Don José Domingo era un gran aficionado, y eso lo demuestra en las fotografías que había tomado. Por ejemplo, dejó secuencias muy interesantes de un vaso con agua en el que cae un limón y sale el líquido. No era nada fácil preparar el obturador e ir disparando para captar las secuencias perfectas.
También le gustaba mucho fotografiar flores e insectos mientras recogían el polen. Además, muchos paisajes y fotos familiares tomadas en la casa donde vivían sobre la Avda. Mariscal López, donde está el edificio Asturias.
En Rochester se conserva un rincón que se constituye en un pequeño museo, donde se pueden apreciar las diferentes cámaras que fueron revolucionando este negocio en nuestro país. La historia de este laboratorio prácticamente se identifica con gran parte de la historia de la fotografía, por los cambios y avances que fue incorporando.
“Esta es una empresa netamente familiar, donde participamos todos los hermanos, siempre dirigidos por papá, mamá y José, mi hermano mayor. Ahora estoy a su lado en la parte administrativa. Luego se fueron incorporando los más jóvenes en todo lo que es marketing y producción”, refiere.
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En un rincón de la casa central también se pueden apreciar fotografías de todos los novios y novias de la familia.
“Solamente quiero agradecer a toda la gente que durante este tiempo nos está ayudando. Tengo unos treinta años en la empresa; antes estaba en el Banco Unión, en otro rubro, pero ahora estoy de lleno en este mundo maravilloso de la fotografía”.
