De Manuel Ortiz Guerrero para Anselmita Heyn

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Cuenta la historia que en una noche primaveral de 1915, Anselmita Heyn fue coronada como la más atractiva de un concurso de belleza. Manuel Ortiz Guerrero, quien dedicó a Anselmita este poema, se encontraba en aquella memorable ocasión.

Ofrendaria

Perdona, señora: la culpa no tiene
la alondra que canta, la tiene la aurora:
tú tienes la culpa: a este que viene
trayéndote estrofas, perdona, señora

Ya antes te he visto tras sueño lejano
y anoche en el teatro con fe y devoción
tomaba, señora, con mi propia mano,
para que no caiga de mí, el corazón.

Ilusoria y blanca del auto al bajarse
talmente fingías una joven diosa . . .
Crujió mi rodilla de ansias de doblarse:
era que pasabas, astral, luminosa.

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Con aire de cisne que boga en un lago
pasaste gallarda, princesa u ondina,
tus ojos tenían visiones de mago
bajo tu sedosa pestaña divina.

¿Juntó Geometría, la nieve y el lirio,
para hacerte el cuerpo, y un poco de aurora?
Serpentino cuerpo de perfume asirio,
¡bendito mil veces! Perdona, señora.

Ya daban las doce, yo creí temprano,
tú nada sabías de mi devoción:
tomaba señora con mi propia mano,
para que no caiga de mí, el corazón.