Preguntado sobre qué había pasado a esas alturas con el otro fundador, el entrevistado destaca que “el señor Laguardia (Miguel) continuó hasta el día de su muerte, siguió viniendo al laboratorio con muy avanzada edad, hacía control de calidad y pruebas de fórmula prácticamente hasta el año de su fallecimiento, tenía mucha fortaleza, una persona muy sana, espectacular”. Respecto a si nunca se desarmó la sociedad Laguardia-Scavone, contó: “En un momento dado llegan a un acuerdo, y mi abuelo le compra su parte a don Miguel, no recuerdo el año. Pero él siguió vinculado y dentro del laboratorio hasta el último día de su vida. Falleció quizá en los años 80, pero no tengo el dato exacto”.
En cuanto a cómo siguió el laboratorio después de 1967, Scavone señala que “cuando fallece el fundador le sucede como presidente de la compañía su primogénito, Pascual “Chongo” Scavone, también hasta su muerte. Y después sucesivamente los demás hermanos menores. La sucesión en la compañía se da por una cuestión de edad, y eso se respeta hasta hoy. En mi caso, hoy soy vicepresidente primero de la compañía. Soy el único hijo de ‘Chongo’ Scavone”, agrega.
También habla de lo que considera toda una “cultura” dentro de Lasca. “Mi abuelo hacía mucha ayuda social, y esa característica queda en la compañía hasta hoy día. Te digo que mi abuelo fallece en el 67 y en el año 68 mi padre hace una fundación en la compañía y se cedieron terrenos y casas, con títulos, para 20 funcionarios de la empresa. Hablamos de una empresa que cuando eso tenía 80, máximo 100 funcionarios. Y esa tradición de conciencia social es cultivada hasta hoy”, afirma.
Varios temas quedan en el tintero. De hecho, la idea era rescatar al menos algunos capítulos de la historia de este laboratorio que marcó los inicios de la industria de fármacos en el país.
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