Adular es una forma de menospreciarse. En palabras de Francois de la Rochefoucauld, la adulación es una moneda falsa que tiene curso gracias a la vanidad; se manifiesta cuando hay intención de obtener un beneficio específico, una prebenda, un puesto, un favor, una ventaja. Las lisonjas vuelven vulnerable a quien las recibe, y solo pueden descubrir la trampa quienes posean una autoestima fuerte y sólida.
“Cúmpleme no pasar en silencio un punto importante, conviene a saber: el defecto de que con dificultad se preservan los príncipes (si no son muy prudentes, o si carecen de tacto fino), y que es falta más bien de los aduladores de que todas las cortes están llenas y atestadas. Pero se complacen tanto los príncipes en lo que por sí mismos hacen, y se engañan en ello con tan natural propensión, que librarse del contagio de los aduladores les cuesta Dios y ayuda, y aun con frecuencia les sucede que, por inhibirse sistemáticamente de semejante contagio, corren peligro de caer en el menosprecio. Para obviar inconveniente tamaño, bástale al príncipe dar a comprender a los que le rodean que no le ofenden por decirle la verdad”. Machiavello, El príncipe, Cap. XXIII, Cuando se debe huir de los aduladores.
Hurreros y hurreras de hoy poco sabrán de que la palabra hurra es conocida como una antigua manifestación verbal de alegría. Es probable que su origen sea un simple rugido para enardecer a los guerreros y asustar a los enemigos. En lengua japonesa existe la voz uraa, que es un rugido y, a la vez, un grito de guerra.
¿Y de dónde viene la expresión hep, hep, ¡hurra!? Se sabe que la expresión hep, hep se usaba en las manifestaciones antisemitas del siglo XIX para molestar a los judíos europeos. Una teoría dice que se trata de un acrónimo de Hierosolyma est perdita, “Jerusalén está perdida”. Pero la verdad es que hep parece ser un sonido onomatopéyico, semejante al ¡hey!, con el que los pastores azuzaban a los rebaños para conducirlos por donde querían.
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Las tramas políticas del poder están plagadas de hurreristas con sus intrigas, acertijos, conspiraciones, alianzas que se deshacen y rehacen provocando traiciones e invocando lealtades. La intriga es una situación que impide saber cuál es la verdad y el recelo es un sentimiento que indica desconfianza, temor a malas intenciones e inseguridad. Panorama poco feliz para un gobierno que quizá no recuerda que prometió ser de la gente.