Facundo Machaín Recalde

El doctor Facundo Machaín Recalde es todo un recordman en cuanto a permanencia -o impermanencia, si cabe el término- en el gobierno de la República. En los últimos días de agosto, la Convención Nacional Constituyente se erigió en cuerpo electoral, y eligió al doctor Facundo Machaín para ocupar el cargo de presidente provisional del Paraguay.

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El doctor Machaín juró el cargo en las primeras horas de la noche del 31 de agosto de 1870. Luego de un brindis, el nuevo mandatario se retiró a descansar, para, al otro día, formar su gobierno.

El doctor Facundo Machaín Recalde nació el 26 de noviembre de 1845 en Asunción, hijo de José Serapio Machaín y Zavala y Clara Recalde y Machaín.

El doctor Machaín se casó con Clara Recalde. Sus hermanos fueron: Esteban, León, Raymundo (casado con Clara Recalde, viuda de Facundo), Josefa, casada con Federico Zorraquín; Francisca, casada con Alberto Robinson; Emilia y Serapio.

Luego de realizar sus primeros estudios, se trasladó a Chile donde siguió la carrera de Derecho. Regresó al país al terminar la guerra contra la Triple Alianza, y le cupo ser protagonista de primera línea de los trabajos de reorganización de la República.

Electo convencional, fue designado por la magna asamblea para ocupar la presidencia provisional, pero pocas horas después de su juramento, un golpe de Estado le alejó del poder sin siquiera ejercerlo.

En 1872 fue designado miembro del Superior Tribunal de Justicia, y durante el gobierno del presidente Juan Bautista Gill ejerció la cancillería nacional, donde tuvo descollante actuación, especialmente en la defensa de los derechos paraguayos sobre el Chaco. Ejerció el periodismo, y cuando se fundó el Colegio Nacional en 1877, fue su primer director. A raíz de los sucesos de abril de 1877, en que fue asesinado el presidente Gill, se sucedieron turbulentos días, que tuvieron a Machaín como uno de los protagonistas. Ejerciendo la defensa de algunos implicados en el magnicidio, fue muerto en la célebre masacre de la Cárcel Pública, el 29 de octubre de 1877.


El primer tranvía

En un rincón del cementerio Internacional se encuentra la lápida que perteneció a la tumba de don Diego Horroks, un emprendedor súbdito inglés llegado al Paraguay en los primeros días de la posguerra de la Triple Alianza.

Era un joven veinteañero cuando se sumó a la reconstrucción nacional, fundando la primera empresa tranviaria -de tracción a sangre- que conoció el país, y que comenzó a circular por las calles de Asunción a partir de 1872.

Parece ser que esta empresa tuvo algunos contratiempos económicos (el señor Horroks había fallecido en 1881), aunque no sabemos si aquellos problemas ocasionaron la muerte de su dueño o si los problemas surgieron como consecuencia del fallecimiento del inglés.

Lo cierto es que esta empresa fue adquirida por el doctor Francisco Morra, quien extendió las vías hasta la Recoleta.



Para proteger zapatos

Los últimos lluviosos días me llevaron a recordar un curioso artilugio que utilizaban los señores de antes... de cerca de cuarenta años atrás. Tenía un tío "muy viajado" como decían en la campaña, que cada tanto, por cuestiones de trabajo viajaba a Asunción -entonces vivíamos en Misiones, en San Miguel (un pueblito de primera, porque si uno ponía en segunda, ya pasaba todo)-.

La cosa es que el tío este, en uno de sus viajes a la capital del país, se había comprado una galocha, que era algo así como un forro de goma para los zapatos... Para proteger los zapatos en terrenos anegados. Aunque mirando y conociendo los raudales que se forman a poco de caer algún aguacero, muy poco debía de haber sido la utilidad de aquellos forros pédicos, porque con nuestros raudales, ni botas de gomas son la solución.
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