Más allá del tema de los camioneros azuzados por legisladores cuyo intento es alzarse con beneficios electorales sin medir las consecuencias de sus actos, lo que tenemos en este momento es la consecuencia de un cúmulo de ideas que vienen siendo incentivadas en el fragor de la política cuyo propósito es aumentar el poder del Estado sobre la libertad y la propiedad.
Mientras se nota la falta de autoridad y liderazgo ante la flagrancia y notoriedad de diversos delitos, el poder político se acrecienta. El resultado: el incremento de la presencia estatal en la sociedad o lo que es lo mismo en el mercado.

¿Gratis?
Todo esto no es ni será gratis. Alguien los pagará, como decía con razón el nobel de Economía, Milton Friedman. “No hay tal cosa como un almuerzo gratis”, frase acuñada en la academia vuelta popular. Empezando por la incertidumbre, el desabastecimiento es un síntoma de algo peor.
Al respecto, este es el momento de no olvidar que en el largo proceso del desarrollo de las naciones, el ser humano tuvo que trabajar, ahorrar, invertir y hasta dejar de consumir en el presente para diferirlo en el pasado, para de ese modo acrecentar su nivel de vida.
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Nada es gratis como tampoco nada es tan fácil como suponen los que siguen creyendo en la redistribución de la riqueza descuidando y hasta malogrando la creación de la misma. La historia política y económica de los países que hoy gozan del desarrollo tuvo su base en el tan denostado y desconocido sistema del capitalismo liberal que requiere del libre mercado con seguridad jurídica.
El estado, es cierto, fue parte de ese llamado milagro del capitalismo puesto que desde la Revolución Industrial se comprobó que la libertad económica requiere de instituciones jurídicas y políticas, las cuales deben proteger al hombre libre y ciudadano, como en efecto lo llamaron los filósofos políticos que fundamentaron una revolución nunca antes lograda en todos los largos años de vida de la especie humana.
El progreso
Si hay un hecho irrebatible que a la fecha goza de categoría de verdad porque las pruebas así lo dicen, está en que el capitalismo liberal dio origen a un sinnúmero de personas con cada vez más riqueza así como también permitió que los individuos y sus familias lograran salir del eterno círculo vicioso de la miseria y el desempleo. De hecho, fue el libre mercado del capitalismo liberal el que terminó con las monarquías detestables y el feudalismo.
Y esto se consiguió porque el ser humano desea ser el artífice de su propio destino, valora su libertad antes incluso que su propia seguridad al punto que es capaz de enfrentarse a las temibles dictaduras con tal de lograr su propósito de buscar su propia felicidad, expresión ésta última acuñada en el gran documento de la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos de 1776, documento que no va más allá de lo que sucedió en este país sino porque es transversal a la humanidad.
Disonancia cognitiva
La retórica interesada como dice Adam Smith en su Riqueza de las Naciones, hace que hasta lo más elemental y bien comprobado sea permanente olvidado y relegado. Aparece entonces lo que se llama la disonancia cognitiva, una desarmonía interna del sistema de ideas, creencias y emociones que percibe una persona que tiene al mismo tiempo dos pensamientos que están en conflicto.
Un ejemplo para una mejor comprension de lo expresado está en “La Zorra y las uvas” del genial Esopo (año VI a. C) creador de la literatura universal de la fábula. Aquí se deja como moraleja que cuando la zorra no consigue alcanzar las uvas, decide que no las quiere. Salvando las distancias de tan grande escritor y para el caso que nos ocupa pues podríamos decir que algunos como no pueden alcanzar sus objetivos se dedican a tratar de sacar a los demás porque en el fondo también quiere lo mismo pero de otro modo.
Prefieren hacer uso de la fuerza, de la coerción constituida en la legislación que obliga a hacer algo a alguien que en el fondo no lo haría si se le dejara decidir por sí mismo.
República y propiedad
El que mejor lo expresó fue Marco Tulio Cicerón en el 40 a.C, jurista, político, escritor y orador romano, considerado uno de los más grandes retóricos y estilistas de la prosa latina de la República Romana y referente del liberalismo: “El que gobierna un Estado debe cuidar que los bienes de los particulares no padezcan detrimento bajo el pretexto de la utilidad pública porque la República fue fundada para conservar la propiedad”.
Los gobiernos, cualquiera sean y en la época que sea, no cuentan con los recursos necesarios para eliminar la pobreza, el desempleo o suplantar al mercado como algunos siguen insistiendo cayendo en aquella disonancia cognitiva. Los gobiernos que actúan desde el Estado, también cualquiera sea éste y en cualquier época, no tiene un solo centavo de dinero que antes no haya sustraído a la gente mediante impuestos, endeudamientos o hasta emisión monetaria.
Cuando gasta el Estado en realidad gasta lo que los individuos con sus familias y las empresas lograron crear con su trabajo, esfuerzo, ahorro e inversión. Las vacunas que de paso se alega es por obra y gracia del Estado, en verdad es dinero que perteneció a la gente.
De igual importancia el notable escritor francés, F. Bastiat, nos hace notar en sus memorables escritos que aquella coerción estatal de despojarle a unos parte de su dinero para utilizarlo según el criterio de los que hacen las leyes es una detestable y vil injusticia.
Ni el romano ni el Nobel
Cualquiera sea la manera que se pretenda justificar la acción de los legisladores y del mismo primer mandatario, la realidad habla por sí sola. Se podrá apelar a la retórica interesada que lo mismo se caerá en la disonancia cognitiva por el cual como no se puede hacer algo mediante el trabajo y la colaboración pacífica, se apela al robo sacándole a los demás mediante la fuerza.
Sin embargo, lo peor todavía está en que sacando a unos para dar a otros también se están cometiendo delitos y la inmoralidad de atarle de pies y manos a quienes precisamente son los que crean y distribuyen la riqueza sin dañar a los demás, como en efecto sucede con los productores, empresarios y la ciudadanía en general.
Ni Marco Tulio Cicerón con la República fundada para conservar la propiedad y tampoco Milton Friedman con su no hay almuerzo gratis, hubieran creído que un grupo de legisladores paraguayos junto con el Poder Ejecutivo estarían hoy diciéndoles que todo lo que hicieron y dijeron son tonterías de un tribuno republicano y de un nobel de economía.
Gasto
Cuando gasta el Estado en realidad gasta lo que los individuos con sus familias y las empresas lograron crear con su trabajo.
Delitos
Mientras se notó en estos días la falta de autoridad y liderazgo ante la flagrancia y notoriedad de diversos delitos, el poder político se acrecienta.
(*) Catedrático de materias jurídicas y económicas en UniNorte. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”; “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República”.
