Capital humano y pandemia: ¿Más desiguales, menos preparados?

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La relación existente entre la educación y la economía es ampliamente conocida. Diversas teorías económicas incorporan a la educación como parte esencial para explicar el crecimiento en modelos económicos. Normalmente, es de uso generalizado el término de capital humano. Este concepto agrupa tanto a la capacitación como a la salud de las personas para que las mismas puedan generar productividad dentro de un país. Paraguay se encuentra relegado en el último lugar para la región con 53% de productividad esperada para la población al cumplir la mayoría de edad, según reporte del BM.

A finales de setiembre, el Banco Mundial (BM) lanzaba su Reporte de Capital Humano con el índice que mide la productividad que una persona puede alcanzar a la edad de los 18 años. De acuerdo con los datos, se puede apreciar que un niño nacido durante este año, en promedio, podría llegar a ser 56% más productivo cuando sea mayor de edad, siempre y cuando pase por un proceso de educación completa y de salud integral.

En los primeros lugares se ubican, en su mayoría, los países asiáticos y nórdicos, con un promedio del 81% de productividad. Al observar los indicadores para la región de América del Sur, la métrica de capital humano muestra un 59% de productividad. En este caso, Chile, Perú y Colombia son los países de mejores rendimientos hacia esta zona del continente. Paraguay se encuentra relegado en el último lugar para la región, con 53% de productividad esperada para la población al cumplir la mayoría de edad.

A pesar de que en las últimas décadas hubo un aumento en la matrícula escolar, permitiendo que la deserción sea casi nula para el ciclo básico de la educación (1° al 9° grados), el abandono escolar empieza a darse en el ciclo medio (1° a 3° de la media), según datos de la Dirección General de Encuestas, Estadística y Censos (DGEEC). Este fenómeno se debería principalmente por motivos económicos, necesidad de insertarse en el mercado laboral o por el simple hecho de una distante conexión con la oferta académica de las instituciones educativas.

En tanto, que de acuerdo con los datos del Ministerio de Educación y Ciencias (MEC), solamente 4 de cada 10 alumnos que inician la escuela, culminan su etapa en los colegios. Dicho todo esto, el país pasó por un proceso vertiginoso desde la Reforma Educativa de principios de los años 90. Mediante este sistema se buscó ampliar la cobertura y alcance de la oferta académica. Sin embargo, la calidad es, hasta ahora, una de las debilidades del sistema.

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Al revisar la calidad del aprendizaje durante los trece años de escolaridad que pasa un individuo y que arrancaría desde el preescolar, se aprecia que los alumnos terminan con una baja preparación para insertarse en el ámbito universitario y laboral, posteriormente. Prueba de ello es la renombrada evaluación del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA por sus siglas en inglés). La misma mide el desarrollo de los conocimientos y habilidades de los estudiantes de 15 años a través de tres exámenes principales: matemáticas, lectura y ciencias. Paraguay había participado en el año 2017 en su modalidad PISA-D para el Desarrollo. Los datos revelaron que solamente el 8% de los alumnos paraguayos comprende matemáticas y el 32% entiende lo que lee. De esta manera, los resultados ubican a Paraguay por debajo del promedio de los países de ingresos medios bajos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Estos promedios se sitúan en 29% para matemáticas y 38% para lectura comprensiva.

Debido a la baja formación escolar, los alumnos terminan el colegio y se insertan a la vida universitaria, pasando por los conocidos “cursillos de ingreso”. Este es un sistema implementado en las esferas de la Universidad Nacional. De hecho, cursar este tipo de preparaciones conlleva esfuerzos adicionales y un alto costo de oportunidad para las familias. Éstas terminan invirtiendo en clases complementarias movidas por la aspiración de una formación de calidad sin siquiera tener la certeza de que el estudiante accederá a la carrera.

De acuerdo con datos de la DGEEC, en Paraguay existen aproximadamente unos 49.303 alumnos en las universidades públicas hasta el 2018 y unos 18.582 alumnos en la Universidad Católica al 2017. Durante el periodo 2012 hasta agosto de 2020 fueron expedidos por parte del MEC alrededor de 186.000 títulos por parte de las universidades a nivel país, siendo el 25,3% para carreras relacionadas a la administración, contabilidad, marketing y afines. En tanto que el 15,3% de los títulos fueron para la carrera de enfermería, 14,5% a derecho y notariado, 11,9% ciencias de la educación, pedagogía y afines, 4,6% ciencias médicas y 4,2% ciencias agrarias y afines, un 3,0% aproximadamente, a las carreras relacionadas a la tecnología informática. Aquellas vinculadas a la construcción, ingeniería civil y arquitectura representaron solamente el 0,7% y las demás ramas de la ingeniería (electrónica, electromecánica, electricidad e industrial) representaron un 0,94%. De esta manera, el 80% de las titulaciones en el país están concentradas en unas pocas carreras. Además, otro dato importante de mencionar es que solo 1 de cada 10 estudiantes en Paraguay culmina su carrera de grado.

En Paraguay, al igual que en los países del mundo, la educación está amparada por innumerables normativas, que convierten a la educación en un derecho fundamental del ser humano. Para ello es importante conocer los alcances de las mismas a fin de dimensionar la prioridad que tiene y debe tener el aspecto educativo en el país (ver info Leyes).

De acuerdo con los datos mencionados anteriormente y contrastando con el marco legal, se podría entender que, en líneas generales, ambas leyes, funcionan en sentido contrario a lo que sucede en la práctica. Con esta comparación entre la realidad y lo que debería ser el sistema educativo paraguayo, surgen los cuestionamientos de qué tipo de capital humano está desarrollando el país, qué clase de profesionales se están insertando al mercado laboral y a qué se apunta para el futuro.

Becal y su relevancia en el fortalecimiento del capital humano

Ante la necesidad de ampliar la gama de profesionales en el país y focalizarlos en ciertas áreas prioritarias para fomentar el crecimiento económico, nace el programa de becas “Don Carlos Antonio López” (Becal).

Becal es parte del único fondo genuino en Paraguay para invertir en educación de calidad. El programa forma parte del Fondo de Excelencia de la Educación y la Investigación (FEEI), que a su vez se enmarca dentro de la Ley del Fondo Nacional de Inversión Pública y Desarrollo (Fonacide). Los recursos provienen de la compensación por cesión de energía de la hidroeléctrica Itaipú Binacional.

El programa de becas tiene como objetivo acrecentar los niveles de generación y aplicación de conocimiento en las áreas de ciencia y tecnología. Además, de fortalecer los niveles de aprendizaje en la educación, a través del mejoramiento de la oferta del capital humano avanzado. Así también se enfoca en el avance de la investigación, la innovación y la educación. Debido a su alcance y sus resultados, el programa fue ampliado y actualmente está en su segunda etapa.

Desde el año 2015 hasta la fecha se entregaron alrededor de 1.600 becas en sus dos etapas. Este grupo de beneficiarios accedió desde realizar un semestre de grado en una universidad del exterior a cursar programas de maestría, doctorado y posdoctorados en instituciones educativas renombradas a nivel mundial, hasta incluso tener la posibilidad de realizar cursos de idiomas desde la versión Becal 2.0. El acceso está sujeto a una serie de condiciones como un proceso de selección y de priorización de acuerdo al área de estudio del postulante.

En su primera versión, el programa contó con aproximadamente G. 232 mil millones para apoyo económico de los que se ejecutó el 90%. En su segunda versión, Becal cuenta con G. 292.000 millones de los cuales fue ejecutado el 10%. El saldo, unos G. 262.000 millones, estiman, sería utilizado en su totalidad en el 2023. Una posterior fuente de financiamiento es incierta, debido a que estos fondos, como se mencionó, provienen de la Itaipú. En consecuencia, la disponibilidad de más recursos está supeditada a la renegociación con el Brasil que se daría en el 2023.

Pandemia y debilidades en el sistema educativo

Con la llegada de la pandemia por covid-19, el sector educativo, en todos sus niveles, también sufrió un impacto importante como resultado de las restricciones de aglomeración. Ante este nuevo escenario, se migró a un esquema virtual de enseñanza y aprendizaje. La adaptación forzosa, reactiva y a contratiempo por parte de las instituciones educativas, sobre evidenció la brecha socioeconómica existente entre la población paraguaya.

De hecho, miles de estudiantes se enfrentaron a serias dificultades a la hora de participar en una clase virtual. Varias fueron las condiciones que complejizaron la situación como que solamente el 24% de los hogares tiene acceso a internet y un mismo porcentaje posee una computadora o celular, de acuerdo con datos de la DGEEC. Aunado a la alta informalidad del mercado laboral impactada de manera considerable durante la pandemia, así como la migración hacia el área rural y la caída de los ingresos durante la cuarentena estricta.

Al darse esta coyuntura, las diferencias preexistentes se acentuaron, generando incluso mayor desigualdad en el país.

La situación se convirtió en el centro del reclamo estudiantil, el cual se materializó en el proyecto de Ley de Arancel Cero en la Educación Superior en universidades públicas. Este proyecto, sancionado por el Congreso Nacional y a la espera de la promulgación o veto del Poder Ejecutivo, contempla que los estudiantes de universidades públicas e institutos de educación superior de todo el país, estarán exentos de pagar cuotas de cursillos de ingreso, exámenes, materiales, documentación, etc. Sin embargo, esta medida, en teoría, no alcanzaría a aquellos que sean egresados de instituciones educativas privadas.

Aunque no existen dudas sobre la necesidad de reducir las brechas sociales en el país, para el tratamiento de esta Ley, en particular, se obviaron puntos centrales en la construcción educativa. De hecho, el otorgamiento de la gratuidad carece de criterios de calidad académica de los potenciales beneficiarios, ni se estipula un protocolo de priorización de carreras universitarias. Además, la normativa se presenta con varias imprecisiones. A decir, la total indefinición del plazo de la exoneración y que se prevé financiar estos aranceles con recursos del FEEI, el único fondo para calidad educativa del país. Esta medida afectaría principalmente al MEC, como así también a Becal y al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) lo que podría generar una caída importante en la inversión en primera infancia, TICs, mejora del capital humano e investigación.

De promulgarse la Ley, las consecuencias también se reflejarán en una importante carga fiscal, donde el Estado deberá encontrar recursos para compensar los aproximadamente US$ 50 millones que las universidades públicas dejarán de percibir en concepto de aranceles.

Eje central en proceso de recuperación pospandemia

En palabras y en coincidencia con Federico Mora, coordinador general de Becal, “existe una necesidad de revisar, inclusive en pandemia, lo que implica la educación superior y esto es sin entrar en la conversación de qué va pasar con la universidad el próximo año, o qué pasos tiene que hacer la referida casa de estudios para tener una propuesta a la altura de una modalidad que puede que no sea necesariamente 100% presencial. El desafío contempla varias aristas”.

Por todo lo anterior, no es suficiente con pensar, diseñar e implementar medidas paliativas sin considerar las consecuencias a futuro. Es necesario abrir un nuevo consenso para repensar a la educación superior paraguaya como un eje central en el proceso de recuperación post covid-19. Esta crisis es la oportunidad para generar espacios de construcción y de reformas en todos los niveles educativos que se reflejarán en el fortalecimiento del capital humano del país, con sus consecuentes efectos positivos en el desarrollo y crecimiento de Paraguay.

*En Paraguay, la educación superior antes de la crisis sanitaria, ya atravesaba por serias deficiencias. Con pandemia y la obligada migración virtual se agravó el problema. Al igual que muchos países, el covid-19 halló al sistema educativo terciario local con escasa infraestructura digital, entre varias falencias.

*Es necesario abrir un nuevo consenso para repensar a la educación superior local como eje central en el proceso de recuperación pospandemia. Esta crisis es la oportunidad para generar espacios de construcción y de reformas en todos los niveles educativos.

*Para el BM, la educación se constituye en un importante motor del desarrollo y en uno de los instrumentos más eficaces para reducir la pobreza y mejorar la salud. Así como alcanzar la igualdad de género, la paz y la estabilidad, contribuye también al desarrollo económico a largo plazo y promueve la innovación.