–¿Hace cuánto tiempo que comenzaste a bailar?
–Desde muy pequeña me metí al mundo de la danza, ya que es una disciplina que me gusta muchísimo. Luego de varios años, decidí combinar el baile con la acrobacia, pues me llamaba mucho la atención esta actividad, que requiere de esfuerzo y resistencia para poder realizar los saltos.
–¿Cómo fue la transición de las zapatillas de ballet a las intrépidas piruetas?
–El cambio fue drástico. Aunque parezca que la acrobacia es lo mismo que la danza, son totalmente distintas, ya que cada una posee su propia técnica. Toda la preparación que recibí a lo largo de este tiempo en las academias de ballet me sirvió como base para poder adaptarme a esta nueva actividad.
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–¿Qué es lo que más te atrae de la acrobacia?
–Lo más apasionante son los nuevos saltos que estoy aprendiendo, ya que son variados, riesgosos y exigentes, pero, sobre todo, divertidos. Además, me sirve para entretenerme; no lo veo tanto como una obligación.
–¿Alguna vez te presentaste como acróbata ante un público?
–Aún no, pues me estoy preparando para hacerlo, especialmente, en una competencia internacional que se realizará este julio en Uruguay.
–¿Pensás tomar esta actividad como un hobby o dedicarte a ella profesionalmente?
–Deseo seguir bailando y compitiendo para llegar a ser profesional como mis maestros. El tiempo, muchas veces, me limita, ya que estoy en la universidad, pero aun así seguiré hasta que la propia vida me diga basta.
Por Gonzalo Recalde (18 años)
