Paraguay, dedicándose a las más diversas actividades. La guerra civil española fue la causa de que otra partida de vascos y gente de otras regiones de la península ibérica pasaran a América.

Al Paraguay vino una nueva partida, aunque en menor medida. Toda esa colectividad, hoy hondamente arraigada en nuestro país y en nuestra sociedad, fue minuciosamente estudiada por un descendiente de vascos: don Hernán Zubizarreta.
El resultado de varios años de rastreo es un pequeño libro titulado: Apellidos Vascos en Paraguay . En esta obra, el autor estudia las diversas aristas de los apellidos de origen vasco, la mayoría de origen patronímico o toponímico o proveniente de elementos del reino vegetal.

Así, según Zubizarreta, en el primer caso, tenemos apellidos que provienen de los nombres de antepasados (los hijos de Anso, se llamaban a sí Ansorena). En el segundo caso, los que derivan de los parajes de donde uno ha nacido: Si uno vive en una llanura (naba), se apellidará Nabarro (habitante de llanura ).
En el tercer caso, según el autor, "se miraba las cosas que más abundaba en el terreno: si era piedra, respondía a la voz Arri, la terminación eta, que significa abundancia", entonces se tenía el apellido Arrieta.

Antes de describir una larga lista de apellidos registrados en nuestro país, y sus significados, Zubizarreta refiere que en euskera, que es el nombre del idioma vasco, "está universalmente admitido que a cada sonido corresponde su signo; y que un signo no represente dos sonidos". Esta es la razón, dice, que se desechan la v, la c, la qu y la gu.

Algunos de los apellidos de origen vascos en el Paraguay, según don Hernán Zubizarreta, son: Acha (peña), Achucarro (peña del barranco), Aguilar (tejos entre zarzas), Andino (colina grande), Aranda (valle espacioso), Argaña (colina pedregosa), Artaza (muchas encinas), Baranda (colina sobre el huerto), Berna (hondonada), Bilbao (pueblo en parte baja), Cárdenas (aliento transparente), Duarte (isla), Echauri (casa en la ciudad), Elizalde (al lado de la iglesia), Galarza (mucho pastizal alto), Galeano (campana en la colina), Gómez (altura del monte), Ibarra (la ribera), Irala (ferrería del helechal), Irún (villa de hilanderas), Izaguirre (juncal en descampado), Laino (colina de sarmiento), Loizaga (lugar del lodazal), Mendieta (cabaña del monte), Odriozola (cimiento de ferrería), Peralta (muchos tejones), Recalde (al lado del riachuelo), Roa (la raíz) Telechea (la casa de la tejería), Ugarte (isla, entre aguas), Urbieta (confluencia de dos ríos), Zárate (entrada al jaral), Zorrilla (pulgón muerto) y Zubizarreta (muchos puentes viejos), entre otros.
Aunque aparentemente modesto, el librito de don Hernán es un gran aporte para el conocimiento de nuestros orígenes.
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