Parte IX
Considerando que la fuerza militar constituye un medio o instrumento al servicio de la política de los Estados para determinados casos en que se vean seriamente afectados los intereses nacionales de los países, sería ingenuo pensar que el vecino país no tomará sus previsiones para eventuales intervenciones con su fuerza militar fuera de su territorio nacional, en base a posibles escenarios de riesgos de sus intereses nacionales.
Es el propio General De Meira Mattos quien advierte: “La lección de la historia es la lección de la humanidad. La humanidad se compone de Estados y los Estados son tanto más ambiciosos cuanto más poder poseen. Esta ambición lleva al desequilibrio político, a la inestabilidad en las relaciones recíprocas. Los esfuerzos de los institutos de derecho internacional se han mostrado insuficientes por contener esas ambiciones. La ruptura del equilibrio dinámico entre los Estados lleva a las modificaciones territoriales, y éstas a las modificaciones de las fronteras, que se van repitiendo a través de los siglos”.
En referencia al plan militar de la nueva Estrategia Nacional de Defensa del Brasil (2008), varios estudiosos del tema han considerado que, de la misma forma “que sistematiza la defensa ante amenazas y ataques externos”, también "le da oportunidad para un expansionismo regional, que algunos analistas comienzan a denunciar (hasta con ciertas características “imperialistas”). (Gustavo Herren CEPRID: “Estrategia Nacional de Defensa: Brasil y su proyección en América del Sur”).
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La proyección para eventuales intervenciones militares del Brasil en escenarios de posible empleo fuera de sus fronteras se confirman con las palabras de Geraldo Cavagnari, Coronel (R) del Ejército Brasileño e investigador de la Universidad de Campinas (Unicamp), quien señala: “En el futuro, el Brasil puede ser exigido, por ejemplo, de tener una capacidad militar de defender intereses nacionales fuera de su territorio nacional”. (Gustavo Codas: “La estrategia de las FF.AA.”: Noticias-19/Noviembre/1997). No obstante, Cavagnari aclara que “Brasil no aspira a ser potencia hegemónica porque no quiere entrar en colisión con los EE.UU. que ejerce la hegemonía del continente. El Brasil busca ejercer un papel de potencia regional. Cuando hablamos de potencia regional nos referimos a una situación tal que sin la presencia del país en cuestión ningún ajuste o acuerdo regional tendrá éxito. Es el caso de Alemania en Europa Central, de China y Japón en el este asiático y del Brasil en América del Sur. Cualquier iniciativa entre países en esas regiones que no considere esas potencias regionales fracasará”. (Gustavo Codas: “Brasil debe formar parte del Consejo de Seguridad”: Noticias-18/Noviembre/1997).
Parte X
Hasta el momento no existe certeza clara y manifiesta que permita afirmar, en forma categórica y concluyente, que las intervenciones del Brasil en el Paraguay corresponden a circunstancias ya superadas de un pasado nefasto de hostilidad y desencuentros. Durante las dos crisis políticas internas recientes que afectó al Paraguay, una en 1996 y la otra en 1999, el Brasil ha tenido un fuerte protagonismo, casi imperial, teniendo, paradójicamente, a un sociólogo como conductor político del país: el presidente Fernando Henrique Cardoso.
Así, el 25/Marzo/1999, la Agencia ANSA (San Pablo), publica las declaraciones del presidente Cardoso sobre la crisis registrada en el Paraguay a consecuencia de la muerte del vicepresidente de la República, Dr. Luis María Argaña, conocida como “el Marzo paraguayo”, asegurando que “el Gobierno (brasileño) está preparado para proteger a ciudadanos brasileños residentes en Paraguay y la estratégica hidroeléctrica binacional de Itaipú”. El Presidente Cardoso, agrega el informe, manifestó que “Brasil tiene un plan A, B, C, D, F, G, hasta el infinito para defender a los brasileños y la central hidroeléctrica, ya que la cosa está fea en el Paraguay (…)”. Añadiendo más adelante “Si hubiera riesgo de golpe, nosotros reaccionaremos con dureza”. (“Un golpe deja a Paraguay fuera del Mercosur, dijo F. H. Cardoso. Brasil se prepara para proteger la hidroeléctrica Itaipú”: ABC Color-26/Marzo/1999).
Asimismo, el 12/Marzo/2007, la prensa publicó algunos extractos y comentarios del libro de memorias “La historia que viví”, de 700 páginas, del expresidente brasileño Fernando Henrique Cardoso, que “revela una alevosa intromisión del Brasil en la política interna paraguaya”, y que hace presumir “que Itamaraty rige nuestro destino, al punto tal de decidir qué jefe de Estado de su simpatía debe gobernar el Paraguay”. Cardoso se jacta en su obra de haber apoyado al presidente Juan Carlos Wasmosy en Abril/1996, para “capear la supuesta rebelión de Lino Oviedo” y, en contrapartida, ante la crisis de Marzo/1999, cuando el presidente Raúl Cubas le solicitó ayuda, “contradictoriamente le contestó que sería mejor que renunciara y recibiera asilo en el Brasil, lo cual finalmente aceptó”. Cardoso confiesa que en el Paraguay se vio “obligado a actuar para evitar que el orden político se rompiera, siempre con la ayuda del embajador en Asunción, Marcio Paulo de Oliveira Dias, con la ayuda de Itamaraty y de las Fuerzas Armadas”. (Obviamente se refería a las Fuerzas Armadas del Brasil).
El arquitecto Hugo Aranda, en entrevista periodística, reveló que “el propio embajador brasileño redactó en la sede de la embajada norteamericana la nota engañosa dirigida a Oviedo por la cual Wasmosy pide permiso al Congreso”. Sobre la crisis sigue diciendo el expresidente Cardoso, “en comunicaciones telefónicas continuas me mantuve informado, y después de haber asegurado con nuestras Fuerzas Armadas condiciones de seguridad para la hidroeléctrica de Itaipú, de la cual viene un cuarto de energía consumida en el Brasil, le pedí al general Zenildo (Lucena), ministro del Ejército, quien fue instructor del general paraguayo, para que explicara a su colega que no tendría apoyo nuestro para cualquier aventura”. (Hugo Ruiz Olazar: “Alevosa intromisión de Brasil en la política interna del Paraguay”. ABC Color-12/Marzo/2007). De esta declaración del expresidente del Brasil, se desprende que la represa hidroeléctrica de Itaipú estuvo efectivamente ocupada por tropas del Ejército del Brasil, la que una vez asegurada, permitió al presidente Cardoso continuar disponiendo las medidas políticas sobre el Gobierno y las instituciones de la República del Paraguay.
El 26/Marzo/2008, la prensa publica que “Militares de las Fuerzas Armadas del Brasil se instalaron fuertemente armados, y apoyados con tanques de guerra tipo Urutú y vehículos blindados, en la línea fronteriza seca de la ciudad de Coronel Sapucaia, frente a la ciudad paraguaya de Capitán Bado, Departamento del Amambay. El operativo consiste en reforzar el control de personas y vehículos en el marco de la lucha contra el narcotráfico, armas, contrabando y crímenes ambientales en toda la región de frontera. (…) El comando de la 4ª Brigada de Caballería Mecanizada informó que el operativo no tiene fecha de finalización”. (“Brasil controla con tanques de guerra frente a Bado”: La Nación-26/Marzo/2008).
La temática “de ocupar y defender la represa hidroeléctrica de Itaipú”, se reproduce nuevamente, esta vez como amenaza, en las declaraciones del General José Elito Carvalho Siqueira, comandante militar del Sur, del Ejército brasileño, durante la operación Frontera Sur II (13 al 24/Octubre/2008), que movilizó una tropa de diez mil hombres, y en la que se realizó una “ocupación” de la represa de Itaipú, afirmando que no dudaría en tomar la hidroeléctrica de Itaipú, lado paraguayo, si es que lo ordenaba el Presidente de la República (del Brasil).
Para un analista resultaron “notables” las siguientes declaraciones del mencionado jefe militar brasileño: (…) “Ya pasó la etapa en que teníamos que esconder las cosas. Hoy nosotros tenemos que demostrar que somos una potencia, y es importante que nuestros vecinos lo sepan”. (Gustavo Herren CEPRID: “Estrategia Nacional de Defensa: Brasil y su proyección en América del Sur”).
“No podemos dejar de ejercitar y mostrar que somos fuertes, que estamos presentes y que tenemos la capacidad de enfrentar cualquier amenaza”, agregaba a sus declaraciones, el General Elito Carvalho.
Sin necesidad de profundizar mucho sobre el tema, se sabe que en el ámbito profesional militar, se da por descontada la obligación de cumplir las órdenes recibidas, más aún las de un jefe de Estado. Las expresiones del general brasileño, además de ser una perogrullada, constituyó una imprudencia al comprometer el relacionamiento armónico entre países vecinos e integrantes de los mismos organismos internacionales, embarcados todos estos, a su vez, en la consolidación de un, altamente conveniente pero nada fácil, proceso de integración regional. Este inconcebible “desliz” de un profesional militar de tan elevada jerarquía, resulta muy difícil de explicar o interpretar desde un enfoque de relacionamiento internacional integracionista. Sin embargo, podría resultar comprensible en el caso de un hipotético y estricto cumplimiento de instrucciones precisas recibidas de su propio gobierno en ese sentido. Esta posibilidad se ve fortalecida considerando la inexistencia de alguna sanción aplicada al oficial por tan grave infracción o falta.
Asimismo, el (18/Noviembre/2008), Unidades de las Fuerzas Armadas del Paraguay constataron la presencia, en territorio paraguayo, de efectivos militares brasileños, a 30 metros de la frontera seca, en el cruce de caminos entre la colonia Canindeyú y la colonia Painerinha, a 30 kilómetros de la ciudad de Salto del Guairá. Ante estos incidentes, los Ministerios, de Defensa Nacional y de Relaciones Exteriores del Paraguay emitieron sendos comunicados, al considerar que el incidente “que afecta nuestra soberanía se agrega a los muy recientes episodios en el mismo sentido, en lo que parece una inexplicable pero sistemática práctica y actitud recurrente de confrontación y provocación”. Debe señalarse que todos estos incidentes protagonizados por tropas militares del Brasil, en la zona fronteriza paraguayo-brasileña, se realizaron en coincidencia con el desarrollo de las negociaciones para la fijación de nuevos precios de venta de la energía eléctrica de Itaipú reclamado por el Paraguay, por lo que fueron considerados “actos hostiles e intimidatorios”.
Parte XI
En otro orden de cosas, dentro de esta misma problemática, especial atención requieren, por su elevado potencial conflictivo, algunos hechos muy particulares, motivos de constantes y reiterados cuestionamientos de las autoridades nacionales del Brasil. Entre los hechos que pueden configurar eventuales escenarios de conflicto, se pueden mencionar, la protección dada en el Paraguay a reconocidos narcotraficantes sindicados como responsables de la provisión de armas y drogas a las organizaciones criminales del Brasil y conectados con la organización terrorista Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC); el comercio ilícito (contrabando, falsificación, piratería, etc.) proveniente de países asiáticos vía Paraguay y cuyas ganancias se destinan para financiar la constitución de redes mafiosas dentro del territorio brasileño; la adquisición de tierras en el Paraguay, en la zona de frontera con Brasil, por parte de inversionistas de la secta Moon, considerada por el gobierno brasileño como “una amenaza a la soberanía nacional de Brasil”. Todos estos elementos disponibles, conjugados con la ineficacia de las instituciones del Estado paraguayo, sea por corrupción, ineptitud o debilidad, y la consecuente situación de inseguridad a la que está sujeta la población paraguaya, en especial, la fronteriza, que incluye, muy particularmente, a los ciudadanos brasileños residentes en el Paraguay, agravados con el accionar criminal de grupos irregulares armados, como el autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), entre otros, podrían, en el momento oportuno, constituir elementos justificadores y hasta alentadores de intervenciones extra-nacionales de proporciones y alcances incalculables.
Por razones estratégicas es esencial para el análisis considerar que toda intervención extranacional en el país, inevitablemente deberá envolver e incluir la propia represa hidroeléctrica de Itaipú, que por su importancia estratégica no debería sorprender que fuera el verdadero objetivo de tal intervención.
En tal sentido, son elocuentes las palabras del embajador del Brasil en el Paraguay, Luiz de Castro Neves (2002), quien al referirse a la administración paraguaya de la Binacional, afirma que “transmite una idea de poca seriedad para preservar la salud financiera de uno de los patrimonios que tienen los pueblos paraguayo y brasileño”. Un “patrimonio del pueblo” constituye “interés nacional” que, en última instancia, debe ser salvaguardado con la fuerza militar.
En este caso, el “interés nacional” de ambos países, la represa Hidroeléctrica Binacional, en una situación de riesgo o peligro extremo, deberá protegerse con fuerzas militares de ambos países.
Sin embargo, existe un hecho concreto que, inevitablemente, excluiría al Paraguay de tan importante cometido, fundamental para el ejercicio de la soberanía de todo Estado independiente: en la lucha contra el grupo irregular delincuencial armado (EPP), compuesto de 15 o 20 efectivos, el Paraguay ya ha agotado el empleo de sus dos instituciones de seguridad, la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas, sin ningún resultado efectivo y concluyente.
Este hecho evidencia la deficitaria o casi nula eficacia operativa de los órganos estatales paraguayos de seguridad y podrá ser invocado como una razón argumental para evitar su participación en situaciones más complejas de seguridad internacional.
Con esto, e invocándose una situación de extrema inseguridad, sin siquiera determinarse su verdadera naturaleza, el monopolio de la seguridad de la binacional quedaría a cargo de nuestra contraparte, efectivizándose con una ocupación militar de la zona, y una permanencia que, en estos casos, generalmente, se extiende “sine die”.
Es oportuno recordar la existencia de antecedentes de casos similares ocurridos ya, en un pasado bastante cercano y que fuera anunciado por la prensa, con arrogancia imperial, y posteriormente efectivizado en los hechos, por el entonces Presidente del Brasil Fernando Henrique Cardoso. Como también, se han sentado las bases para situaciones futuras de esta misma naturaleza, conforme a las amenazas proferidas por el General del Ejército brasileño Elito de Carvalho en su momento.
Parte XII
-En los tiempos actuales, difícilmente una nación pueda enfrentar, en forma aislada y con posibilidades de éxito, la gran variedad y los innumerables riesgos que ante ella se presentan.
En el Paraguay, dirigentes políticos, parlamentarios, y hasta académicos especializados en el tema de las relaciones internacionales, argumentando una situación de aislamiento del país y la escasa posibilidad de éxito que vislumbran para una eventual revisión del tratado de Itaipú con el Brasil, debido a la considerable asimetría existente entre sus respectivas capacidades, han planteado la conveniencia de una alianza del Paraguay con la superpotencia extrarregional, para asegurar la defensa de sus intereses contra una eventual amenaza que pudiera implicar el desconocimiento de sus derechos por parte del contendor.
La evaluación de este planteamiento requiere de un riguroso análisis geopolítico y estratégico, con la previa consideración de algunos principios básicos insoslayables. En primer lugar, debe considerarse que la independencia y la soberanía constituyen elementos y atributos esenciales del Estado-Nación y solo cuando el Estado-Nación es independiente puede ostentar su plena soberanía.
Se entiende por soberanía “el derecho de los Estados para organizarse y regirse con independencia de toda intromisión política externa”. La independencia es “la facultad de actuar en el concierto de naciones sin subordinación hacia otros Estados”, dentro de las normas del Derecho Internacional.
La seguridad constituye una responsabilidad del Estado, para cuyo efecto debe contar con la capacidad de hacer frente a las amenazas, desafíos y crisis que atenten contra su independencia y soberanía, contra la vida de su población, contra su integridad territorial, contra su patrimonio, contra su estabilidad jurídico-política, contra la seguridad de las personas, contra el libre ejercicio de los derechos ciudadanos. Esa función es irreemplazable, indelegable e intransferible.
En el ámbito de las relaciones internacionales, una “alianza” es un acuerdo entre Estados u otros actores, públicos o privados, para apoyarse unos a otros contra cualquier injerencia o para el fomento y la defensa de los intereses mutuos, concentrando esfuerzos al servicio de una conducta. Las alianzas militares son acuerdos concretados entre dos o más Estados para actuar conjuntamente o en apoyo mutuo en la conservación de intereses comunes. Tienen dos características que los distinguen de otros sistemas de seguridad: están dirigidos a una amenaza específica o motivada por un objetivo determinado y formalizan una definición tácita o explícita de amigo-enemigo. (Miguel Ángel Barrios: Diccionario latinoamericano de seguridad y geopolítica. Editorial Biblos. Buenos Aires, Argentina. Año 2009).
Las relaciones entre los Estados son “relaciones de poder”, donde la posibilidad de conflicto es permanente.
El conflicto se da cuando un Estado trata de lograr valores a expensas del otro. Cada Estado trata de imponer o demostrar su poder sobre los demás, como parte de la consecución de sus intereses y objetivos. La relación de amistad entre países es inexistente. Lo que realmente se establece entre países es una relación de intereses. Ningún país concede ayuda o cooperación a otro país por filantropía, sino en función a sus propios intereses.
“Las relaciones entre los Estados no se caracterizan todavía por lo moral sino por lo político, en el que la práctica se sobrepone a la ética” (Gral. Div. Gleuber Vieira. Sub Jefe del Estado Mayor del Ejército del Brasil. Buenos Aires, año 1993. Seminario “Hacia las Fuerzas Armadas del año 2000”).
En una conformación de alianzas estratégicas entre países con equilibrada capacidad o poder, la relación de “aliados” les permite perseguir objetivos e intereses comunes, potenciándose recíprocamente para enfrentar la amenaza, que también es común.
Pero en una alianza bilateral como la pretendida entre países con capacidades de pronunciada asimetría, los objetivos e intereses necesariamente difieren, siendo inevitable que el de mayor poder ejerza dominio sobre el de menor capacidad, dándose una situación de sometimiento de éste, con la consiguiente pérdida de su soberanía.
Así lo considera Mario César Flores cuando se refiere a la “protección de países muy pequeños, débiles y sin potencial para superar esa debilidad, cuya defensa autónoma no es viable, situación especialmente real cuando tales países están insertados en un escenario de interés vital para uno poderoso, lo que les asegura el derecho a la protección, pero también el riesgo de la intervención si sus políticas afectasen peligrosamente intereses claves de la potencia dominante”. (Almte. (R) Mario César Flores: Bases para una política militar. Universidad de Quilmes. SER en el 2000. Buenos Aires, Argentina. 1996).
Parte XIII
Una característica del escenario internacional más actual y reciente es que las relaciones internacionales de los Estados, sin dejar de ser prioritariamente bilaterales, se van transformando aceleradamente en relaciones multilaterales.
La mayor probabilidad de éxito que tendría el Paraguay, en una negociación o en un conflicto de intereses, sería llevando la cuestión a un organismo multilateral, donde con la conjunción de fuerzas de los demás países integrantes se compensaría el déficit existente frente al de mayor capacidad. Para el efecto, se requiere la implementación de una política bilateral de buen relacionamiento en todos los ámbitos, con cada uno de los países componentes de los organismos multilaterales regionales, sin descuidar los internacionales.
La Constitución Nacional del Paraguay, en su Art.1 establece que "La República del Paraguay es para siempre libre e independiente. En su Art. 143 menciona que: “La República del Paraguay, en sus relaciones internacionales, acepta el derecho internacional y se ajusta a los siguientes principios: 1) la independencia nacional; 2) la autodeterminación de los pueblos; 3) la igualdad jurídica entre los Estados; 4) la solidaridad y la cooperación internacional; 5) la protección internacional de los derechos humanos; 6) la libre navegación de los ríos internacionales; 7) la no intervención; 8) la condena a toda forma de dictadura, colonialismo e imperialismo”.
Asimismo, en su Art. 144 expresa: “La República del Paraguay renuncia a la guerra, pero sustenta el principio de la legítima defensa” y en su Art. 155 que “El territorio nacional jamás podrá ser cedido, transferido, ni en forma alguna enajenado, aún temporalmente, a ninguna potencia extranjera”, estableciendo además que “quedará siempre a salvo la soberanía nacional sobre el suelo”. Todas estas declaraciones constitucionales están diseñadas para salvaguardar la soberanía, independencia e integridad territorial del Paraguay.
Sin embargo, poca efectividad podrán tener estos principios, si no puede ejercer eficazmente el control de su frontera ni proporcionar la debida seguridad a su población. Cuando la inseguridad interna del Paraguay, por la ineficacia de sus órganos pertinentes, comience a constituirse en problema para la seguridad de los países vecinos, se originarán conflictos que podrían derivar en una ocupación del territorio nacional. Regularmente los Estados Mayores y las Cancillerías de los países con mayor fortaleza van tomando las previsiones necesarias y requeridas en función a sus intereses nacionales.
Estas previsiones se traducen en planes que, en un momento conveniente, se lleva a ejecución, de forma imperceptible, en sus inicios. El proceso, sutil en sus inicios, va escalando. Así, a una mera indicación, sigue una advertencia y luego un ofrecimiento para suplir la función que el Estado débil no puede cumplir. Conforme vaya desarrollándose, el proceso puede entrar en una fase de conflicto grave. Muchas veces, los seminarios y debates internacionales son foros utilizados para tratar este tipo de temas.
Así, al solo efecto de una mejor ilustración del tema, se menciona el realizado en San José, Costa Rica, en cuyas conclusiones se estableció: “En Paraguay en un contexto de debilidad institucional y crisis socioeconómica se ha producido un aumento de los hechos delictivos y de los niveles de violencia, y existe el riesgo que dichos índices sean más altos en el futuro. Este fenómeno se encuentra agravado por la proliferación y tráfico de las armas de fuego, el que además es fuente del crimen organizado en países vecinos y puede afectar la seguridad regional.
Entonces, y atentos a los problemas y falta de recursos que enfrenta el gobierno de Paraguay para solucionar dichos problemas, consideramos que la comunidad internacional, y en especial los países vecinos deberían asumir un compromiso sustancial y real de colaboración en esa tarea”. (Domingo M. Fleitas, Alejandra Otamendi, Lucas Schneider, Lisa Solmirano: Paraguay. Armas pequeñas y livianas: Una amenaza a la seguridad hemisférica. FLACSO. San José, Costa Rica. 2007).
Próxima publicación: Parte XIV y la XV con las reflexiones conclusivas
(*) Exministro de Defensa
