La Semana Santa en el Paraguay

Las dos fechas más importantes del calendario cristiano son el nacimiento y la muerte de Jesús. En este caso, hablemos de la Semana Santa, cuando se recuerdan la Pasión, Muerte y Resurrección del hijo de Dios.

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El cristianismo, la religión basada en la vida y enseñanzas de Jesucristo, tuvo un crecimiento notable desde su aparición, desde aquella época primigenia en que era apenas una secta.

Pero luego de que fuera aceptada como religión del Imperio romano en el siglo IV, su crecimiento, propagación e influencia en la cultura y sociedad del mundo ha sido creciente hasta llegar a su situación actual en nuestros días.

En nuestras tierras

Como parte de esa propagación llegó al Nuevo Mundo con los conquistadores españoles, y la función de sus sacerdotes fue tanto reprochable como admirable, según sea el caso. Basta con recordar la destrucción de los códices prehispánicos o la encomiable labor cultural y social de las diferentes órdenes.

Sin embargo, sin quedarnos en el juicio de valor de la situación –que amerita otro tipo de estudio más profundo– de nuevo la fusión sociocultural de lo europeo occidental y cristiano, pero esta vez con lo indígena, generó nuevas experiencias y un rico sincretismo en el que tanto una como otra civilización aportó cada cual lo suyo.

Costumbres de Semana Santa

La Semana Santa se celebró desde la llegada de los primeros sacerdotes a estas tierras, a través de la incorporación de sus costumbres y la fusión de las mismas con las tradiciones y las formas de hacer del indígena.

Hoy en día, probablemente no haya Semana Santa en nuestro país que no nos remita al acontecimiento sociocultural de Tañarandy, en el departamento de Misiones, donde toda una comunidad supo mantener y acrecentar el legado de las antiguas reducciones haciendo del evento un fenómeno cultural y económico sustentable.

El aporte de estas tierras y su gente a la celebración pasa por las costumbres que luego se vuelven tradición. Tal es el caso de la comida, como la sopa paraguaya o el chipá.

O las costumbres europeas, de antiquísima data, que quedaron como aporte a nuestras tradiciones, como el caminar sobre las brasas, el toro candil o el palo enjabonado, tan celebradas en los encuentros populares de pueblos y barrios.

Somos, como personas, fruto de una amalgama cultural que se dio de manera incontenible con la llegada de los españoles y otras razas a estas tierras americanas. Y de la misma forma en que ahora se toma tereré en el extranjero, los paraguayos asumimos lo foráneo.

Celebremos, pues, esa diversidad cultural, tolerante, abierta, sin discriminación, que nos hermana con todos los habitantes del planeta. La Semana Santa, como una fecha recordatoria del sacrifico y el amor, de hecho nos muestra el camino a seguir.

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