Plan de actualización tecnológica de Itaipú

“¿Quieres ser rico? Pues no te afanes en aumentar tus bienes, sino en disminuir tu codicia”. Epicuro de Samos. 

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El Plan de Actualización Tecnológica consiste, entre otras cosas, en sustituir los equipos analógicos por los digitales, un proceso que llevaría aproximadamente 10 años. “Durante el periodo de transición del sistema analógico al digital, la central cuenta con condiciones para seguir garantizado el pleno funcionamiento de las unidades generadoras y el suministro de energía eléctrica a las entidades compradoras, sin ningún inconveniente”, aseguró José Sánchez Tillería en la revista electrónica del DIE.

Nadie en su sano juicio podría oponerse a la tecnología; es lo que torna poderosas a las naciones. Pero permítanme ser realista por un instante. Para ello usaremos el método socrático, o de la ironía: ¿Quién fue el Estado ganador en todo este tiempo? Exacto, el Brasil. Hace 45 años se firmó el Tratado de Itaipú, y desde aquel momento las direcciones Técnica y Financiera están en manos brasileñas. Los titulares paraguayos de ambas direcciones son apenas adjuntos, aunque no figure en los papeles. La poderosa Dirección Técnica fue la encargada de construir las obras civiles, el montaje electromecánico y la operación de esta gran usina energética, en todo tiempo.

Felizmente el propio Tratado de Itaipú, en su Art. III, Parágrafo 2° establece: “El Estatuto y los demás Anexos podrán ser modificados de común acuerdo por los dos gobiernos”. Y para esto no se necesita esperar 50 años. Este artículo es una demostración jurídica de que el Tratado no es vitalicio. ¿Dónde está el poder real en esta empresa recordista mundial? Pues exactamente en ambas direcciones con titularidad brasileña. Recordemos que el propio Tratado estipulaba la “rotación” de las direcciones titulares a los diez años, es decir en 1983. Desde entonces hubo tentativas gatopardistas de modificar algo para no modificar nada. En otro intento de “compensación” durante la administración de Salvador O. Gulino, en 1992, se creó un nuevo organigrama en la cual se entregaba al Paraguay las direcciones de “suministro” y “mantenimiento”. Es decir, dos nombres pomposos, pero sin ningún poder real. Menos mal dicho adefesio burócrata fue derogado en poco tiempo.

En entregas anteriores habíamos exteriorizado los resultados finales de los trabajos de Jeffrey Sachs y Miguel Carter. Respectivamente, ambos afirmaban que la Itaipú ya fue cancelada en el 2008; mientras que el lucro cesante de Paraguay en estos 35 años de generación es de 57,7 mil millones de dólares, ¡solo en generación! También que las pérdidas relacionadas al Producto Interno Bruto, PIB, es de 111,4 mil millones de dólares. Si Paraguay perdió esto, quiere decir que su socio condómino ganó la misma cifra. No necesitamos recibir un premio Nobel de Economía para llegar a esta deducción; tal vez con un modesto título de ingeniero agrónomo alcance.

Pocas veces nos referimos a la sumatoria de pequeñas pérdidas económicas relacionadas al día a día de la administración. Por ejemplo, la operación del embalse por debajo de la cota o nivel oficial de 220 SNM; otras se refieren a las tarifas por debajo del costo, como ocurrió con la famosa “deuda espuria”. También incluimos acá la tarifa irrisoria, por fuera del costo oficial, que da vida a la ANDE. Algunas son nimias comparando con la sumatoria del costo anual, de US$ 3.291 millones, como las de los “gastos sociales” o la energía perdida por efecto Joule (calor) en la conversión y transmisión en territorio brasileño, o en servicios auxiliares de la propia usina.

Las grandes pérdidas del Paraguay siempre vendrán por el lado de la “cesión” de energía a precio de costo; o algo peor, el no uso por parte de nuestro país de tanta potencia para el desarrollo. Por eso insistimos en la teoría de la negligencia culposa, del entreguismo y de la traición a la patria, en todas nuestras ponencias. 

¿Cuánto está el costo promedio regional de la energía hidroeléctrica? Pues veamos; según datos del Ing. Axel Benítez, el costo de la energía de algunas hidroeléctricas nuevas de Bolivia, como Cachuela Esperanza, sería de US$ 65/MWh); mientras que la producida en las represas de Chepete y El Bala, usinas que amenazan a más 5.000 indígenas, serán de 55,01 y 80,51 USD/MWh, respectivamente. Más llamativo aún es el caso de Rositas, ya que según la Fundación Solón (usando datos de Geodata) tendrá un costo de US$ 74,33/MWh. El precio promedio de la energía de Jirau y Santo Antonio (en Brasil) es de US$ 52/MWh. ¿Cuánto recibe Paraguay por su energía cedida? Pues 10 US$/MWh. 

Desde que se firmó el Tratado, el 26 de abril de 1973, Paraguay ha sido la cenicienta de la Itaipú. En su libro: “Apuntes para la historia política de Itaipú”, de edición 1996, el Ing. Debernardi lo confirma. Da un destaque impresionante a jurisconsultos brasileños, como los doctores Miguel Reale, de la USP, y Paulo Salvador Frontini, en sus trabajos sobre la “binacionalidad” y la creación de un “nuevo tipo de empresa”. En estas ponencias, sumadas a la del Dr. Antonio Moreno Ruffinelli, paraguayo, se sacramenta la creación de un Estado dentro de otros dos. La binacionalidad lo permitiría todo, siempre y cuando no atente contra la extracción permanente y continua de la energía, a precio de costo, por parte del Brasil.

El temor de muchos en cuanto a que la actualización tecnológica genere lucros mayoritariamente a empresas brasileñas, está fundamentada y no es nada nuevo. Tenemos 45 años de evidencia científica e histórica. Por eso tengo una ligera inclinación hacia la victoria de Jair Bolsonaro en las elecciones del Brasil. Él es producto del hartazgo brasileño hacia la corrupción. El “mensalão” y el “lava jato” representan el mecanismo del mayor robo al Estado brasileño, así como la Itaipú y Yacyretá, al paraguayo. Si Bolsonaro cumple su promesa de campaña de combatir frontalmente el contrabando de cigarrillos, armas y drogas en la zona fronteriza con el Paraguay, tal vez tengamos motivos suficientes para festejar también nosotros. Si así fuera, la construcción del segundo, del tercer y cuarto puente con el Paraguay están asegurados. Así también, una nueva relación de equidad en la Itaipú ya no será una utopía, sino un signo de inteligencia de un estadista que pretende liderar Latinoamérica.

Por último, ya que la Itaipú es binacional, el futuro presidente brasileño puede pedir a su par paraguayo, Marito, que el juez Moro y un similar paraguayo, entren al principado de Itaipú y encuentren las evidencias de las más grandes sobrefacturaciones en la historia de los dos países. Las viejas y conocidas constructoras y contratistas de Itaipú son las mismas del lava jato. Nada nuevo bajo el sol.

* Exsuperintendente de energías renovables de Itaipú, empleado activo.

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